Fray Mamerto Esquiú en Río Cuarto

Continuamos brindando el valioso aporte del profesor Mario Vera sobre Fray Mamerto Esquiú. En este caso su paso por Río Cuarto.
domingo, 2 de septiembre de 2018 00:00
domingo, 2 de septiembre de 2018 00:00

Fray Mamerto Esquiú a la hora de tomar posesión de la diócesis de Córdoba tenía como premisa fundamental, además de cumplir las funciones administrativas y protocolares en la ciudad capital, la atención material y espiritual de la extensa grey católica que vivía en la campaña, es por ello que planificó y ejecutó numerosas visitas pastorales hacia todos los puntos cardinales de la provincia cordobesa, para conocer la realidad de las parroquias rurales y compartir con las comunidades pobres de aquel interior profundo. 

Tiempos difíciles para la iglesia
El historiador Efraín U. Bischoff, en su obra “Historia de Córdoba” considera dramáticos los instantes por los que debe pasar Fray Mamerto Esquiú al comenzar su misión pastoral, debido al torbellino ideológico en la que se encontraba sumergida la provincia, que respondía a una corriente liberal y anticatólica que, entronizada en el gobierno nacional de Julio Argentino Roca y provincial de su concuñado, Miguel Juárez Celman, no estaba dispuesta a ceder un tranco a las iniciativas del nuevo obispo.
Esta lucha desatada contra la iglesia la “… proclamaba a cada instante el diario “El Interior”, que fundara en 1880 Benjamín Posse, y lo reafirmaba “El Progreso”, que lo manejaba desde hacía muchos años Ramón Gil Navarro, en tanto que Esquiú era defendido por las páginas de “El Eco de Córdoba”, de Ignacio Vélez, y recibía los chubascos de socarronería de “La Carcajada”, el periódico jocoso de Armengol Tecera”. [ ] Esquiú se sobrepuso a todos los ataques, quiso en todo momento, aun ante las diatribas, demostrar su humildad y difundir el espíritu de caridad”. (Bischoff, Efraín U., Historia de Córdoba, Editorial Plus Ultra, 1979, pags. 292 – 293). 
Es en ese contexto que recibe la visita del cura párroco de Rio Cuarto, fray Quirico Porreca quien le manifestó al obispo Esquiú la difícil situación por la que atravesaba la grey católica del sur provincial ante los continuos ataques de la masonería y de la prensa liberal. Fray Mamerto Esquiú, quien durante toda su vida fue un férreo defensor del catolicismo, se preocupó por esta situación y le aseguró que muy pronto lo visitaría en su parroquia riocuartense. 

Río Cuarto, pueblo de frontera con los territorios indígenas 
¿Cómo era Rio Cuarto en 1881? “Tan solo un pequeño pueblo cuyo valor estratégico a las puertas del desierto, y cuya importancia como nudo comercial y de comunicaciones entre Buenos Aires y Mendoza, estaba en llamativa contradicción con el número relativamente reducido de su población, unos 5.700 habitantes”. (Cambria, José Antonio, Un Santo camina en la Villa, Junta Municipal de Historia de Rio IV, 1993, pag. 182). 
A pocos kilómetros hacia el sur iniciaba el territorio indígena de los ranqueles; en 1863 y en 1866 el pueblo sufrió la invasión de los malones indios y al año siguiente se desató una epidemia de cólera morbus que dejó el saldo de más de 700 muertos. Debido a la extensión y fertilidad de la tierra se asentaron en la zona numerosas familias piamontesas y luego, fue beneficiada con la inmigración masiva cuyos colonos, dedicados a la agricultura, la ganadería, al comercio y una incipiente industria, poblaron la villa la que, en 1871 tuvo telégrafo y en 1873 una estación del Ferrocarril Andino. El gobernador cordobés Enrique Rodríguez dictó un decreto, el 15 de noviembre de 1875, elevando esta villa a la categoría de ciudad. Estos gringos laboriosos, en su gran mayoría, no profesaban el culto católico. La masonería tenia numerosos y poderosos adeptos en la ciudad, y estaba enfrentada a los pocos franciscanos que, llegados desde Italia en 1856, pretendían inculcar y extender la religión católica en la región. 

