Religiosas

El reloj de Fray Mamerto

El profesor Mario Daniel Vera, nos brinda una nueva columna dedicada a conocer facetas de la vida y el accionar del Venerable Fray Mamerto Esquiú. Hoy está centrada en su reloj de mano.
domingo, 17 de febrero de 2019 00:00
domingo, 17 de febrero de 2019 00:00

Es realmente maravilloso poder tocar con nuestras manos un objeto que haya tocado en vida el Venerable Esquiú. Trabajando en el Archivo del Obispado, he tenido entre mis manos numerosos papeles donde está su firma, cuando allá a mediados del siglo XIX era el encargado de tomar examen a los novicios en el convento franciscano de Catamarca. Enorme emoción sentía al pensar que ese mismo papel fue tocado por Fray Mamerto Esquiú, y lo imaginaba tomando la pluma, mojándola en el tintero y apoyando su mano para firmar las actas de examen. 


Idéntica sensación tuve hace muchos años cuando el Padre Jorge Martínez me invitaba al convento catamarqueño y al tener entre mis manos documentos que fueron redactados de su puño y letra o al tocar alguno de los libros comprados por Esquiú en su viaje por Roma y traídos al convento catamarqueño. 

Histórica reliquia 


Es indescriptible e imposible de manifestar con palabras lo que se siente al tocar un objeto que el Padre Esquiú usara y llevara en su hábito franciscano por más de diez años: su reloj de bolsillo. Si bien sus descendientes no pudieron precisar cuándo, dónde, ni quién le regaló este reloj de plata, sabemos que perteneció al Venerable Esquiú durante los últimos diez años de su vida. Es decir que este reloj lo acompañó por Tarija, Sucre, en su viaje de regreso a nuestro país, en su viaje por Roma y Tierra Santa, en La Puerta de Ambato cuando visitaba a sus hermanas, en su casa natal de La Callecita, en el convento franciscano de Catamarca, en el histórico convento de San Lorenzo, en su célebre discurso de la capitalización de Buenos Aires, en su consagración episcopal, en sus numerosas misiones por el interior de la diócesis cordobesa, en su último viaje a la provincia de La Rioja y hasta el día de su muerte en El Suncho. 


Don Odorico Antonio Esquiú lo retiró de Córdoba y lo conservó celosamente en su casa de la ciudad de Salta. Este reloj fue pasando de generación en generación y en la cálida tarde del miércoles 18 de julio de 2018, don Santiago Mamerto Esquiú lo sacó del interior del cajón de una mesa de luz ubicada al lado de la cama de don Julio Desiderio Esquiú, su padre. Al tenerlo entre mis manos pensé en las veces que el Padre Esquiú habrá consultado la hora esperando el tren o las mensajerías o rumbo a alguna importante reunión. ¡Y ahora estaba en mis manos!

Tesoro familiar


Don Julio Desiderio nos dice: “Al reloj yo lo recibí con el vidrio roto, rajado y no lo quise nunca llevar a ningún relojero por miedo a perderlo. Últimamente me lo pidieron prestado para un sobrino que le hicieron una operación en la cabeza. Me parece que este chico a alguien se lo prestó o se cayó porque se salió una aguja del minutero y el segundero entero y me rompieron la virola que aprieta el vidrio. En una cajita colorada, así me lo dio mi padre. Apretándolo se abre. Ese reloj me lo dio mi padre con la indicación de que cuando yo me muera, se lo pase a mi hijo Santiago. Este reloj lo tenía mi tía Angélica, que era la hija mayor de mi abuelo, y mi padre la embromaba, la embromaba hasta que le dio el reloj. Le decía mi padre “vos no tenés ningún descendiente varón, además estás casada con un Ferrary”. Debe quedar en la familia por vía paterna y en los que tengan el apellido Esquiú.  


También tengo la medalla conmemorativa de la capitalización de Buenos Aires; la tengo yo, pero la tengo en Chicoana. Es una medalla grande, un poco más chica que el reloj. Cuando yo me enfermé hace tres años, tuve que dejar Chicoana donde tenía todas las cosas valiosas que pertenecieron a Fray Mamerto, todas ellas certificadas por la Causa”. 


