Pocos, seguramente, conocen esta historia de vida ligada a la docencia. Nos incluimos. Y nos adherimos al homenaje que, a fines de noviembre, la comunidad educativa de la escuela 487 “Vicente Leónides Saadi” de La Bajada (Paclín) le tributó a Teresa de Jesús Cardozo de Anzorena, quien fuera directora del establecimiento entre los años 1966 y 1970.

Del acto, en el que hubo emociones por doquier, participó uno de los hijos de la homenajeada: Alberto Dante Anzorena. Maestro normal nacional, como su madre, se encuentra radicado desde hace años en Córdoba y visitó la humilde escuelita donde su progenitora contribuyó a la educación de los niños y jóvenes.

Las autoridades de la escuela, por cierto, agradecieron la presencia de Anzorena por apoyar el proyecto de la nueva gestión para formar la galería de exdirectores, donde se incluyó un cuadro de la docente que, por 20 años, ejerció en escuelas rurales de Catamarca.

Destacamos que la actual directora de la escuela de La Bajada, el pueblo que se ubica entre El Portezuelo y Palo Labrado, es Marcia Salvatirerra de Jalil, quien vive en Las Lajas, y la exdirectora, que propició el homenaje de noviembre, es Graciela Vaquel de Agüero, que se domicilia en el departamento Valle Viejo.

En medio del monte

En lo que se refiere a la trayectoria de Teresa de Jesús Cardozo de Anzorena, hay que destacar que nació en la capital catamarqueña en julio de 1921 y recibió el título de maestra en el Colegio del Carmen.

Uno de sus primeros trabajos como titular de grado lo cumplió en la Escuela Nacional N° 76 de Chañar Laguna, en el departamento El Alto. Fue en 1949. Al año siguiente, por la jubilación de la directora en ejercicio -señora de Guevara-, fue designada directora del humilde establecimiento. Tenía a su cargo una maestra, Olga Narváez, que fue la primera educadora de su hijo Alberto Dante, “Palito”, para quienes lo conocen.

En aquella escuelita, ubicada a tres kilómetros de la ruta y de una estación de trenes (la ciudad más cercana era Frías, ya en territorio de Santiago del Estero), vivieron madre e hijo.

En la actualidad, el establecimiento lleva el nombre de “Olga Narváez”, tiene edificio nuevo y no hace mucho hubo festejo por los 100 años de existencia.

En el acto estuvo presente “Palito” Anzorena, quien en calidad de exalumno representó a su madre. “Con respecto al nombre de la escuela, coincido con ella en considerarlo un acto de justicia, toda vez que la maestra Olga Narváez, mi ‘seño’, se quedó en Chañar Laguna, vivió allí, se casó, formó su familia y nunca se desentendió de la escuela. Colaboró siempre y fue una excelente docente. Su hija, en la actualidad, sigue sus mismos pasos”, nos sintetiza.

Nos agrega lo siguiente: “Estuvimos 10 años en medio del monte. La escuela era de la categoría más desfavorable. Llegué a hacer dos grados en ese lugar. Tenía 7 años cuando nos fuimos. La gestión de mi madre terminó el 18 de marzo de 1960, conforme lo certifica una de sus exdirectoras, Norma Graciela Agüero, que vive en Frías.
Por las escuelas de Paclín

A solicitud de la destacada docente, en aquel año 60, fue trasladada a una escuela que hoy no existe como tal. El pueblo se llamaba Santa Bárbara y se ubicaba pasando el cementerio de La Merced, camino a Balcozna, a unos pocos kilómetros hacia la izquierda de la ruta. Era una escuela-rancho de personal único que estaba dentro de una estancia.

“Mi madre era maestra y directora a la vez. El lugar era muy lindo, todo verde y con el río a corta distancia. La escuela eran dos piezas y nosotros vivíamos en una de ellas. Había muchos restos indígenas en aquellos parajes. Con mi hermana nos entreteníamos buscándolos”, nos cuenta Anzorena, y agrega “en 1961 pasamos a Monte Potrero. Aquí había una escuela bastante antigua. Alguien, no recuerdo quién, donó un terreno para levantar una nueva y mi madre se ocupó de todos los trámites y durante su gestión se inició la construcción, que se terminó antes de nuestra partida, en 1966. En ese establecimiento hice hasta tercero o cuarto grado, para pasar luego a la escuela Belgrano de la Capital. En aquella escuelita de Monte Potrero (cumplió ya 100 años), recuerdo que uno de los alumnos era el doctor Segundo Fernández, a quien visité recientemente”.
El periplo de la abnegada docente siguió en La Bajada, donde a partir del 11 de octubre de 1966 se hizo cargo de la escuela que hoy lleva el nombre del exsenador y exgobernador de la provincia, Vicente Leónides Saadi. Otra docente, Elsa de Iramaín, la reemplazó en marzo de 1970, conforme lo revelan las actas de la época.

Rumbo a Buenos Aires

En el año 1970, Teresa de Jesús Cardozo de Anzorena se traslada a la Capital Federal. Lo hace con su esposo y la hija mujer, mientras Alberto se queda en la ciudad de Córdoba.

Fue maestra de grado en doble jornada en varias escuelas porteñas. Así fue como enseñó en la N° 12 “Gral. Las Heras” del barrio de Palermo; la número 25 “Bandera Argentina”, al lado de la Villa 31, en Retiro; la número 4 “José Manuel Estrada” de la calle Reconquista, a media cuadra de la avenida Corrientes; la número 12 “Provincia de Entre Ríos”, de Flores, donde se jubila en 1982.

En esta instancia retoma los recuerdos Alberto Dante Anzorena. Esto nos dice: “A mi vieja le costó aceptar la jubilación. Si por ella fuera, hubiera seguido, pero no le permitían. Llevaba en la sangre la actividad docente. A su edad hacía cursos de perfeccionamiento en el Instituto Bernasconi. Siempre quería más y mejor”. Añade: “En 1986, ante el fallecimiento abrupto de mi hermana, los traigo a mis viejos a Córdoba. A los 95 años, precisamente en Córdoba, fallece el día 4 de febrero de 2017. Respecto a mi hermana, aclaro que también tenía un título docente en arte y cursaba en un instituto muy renombrado, el ‘Prilidiano Pueyrredón’, cuando sucedió lo que sucedió”.