Cara a cara

“La relación médico - paciente tiene que ser algo sagrado”.

domingo, 22 de diciembre de 2019 06:00
domingo, 22 de diciembre de 2019 06:00

HOY: ERNESTO MARTÍNEZ 

Asume la responsabilidad de honrar la profesión para hacer honor al legado de su padre. Sin dobleces y de cara a lo que siente, vuelve la mirada y destaca el tiempo “en que la medicina se ejercía con abnegación”. Habla con pasión por la carrera elegida, que hoy lo tiene como un reconocido médico cirujano. Nos habló del boxeo y su preferencia desde la niñez: los caballos de carrera. A tal punto que es el creador del Hipódromo Catamarca, que está en Miraflores. Se lo recuerda como uno de los mejores directores que tuvo el hospital San Juan Bautista, institución que lo emociona cuando hace un balance. Es el protagonista del Cara a cara de este domingo. El que sigue es el pensamiento del médico cirujano Ernesto Enrique Martínez, el abanderado de la promoción 1969 de maestros.


  -¿Por qué la elección de ser médico?
  -Sin lugar a dudas que hay etapas y ciclos en la vida de las distintas generaciones, las que en definitiva influyen en gran medida sobre lo que deseas hacer o ser: te marcan y te generan expectativas que posteriormente pueden –o no- cumplirse, pero que sirven para iniciar el camino. Es cierto que hoy en día los chicos tienen un panorama mucho más amplio, pero en lo que hace a nuestra generación considero que había afanes más puntuales y en muchas ocasiones orientaba sus pasos a responder a un legado familiar. En ese sentido, mi padre me sirvió de ejemplo, de horizonte. Era una etapa en la que la medicina en Catamarca se desarrollaba casi con abnegación. Recuerdo en mi niñez, en el living de mi casa se vivían momentos de tensión para recuperar a un chico en estado convulsivo; vivíamos las consultas que no tenían horario y se hacían hasta en horas de la madrugada.


  -Aquel recordado “médico de la familia”…
  -Ese médico que no podía decir que no en ningún momento y, además, la familia del médico totalmente involucrada en la solución del problema. Tengo la imagen de mi madre colaborando en cada una de las situaciones. Ese ejemplo de abnegación, esa pasión puesta  al servicio del vecino, indudablemente dejan una marca. Me vienen a la memoria las figuras de célebres cirujanos como los doctores (Juan Gustavo) Andrada o Marcelo Barrionuevo, entre otros. Hombres abnegados, hombres que fueron pioneros en la medicina y en la cirugía en Catamarca. Por eso, volviendo a la pregunta inicial, cuando tuve que decidir sobre mi profesión, no tuve ninguna duda. Empecé a entrar a los quirófanos cuando estaba en la escuela secundaria y ver el empeño puesto en la atención del cuerpo del ser humano, el poder definir una mejoría en la vida de una persona, me sirvió de orientación para decidirme por la cirugía. Estaba absolutamente seguro de lo que quería hacer en el futuro.
  -En base a lo expresado: con el paso de los años, ¿la figura del médico fue ganando respeto y prestigio en el marco de la sociedad?


  -(De manera categórica) No. Todo lo contrario. Yo veía el respeto y la admiración hacía mi padre cada vez que visitaba un domicilio. Veía el agradecimiento en los ojos y en los gestos de la gente cada vez que se despedía de la familia visitada. Yo lo acompañé a mi padre en numerosas oportunidades en esas visitas domiciliarias y en base a aquella experiencia debo decir que hoy las cosas han cambiado sustancialmente: por profundas modificaciones en la sociedad, pero particularmente con los fuertes cambios en  la actitud del médico. El ser médico marca cosas que tenemos que tener en cuenta durante toda nuestra vida. Es un signo a fuego que en todos los médicos significa honrar el lucir esa chaquetilla y, fundamentalmente, honrar desde la respuesta solidaria y humana que se debe tener en todo contacto con quien busca una asistencia, una ayuda. ¿Por qué se ha desvirtuado la figura del médico a los ojos de la sociedad? Debo decir inicialmente que los tiempos han sido un tanto perversos. En épocas de mi niñez y adolescencia, veía en la figura de mi padre un hombre relajado, tranquilo,  más allá de sus responsabilidades; nunca tuvo una fortuna, pero con su profesión podía mantener a la familia con dignidad. Los tiempos fueron generando mecanismos de prestación médica que en sus comienzos parecía que era la panacea y que con los años se fueron tornando perversos. Hoy por hoy, el paciente y el médico están incluidos en un sistema cautivo que hace que, con el nombre de obras sociales, pretenden ser instituciones que solucionan la problemática de la prestación médica, pero en realidad, por los dispositivos establecidos, perturban seriamente esa relación médico-paciente. No es fácil, para el paciente y sus familiares, encontrarse de pronto conminados  a pagar extras cuando se sienten protegidos por la obra social porque en teoría ya hicieron los aportes correspondientes. Pero tampoco es fácil para el médico mantener el nivel prestacional por los costos actuales en todo lo que tiene que ver la complejidad médica, si las obras presumen de que van bien porque han pagado cuatro meses hacia atrás. Entonces, es muy difícil, con la vorágine de nuestra economía, que el prestador en salud pueda tener la espalda suficiente para aguantar cuatro meses de atraso en el pago de su prestación. Hoy, diez días de diciembre, las obras sociales que están más próximas en el pago, han pagado el mes de agosto. Y esto viene sucediendo desde hace muchísimos años.
  -¿Esto llevó al médico a cobrar el cuestionado plus?


