En esta nueva entrega del profesor Mario Daniel Vera, ofrecemos la segunda y última parte del escrito referido al corazón de Fray Mamerto Esquiú, humilde franciscano que camina hacia los altares.

El 10 de mayo de 1989, en horas de la mañana, el corazón fue despedido por todos los alumnos del Colegio Quintana y por el numeroso público que se congregó en el templo franciscano. Colocada su urna en un jeep del ejército inician su marcha hacia Las Chacras; luego de salir del departamento Capital toman por la ruta nacional n° 33 cruzando Sumalao, luego recorren San Isidro, Tres Puentes y, por la actual avenida Presidente Castillo, ingresan al departamento que lleva su nombre. En el arco de San Antonio fue recibido por una multitud que aguardaba con ansias la llegada del corazón del Padre Esquiú. El señor intendente Lic. Ricardo Cuello, su esposa Graciela Corzo, el cura párroco Fray Oscar Cuevas, representantes de las fuerzas vivas y todo el pueblo del departamento lo esperaban e iniciaron una lenta caravana por ruta provincial n° 41 hacia la localidad de San José. 
En el atrio de la iglesia de San José de Piedra Blanca se realizó la celebración eucarística presidida por Fray José A. Paz, con la presencia de las principales autoridades civiles y militares, legislativas, policiales y educativas de la provincia. Con sones de la Banda de Música de la Municipalidad de la Capital el corazón fue trasladado al salón parroquial donde sesionaron las Cámaras de Senadores y Diputados, quienes declararon ese día, como el “Día histórico de la visita del corazón a Piedra Blanca”. Finalizada la sesión de los legisladores, la urna fue trasladada a la Casa Natal donde recibió las muestras de afecto y devoción de miles de devotos. Al día siguiente, 11 de mayo de 1989, regresó al templo franciscano, transportado en el mismo jeep del Ejército que lo trajo de visita. 

Restauración en la ciudad de Córdoba
El doctor Pedro Olivares cobraba por sus trabajos un precio bastante elevado. Es por ello que la comunidad franciscana de Catamarca solicita al Gobierno de la Provincia, a cargo del Dr. Ramón Eduardo Saadi, un subsidio para poder afrontar la restauración del corazón del Padre Esquiú. Subsidio que fue concedido. 
El 16 de agosto de 1989 se lleva el corazón a Córdoba. El doctor Olivares y su equipo de trabajo, en una publicación sobre las tareas realizadas dijeron: “Estábamos en presencia de un órgano hueco, de naturaleza muscular, que fue tratado con un procedimiento de conservación propio de la época, utilizándose maniobras y gestos abstractos y con conocimientos muy parcializados de técnica anatómica. Su estado corría peligro de disgregación”. “Nos decidimos a efectuar un delicado trabajo científico artesanal que lograra su revitalización. El manejo del órgano fue sumamente delicado porque el trabajo a realizarse no debía alterar nada el estado actual del corazón. Entre las diversas técnicas anatómicas de conservación hoy contamos con el parafinado. En esencia la técnica consiste en reemplazar el agua de los tejidos por parafina sin alterar para nada, ni siquiera las estructuras microscópicas”. “En primer lugar tratamos de lograr la vuelta del corazón a su estado original, como si recién fuese eviscerado. Se exploró el interior del órgano extrayéndose partículas que probablemente fueron autoras de micosis y lesiones “arenosas” de las paredes. Las paredes externas fueron limpiadas de un barniz sintético [posiblemente el que le pusieron en 1904]. Ahora sí, con el uso de sustancias químicas…, se logró la perfecta restauración que asegura por muchos años su inalterabilidad. Se utilizaron 34 componentes químicos y se tardó 4 meses. Puede ser expuesto al medio ambiente, solo el fuego puede dañarlo” (José A. Paz. El corazón del Padre Esquiú, su restauración. Tucumán, 2010, pág. 8).

