Artículo especial para El Esquiú.com por el Año Jubilar Mariano 2020

La casa de María: las pinturas de la Catedral (VI)

lunes, 2 de diciembre de 2019 00:29
lunes, 2 de diciembre de 2019 00:29

Por el Pbro. Mario 
Gustavo Molas

La consagración de la Catedral

Observemos ahora la pintura del enorme cuarto de esfera sobre el altar de San José. Debido a la concentración de temas, contemporáneos entre sí, el pintor recurre a la “alegoría”.


Se trata de la Consagración de la Catedral, la Coronación de la Virgen y la Bendición del Seminario.
Concluida la construcción de la enorme Basílica a finales de 1800, es “Consagrada” a María Santísima, cuya imagen aparece en el “cielo”, rodeada de ángeles, sobre el edificio sagrado.


La pintura de María en el empíreo cielo la muestra como Reina y Señora de todo lo creado, bendiciendo y aceptando el templo obsequio de su pueblo que aparece dirigiéndose a él.


En un primer plano, ante una balaustrada a modo de balcón, un grupo de personas, con la atención en un “centro” virtual. A la derecha, la figura del padre franciscano Bernardino Orellana, quién gestionó todo el proceso jurídico y económico de la corona y la Coronación de la Virgen ante las autoridades de Roma y los joyeros de Paris. También la contratación de la Congregación de Lourdistas para regentear el Seminario.  A su lado el Vicario José Facundo Segura, el persistente autor de la Catedral, la Coronación  y el Seminario. Junto a ellos, un laico vestido de criollo que bien podría representar a Caravati, el genial arquitecto o al Dr. Segundo Molas, presidente de la Comisión de la Coronación Pontificia. Con ellos, el Obispo que coronó a la Imagen Mons. Pablo Padilla y Bárcena, o bien Mons. Aneiros, que consagró la Catedral.


A la izquierda el padre Esquiú, un dominico y tres laicos “criollos”. A ambos lados las grandes figuras femeninas que representan la Filosofía y la Teología, que son la síntesis de la formación de los sacerdotes que el Seminario deberá educar para el servicio de María y su Sacramentado Hijo en el Santuario.


La hermosa composición pictórica enmarcada por el Ambato sintetiza la rica herencia religiosa que el Siglo XX recibió del precedente XIX, que impulsó la devoción a María de una manera exponencial.

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