  -Veamos: si un ciudadano común toma un préstamo en un banco y no cumple durante cuatro meses con el pago de la cuota correspondiente, seguramente la entidad bancaria lo pone en situación judicial. En el caso de los médicos, deben esperar pacientemente que las obras sociales dispongan el pago. Y muchas veces, por errores administrativos en las órdenes médicas, el médico cobra hasta seis o siete meses después que hizo la prestación.


  -Consideramos que el médico no debe preocuparse por estas cuestiones extras. Su preocupación esencial debe ser la salud del paciente.


  -Está claro: si el médico cobra con cuatro o cinco meses de atraso, cobra aranceles atrasados. Resulta absolutamente perturbador que el paciente ingrese al consultorio habiendo pagado un extra que él considera que está en su derecho no pagarlo. En este contexto, el estado de ánimo del paciente, y el de sus familiares, es diferente. Y el paciente, lamentablemente, se tiene que allanar a la circunstancia porque quiere encontrar una respuesta a lo que le está pasando en su salud; estamos hablando de una consulta que necesita hacer. 


  -La situación del médico no debe ser la mejor en estos casos.
  -¡De ninguna manera! En ese instante, cuando el médico conoce que el paciente ha ingresado pagando un extra, la relación médico-paciente no es la que debiera ser. Porque si hay algo que debe predominar en cualquier consulta médica es la empatía, la confianza absoluta a la persona a la que van a consultar. El paciente tiene que ingresar liberado de todo cuestionamiento emocional para poder ser buen receptor de la respuesta que el médico le pueda dar. La relación médico-paciente tiene que ser algo sagrado y este tema está perturbando esa relación. Es uno de los factores que influyó para que el médico pierda posicionamiento en la consideración social. Quiero ser absolutamente claro en esta cuestión: la postura de cobrar –o no- el plus queda sujeta a cada uno de los médicos y hacia quienes lo cobran no tengo ninguna oposición porque cada uno sabe dónde le aprieta el zapato. Hay colegas que dependen exclusivamente de la consulta médica, y otros que no. 
  -Respeta a sus colegas en la decisión de cobrar –o no- el plus. No siente el ánimo de juzgarlos.


  -(Enfáticamente) ¡No! No voy a juzgar a mis colegas. Porque con toda sinceridad lo digo: interpreto las necesidades que tienen. También interpreto que como integrante del Círculo Médico hemos firmado un convenio, nos debemos a ese convenio…y ahí está el quid de la cuestión. Al final de cuentas: parece que todos estamos en falta.
  -¿Entonces?
  -Entonces: no demoren más de 45 días en pagar y si hubo cambios en el valor de los aranceles, paguen el arancel actualizado. 