La licenciada Sandra Solohaga, bajo el título El Reloj, escribió: “Reliquia de familia de la cual muy pocos tienen el honor; yo te tuve entre mis manos pidiéndote gracia e intersección, y me sentí bendecida por el fuego de tu amor, que se entremezcló entre el silencio y una profunda paz interior, renovando la esperanza de verte con la aureola de los santos, fiel hijo de Dios”. 

Los Esquiú de Salta en la Casa Natal


Uno de los recuerdos más entrañables de don Julio Desiderio Esquiú es aquel cuando visitó la provincia de Catamarca y fueron, con su padre y con su hijo, a la casa de La Callecita, donde nació su bisabuelo Odorico Antonio Esquiú. Todos los devotos del Venerable Esquiú tenemos la hermosa sensación de paz y de dicha al recorrer la casa donde nació Fray Mamerto. Ahora imaginen lo que debe sentir un hombre que tiene el mismo apellido y la misma sangre, al ingresar a la casa donde nacieron sus antepasados. 


Allá por el año 1962, tres generaciones de Esquiú, visitaron la Casa Natal de San José de Piedra Blanca: ellos eran, don Santiago Esquiú Leguizamón, de 64 años; don Julio Desiderio Esquiú Saravia, de 33 años y el niño Santiago Mamerto Esquiú D’Andrea, de seis años. “Fuimos en el auto de mi padre a Piedra Blanca, un Chevrolet, pero no me acuerdo el modelo. Fue muy lindo estar con mi padre y con mi hijo en ese lugar donde se inició nuestra familia”, dice don Julio Desiderio. 


Su hijo mayor, don Santiago Mamerto Esquiú D’Andrea, nació en la ciudad de Salta el 1 de abril de 1956. Es ingeniero industrial y está casado con María Silvia Valdés Jándula y tienen cinco hijas: Magdalena, Virginia, Milagros, María José y Agustina Esquiú Valdés (Carlos A. Ferrary Esquiú Storni. Esquiú y Medina. Salta, 1999, pág. 63). Él nos dice: “Recuerdo que fui a Catamarca cuando tenía seis años acompañado de mi padre y mi abuelo. Pero el 10 de mayo de este año (2018) cuando regresé a Piedra Blanca e ingresé y recorrí con mi esposa la casa donde nació Fray Mamerto fue muy impactante y me di cuenta de lo mucho que los catamarqueños quieren a Esquiú y lo tienen muy presente”. 

En la Catedral de Córdoba


Don Julio Desiderio también nos relata el viaje que hicieron a la ciudad de Córdoba y su visita por la Catedral donde están los restos del Venerable Fray Mamerto Esquiú. Al respecto nos cuenta: “Monseñor Raúl Francisco Primatesta nos quería saludar y cuando lo conocí me llamó la atención su color cetrino. Ese día, le pregunté ¿por qué el cuadro que tienen en la Curia, Fray Mamerto tiene la casulla media gris? Y no me supo contestar. Porque él siempre usó la casulla color té con leche, la franciscana. Ese día se inauguró la urna en el altar de él, la que parece una placa. Esa placa se abre y se ve en el interior los restos del Padre Esquiú. En la otra urna se ven las sandalias, el sayal franciscano y el cíngulo. Nos hicieron firmar en un libro a las tres generaciones de Esquiú en la Catedral de Córdoba. Santiago tenía 10 años. Monseñor Primatesta le dijo a mi hijo Santiago: “Vos te llamás Mamerto Esquiú; tenés una gran responsabilidad en llevar ese nombre”. 


Don Santiago Mamerto Esquiú, hoy de sesenta y dos años, dijo: “Cuando estuve en Catamarca en el mes de mayo me di cuenta de lo fuerte que es el apellido, de lo mucho que significa para los catamarqueños y para nosotros. Me dio la sensación de que, en Catamarca, Esquiú está vivo”.

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