En marcha hacia Rio Cuarto
Una vez pasadas las festividades de San Jerónimo, patrono de la ciudad de Córdoba, el obispo Esquiú, acompañado de su secretario Juan Carlos Borques, en la madrugada del domingo 2 de octubre de 1881 salió hacia la estación del Ferrocarril Central Argentino, se acercó a la ventanilla de la boletería y con voz firme y clara pidió al empleado “dos boletos de segunda clase para Rio Cuarto”.
Luego de una corta espera, abordaron el vagón y se dispusieron para hacer un largo viaje. En su “Diario”, Fray M. Esquiú escribió: “Domingo 2. A las seis y tres cuartos tome el tren para el Rio Cuarto”. A su vez, el fiel secretario Borques anotó: “Nosotros, a eso de medio día, hicimos en el mismo coche nuestro almuerzo, sirviéndonos de presas de gallinas, pan, queso y masas, y, como el confort del coche lo permitía, se durmió también la siestita”. (Borques, Juan Carlos, Reminiscencias de Fray M. Esquiú, pag. 61). 
Pasadas las cinco de la tarde, el tren se acercaba a la estación. A ambos costados de las vías una multitud, muchos de ellos montados a caballo, esperaba al virtuoso obispo, mientras se escuchaba el repique de las campanas del templo franciscano. Al descender el obispo Esquiú iniciaron los estridentes sones de la banda militar y fue recibido por el general Eduardo Racedo, jefe del Regimiento 2 de Línea, y por el cura párroco Quírico Porreca. A pedido del general, el obispo bendijo al batallón y luego a la multitud presente en la estación y a los que lo saludaron mientras caminaba las quince cuadras que lo separaban del convento franciscano. 
Cuando llegó al templo y dirigiéndose a la población dijo: “Vengo a celebrar la fiesta de San Francisco de Asís con mis hermanos de comunidad, tributando un homenaje a tan beneméritos Padres, civilizadores de la Pampa Central, donde cada fraile que se ha internado, ha sido un apóstol”. 
Durante veinte días estuvo Esquiú en la ciudad de Rio Cuarto hospedándose en el convento de San Francisco. Celebró en la iglesia de San Francisco, grande, nueva y hermosa, inaugurada en 1876, y en una vieja y pequeña iglesia parroquial, sin bancos ni sillas, donde también confesó, bautizó, confirmó y unió en matrimonio a muchas parejas que vivían en concubinato. Predicó en las instituciones y realizó “una misioncita”, novenas y varias pláticas sobre El Credo. También fue víctima de las calumnias del diario local “La Voz de Río Cuarto”, y mantuvo reuniones con la clase dirigente, la que no lo recibió en la estación, conversando sobre el porqué de los continuos atropellos que sufrían los frailes de parte de las sociedades secretas. En la mañana del día 22 de octubre de 1881, ante una multitud que lo despedía en la estación, el obispo Esquiú partió en tren rumbo a su sede episcopal. 

Segunda visita
Entre los días 23 y 25 de abril de 1882 el obispo Esquiú visitó nuevamente la ciudad de Rio Cuarto, en esta ocasión para encontrarse con el Internuncio del Brasil, monseñor Mario Monceni, quien regresaba desde Chile vía Mendoza. A través del contacto epistolar acordaron reunirse en el convento franciscano de Rio Cuarto donde conversaron largamente. En su “Diario”, Fray Mamerto Esquiú, escribió: “Martes, 25 de abril. A las 6 a.m. salimos en tren con el Internuncio del Brasil hasta Villa María, de donde siguió su camino al Rosario y yo me volví a Córdoba”. 
En ambas visitas, este hombre extraordinario dejó huellas imborrables: ningún católico olvidaría las sabias enseñanzas, los oportunos consejos, las homilías, la humildad y la mirada bondadosa del obispo que durante tres semanas estuvo compartiendo con la comunidad riocuartense. 

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