El médico del campeón 
En el libro “Boxeo. Un deporte que inundó de gloria a Catamarca” el periodista especializado en esa disciplina Leo Romero, en el capítulo dedicado a Hugo Rafael Soto (único campeón mundial que tiene la provincia) destaca la presencia para ese logro de tres personas: Luis Armando Soto (hermano del campeón), el promotor Rafael Maldonado y el médico Ernesto Martínez. Así cuenta Martínez la experiencia vivida: “El deporte lo vivo con mucha pasión. He practicado el básquetbol desde chico, en aquél Montmartre detrás de la biblioteca de calle San Martín. Cuando nos cambiamos de barrio tenía 11 años y me acerqué a Red Star. Del boxeo recuerdo que escuché por radio aquella famosa pelea entre Nicolino Locche y Paul Fuji y que ganó Nicolino por abandono. Entre mis 15 y 30 años, hubo argentinos campeones extraordinarios en el boxeo y otras grandes figuras a nivel mundial. Una camada magnífica de boxeadores. Fue cuando regresé a Catamarca. Voy a verlo a Sotito en una pelea con un salteño. La mamá de los chicos Soto se enfermó y tuve que operarla en el hospital. Esa noche me quedé conversando con Luis y Hugo y ahí tomo conocimiento de la situación de Hugo, que no tenía el respaldo necesario en el tema salud. No estaba asesorado y estaba creciendo mucho en ese deporte. Días después, la gran sorpresa: vuelvo a mi casa y me estaban esperando los hermanos Soto para proponerme que me haga cargo de su vida deportiva en el tema salud. Me sorprendió y acepté; constituimos un equipo de trabajo que, a la larga, le dio a Catamarca la  tremenda satisfacción de tener un campeón del mundo. (Emocionado) ¡Quién diría que después tenía la oportunidad de tener cerca a figuras como Leonard! Fue una experiencia que me emociona y me eriza la piel. Resultó una empresa muy saludable, porque pudimos demostrar que de Catamarca podía surgir una cosa diferente.”

  Compromiso con los valores

El Dr. Ernesto Martínez estuvo estrechamente ligado al hospital San Juan Bautista durante 35 años, ocupando diversos cargos: jefe de Guardia en Emergencias, jefe de Unidad de Cirugía, jefe de división Cirugía, jefe de departamento Emergencia, director asistente en tres períodos y director general entre 2008 y 2011. Además, fue secretario gremial y secretario general del Círculo Médico de Catamarca.


Así recuerda su paso por el hospital San Juan Bautista: “Cuando uno tiene vocación por la salud pública, estas experiencias son realmente muy enriquecedoras. Porque uno lo hace con pasión, con compromiso, con una entrega total. En el caso de nuestro hospital, junto a alguien como Carlos Sánchez Reynoso, alguien a quien nunca voy a olvidar en mi vida y que amaba el hospital público, teníamos un registro estadístico donde nos planteábamos que diariamente teníamos dos mil hipótesis de conflicto y teníamos que salir delante de esa situación. En aquella época el hospital recibía unas 700 consultas diarias en consultorios externos. Cada paciente va con su familiar y cada uno tiene una expectativa y esa expectativa involucra: la respuesta a la consulta, los eventuales estudios solicitados, las prioridades y demás. Todo esto genera demanda. Después, hay 500 consultas diarias en la parte de emergencia. Aquí la respuesta tiene que ser inmediata y se plantean otras hipótesis de conflicto con los familiares del paciente, que llegan preocupados y generan otro tipo de problemas en muchos casos por la rápida atención, perdiendo hasta la cordura. A la hora de hacer un resumen como director del hospital, puedo decir que fue muy grande la satisfacción de haber ejercido esa conducción. Sentí en todo momento el acompañamiento de todo el personal, como que dignificamos nuestra labor al servicio de la salud. Teníamos una escala de valores con los cuales nos sentimos comprometidos en cada jornada de trabajo. Fue una enorme satisfacción haber vivido por y para el hospital durante tantos años”.
 

Personal

-Nombres y apellido: Ernesto Enrique Martínez.
-Padres: María Elena García y Samuel del Pilar Martínez. 
-Hermanas: María Magdalena (bioquímica), Sonia Elena (nutricionista) y Natalia (empleada Poder Judicial).
-Esposa: Gisela María del Valle González.
-Hijos: María Constanza, Juan Manuel, María Sol, Exequiel, Pilar y Astrid.
-Estudios: primarios en Mendoza, Escuela Belgrano y Colegio Quintana. Secundaria: Colegio Fray Mamerto Esquiú (abanderado de la promoción de maestros 1969, que recientemente estuvo celebrando sus Bodas de Oro). Recibido de médico cirujano en la Universidad Nacional de Córdoba.-Personaje: “Mi padre. Mi raíz y mi ejemplo. La historia argentina se nutre de grandes figuras. Me quedo con la honestidad y la transparencia de quien me sirvió de ejemplo y que marcó mi vida a fuego (visiblemente emocionado). En esto no tengo ninguna duda de elegir la figura de mi padre”. 
-Un deseo: “Que estas fiestas de fin de año no solamente nos provean paz. Que además generen hermandad real entre los catamarqueños. Que sean el comienzo de una nueva Argentina. Una Argentina en la que se terminen las promesas que jamás se cumplen”.  

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Comentarios

23/12/2019 | 10:45
#149006
Excelente profesional..... Las mujeres felices al verlo como acompaña en el quirófano a su hijo hermoso (cirujano plástico).....Les deseo que Dios y la Virgen siga bendiciendo para siempre esas manos únicas...

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