Sirvió a la Diócesis de Catamarca a través de sus 64 años de ministerio sacerdotal

Despidieron los restos mortales del padre Carlos Aldo Nieva

El Obispo destacó su espíritu de servicio acompañando a los necesitados.
viernes, 27 de diciembre de 2019 00:29
viernes, 27 de diciembre de 2019 00:29

Ayer, fueron despedidos los restos mortales del padre Carlos Aldo Nieva, quien sirvió a la Diócesis de Catamarca, a través de sus 64 años de ministerio sacerdotal.


La misa exequial fue presidida por el Obispo Diocesano Luis Urbanc, concelebrada por numerosos sacerdotes del clero local, con la participación de familiares, amigos y miembros de distintas comunidades a las que pastoreó, quienes se dieron cita en el templo parroquial de San Nicolás de Bari, en el barrio La Viñita, para darle el último adiós.


En su homilía, Urbanc dijo: “En el marco de este misterio de la Navidad, Dios ha querido llevarse a su lado a su hijo sacerdote, el padre Carlos Aldo”. Comentó que en las conversaciones que venía manteniendo con él, mientras estaba internado, le había confiado que “su sueño era poder volver una vez más al Camarín para estar con la Virgen. Y Dios le dio la gracia de que en esta Navidad, la Virgen María lo haya venido a buscar para presentárselo a su Hijo Jesús. Así que es un deseo cumplido dentro del misterio del nacimiento del Redentor, a quien él sirvió como sacerdote, haber dado su paso para el encuentro con Dios”.


Asimismo, Urbanc compartió que “durante este tiempo de internación, ha hecho un hermoso camino de oración, de purificación, de dar gracias a Dios por el don del sacerdocio, por todo lo que ha podido hacer con su ministerio. Eso es muy importante”.
Destacó que “hoy, día de su sepultura, la Iglesia recuerda a San Esteban, el primer mártir de la Iglesia”, haciendo referencia a que era un diácono y que la misión de este ministerio anterior al sacerdocio es el servicio. Por ello, indicó: “Cuantas veces hablaba con él, me hablaba de su ministerio en esta zona del sur de la ciudad, que quizás en aquella época era lo último que tenía la ciudad, y a él le tocó trabajar mucho en medio de las personas necesitadas, de aquellos que son señalados con el dedo por la sociedad. Ese espíritu de servicio, de estar como sacerdote pudiendo acompañar a aquellos que te necesitan, era su afán”.
Además, puso de realce que “él quería mucho a la Virgen, y otra cosa digna de ponderar de él es que quería mucho a su madre, hablaba mucho de su mamá”.


Finalmente, confió “a la infinita  misericordia del Buen Pastor a nuestro hermano sacerdote Aldo, para que pueda contemplar el rostro del Dios misericordioso, a quien quiso servir”.


Antes de la bendición final, el Obispo y los sacerdotes se despidieron de su hermano presbítero rociando los restos de su cuerpo mortal con agua bendita y elevando la súplica confiada a Dios por el eterno descanso de su alma.


Por último, familiares, amigos y la comunidad en general le tributaron su emotiva despedida al padre Carlos.

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