Nuevamente en Catamarca
El 2 de mayo de 1990 llegó el corazón del Padre Esquiú nuevamente a la ciudad de San Fernando del Valle. Luego de emotivos actos de recibimiento, el día 11 de mayo la reliquia fue colocada sobre una mesa redonda, sobre un soporte apropiado, cubierto con una campana de vidrio, en la Sacristía de la iglesia franciscana, a fin de poder ser observado totalmente por todos los que visitaban el templo de San Pedro de Alcántara. 

Primer robo
El 30 de octubre de 1990, un ex alumno del Colegio Quintana levantó la cubierta de vidrio y sustrajo el corazón, mientras una gran concurrencia recibía la visita de la imagen de Jesús Nazareno que llegaba desde Chile. Dice el Padre Paz: “El que sustrajo el corazón de Fray Mamerto aprovechó esa concentración de personas, para realizar su mala intención. No podía salir por la iglesia, la gente lo vería; ¿qué hizo? Pensó salir por el portón que da a la calle Prado. Por la puerta que da de la sacristía al convento y bordeando la parte izquierda del edificio, por un pasillo que está entre el museo y los antiguos baños, se dirigió a la calle Prado. Pero se da cuenta que en el gimnasio estaban los alumnos, si continuaba lo verían sus compañeros, entonces resuelve volverse. ¿qué hacer? Estaba acorralado… tiene que deshacerse de lo que lleva, entonces arroja el corazón de Fray Mamerto al techo de los baños y se vuelve a la iglesia por la puerta de la sacristía que ya había utilizado y luego, en medio de la multitud sale de la iglesia y se va” (José A. Paz. Op. Cit. Pág. 9).
Este hecho causó enorme conmoción en los devotos y en las autoridades del convento. Varios días después, un 7 de noviembre de 1990, el Padre Paz recibe la visita de dos empleados de maestranza, Pedro Leiva y Pedro Vega, que mientras realizaban limpieza en los techos del convento, “divisaron un bulto oscuro y pensaron que quizás sería el corazón buscado”. Para gran alegría de todos, allí estaba el corazón. “Leiva toma el corazón en sus manos -dice el Padre Paz- y me lo entrega. Bajo del techo y lo muestro a la gente que ya se habían congregado y juntos nos dirigimos a la sacristía”. El doctor Pedro Olivares revisa nuevamente el corazón certificando que, por el golpe al caer sobre el techo, hubo un daño de un 10 %. Ante este grave hecho, las autoridades del convento contratan a un herrero que construye una puerta de hierro y se coloca el corazón en el mausoleo donde antes estaba, a la derecha del templo, donde quedó en exhibición para ser visitado por miles de devotos. 

Segundo robo

El 22 de enero de 2008, alrededor de las 18:30 horas, un sujeto que luego fue identificado como Elliot Alberto Villafuerte Paco, de origen boliviano, sustrajo el corazón de Esquiú, rompiendo con una piedra el vidrio de la urna que lo contenía (José A. Paz. Op. Cit. Pág. 11). Liliana Andrada, encargada de la limpieza de la plazoleta Esquiú, ve salir del templo a este joven que “entre sus manos apretada algo”. Andrada se dirige al templo y comprueba que habían robado la sagrada reliquia y da aviso al sacristán. Rápidamente los medios de comunicación dan la triste noticia que conmociona a todos los catamarqueños. Al día siguiente la policía apresa al autor, en cercanías del Hospital de Niños Eva Perón, que manifiesta haber “tirado el corazón de Esquiú en un tacho de basura en la esquina de las calles San Martín y Rivadavia”. 
Hasta el momento no fue encontrado y la investigación del hecho, al ser el convento franciscano un monumento histórico nacional, pasó a un juzgado federal. 
Once años después, no tenemos certezas sobre qué pasó con el corazón de Esquiú, luego de que fuera sustraído del convento franciscano de Catamarca, donde permaneció por casi 135 años, desde aquel 17 de mayo de 1883, en que don Odorico Antonio Esquiú dejara esta valiosa reliquia, el corazón de su hermano Mamerto, en nuestra provincia.