Fray Mamerto Esquiú y los Papas

El profesor Mario Daniel Vera nos ofrece una nueva entrega sobre aspectos de la vida y la figura del Venerable Fray Mamerto Esquiú.
domingo, 10 de marzo de 2019 02:03
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Cinco Papas se sucedieron durante la vida del Venerable Esquiú, llegando a tener contacto epistolar y a conocer a dos de ellos. Cuando Mamerto Esquiú nació en La Callecita de Piedra Blanca, el Sumo Pontífice era León XII; hombre nacido en Genga, Spoleto, y bautizado como Annibale Sermattei, tuvo un corto pontificado, desde 1823 hasta su muerte el 10 de febrero de 1829. Fue sucedido ese año por el Papa Pío VIII, nacido en Cingoli, bajo el nombre de Francesco Sabeiro Castiglione, de pontificado aún más corto, ya que falleció el 1 de diciembre de 1830. Desde 1831, estuvo al frente de la grey católica Gregorio XVI, nacido en Belluno, Venecia, bajo el nombre de Bartolomeo Alberto Cappellari, hasta su muerte el 1 de junio de 1846. 

 

De visita en la Ciudad Eterna

En 1870 las tropas del rey Víctor Manuel pusieron fin al poder temporal de los Papas cuando la ciudad de Roma pasa a ser la capital del reino de Italia. Por esos años Esquiú estaba en Bolivia y al saber la noticia del fin de los Estados Pontificios, escribió un largo y fundamentado texto denominado “Roma y el Papa”, el que fue publicado en las páginas de El Cruzado. 

Cuando Fray Mamerto Esquiú llegó a Roma, el viernes 28 de abril de 1876, la ciudad se hallaba en poder del gobierno civil que había despojado al Santo Padre de sus territorios. Es indudable que su corazón de sacerdote y de defensor del catolicismo sufría muchísimo ya que, en su Diario de Recuerdos y Memorias, expreso: “El espectáculo de la ciudad me producía un verdadero estado de nausea, un caimiento de ánimo y una tristeza invencible”.… “Es un verdadero anacronismo el que esta ciudad se haya elegido para capital de la Joven Italia; sólo el odio a la iglesia y a su Divino Fundador podía haber inspirado esa necesidad diabólica que el mundo moderno ha sentido de Roma”.  

Estando en la ciudad de Roma cumplió sus cincuenta años, siendo ese día 11 de mayo una jornada de evocación y grandes recuerdos al pensar en su Catamarca y en su Patria latinoamericana, al evocar a sus hermanos y sobrinos, celebrando misa por el alma de sus padres. Sintió una impresión solemne y grandiosa al recorrer las catacumbas de San Calixto y la Vía Appia. La plaza de San Pedro le causó admiración por su belleza arquitectónica y su profundo significado: “Es una magnificencia propia solo de Papas con su corazón tan ancho como el mundo y tan estable como las promesas que han instituido el Papado”. Al recordar que ahora se encontraba bajo el poder civil, expresó indignado: “Quitar el poder a esos hombres para darlo a la pillería, sólo en este siglo podía haberse hecho”. (Mamerto González, La vida privada…, Córdoba, 1914, pág. 190). 

 

Conoce al Papa Pío IX

Pío IX nació en Senigallia, con el nombre de Giovanni Mastai Ferretti; fue elegido Papa en 1846, rigiendo los destinos de la iglesia católica hasta su muerte acaecida el 7 de febrero de 1878. Proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de María, en 1854 y convocó al Concilio Vaticano I, en 1870. 

Estando en Bolivia, el Padre Esquiú tuvo un fluido contacto epistolar con este Santo Padre, ya que a sugerencia suya fundó y dirigió el periódico religioso El Cruzado y meses después le encarga ponerse al frente de una gran colecta en la ciudad de Sucre, cuyo óbolo fue enviado al Vaticano. Por todo ello, el 21 de diciembre de 1871, el Papa Pío IX, desde Roma, le envía su bendición apostólica “Al amado Hijo, el religioso Mamerto Esquiú, director del periódico El Cruzado, en la ciudad de Sucre, Bolivia”. Al Papa Pio IX se dirigió por carta el presidente Domingo Faustino Sarmiento y el Congreso Argentino, proponiendo al Padre Esquiú como arzobispo de Buenos Aires, cargo que rechaza. 

Luego de su cumpleaños número cincuenta, Esquiú realizó varios días de oración y ejercicios espirituales que lo prepararon para conocer al representante de Cristo y sucesor de Pedro; pero debido a su gran humildad no se atrevió a pedir audiencia privada con el Sumo Pontífice. En audiencia pública, en la Sala del Cantone pudo conocer, recibir la bendición y besar el pie de Pío IX el miércoles 31 de mayo de 1876. 

En su Diario escribió: “No tuve la felicidad de que fijase en mí su mirada, ni me dijese una palabra, y, por consiguiente, de que yo le hablase de los míos; pero esto no me priva del bien substancial de la ternura y buen ánimo que inspira su presencia y del bien que debe producir el acto religioso de besar ese pie que, en la persona de Pedro, lavaron manos divinas, y de la bendición del que es Vicario de Nuestro Señor Jesucristo. Yo me he sentido bien y he quedado contento, y me reconozco muy favorecido del Señor en este beneficio”. (M. González, Ob. Cit., pág. 194). 

Una semana después, el miércoles 7 de junio, verá nuevamente a Pío IX en audiencia pública; allí recibe su bendición, pero no intercambia palabras con él. En esa ocasión Esquiú manifiesta que “el semblante del Papa respiraba la paz del justo y que estaba aún fresco a pesar de los ochenta y cinco años de edad”. El día siguiente partió en ferrocarril para Nápoles desde donde se embarcó en el vapor Peluce hacia Tierra Santa. Estando de regreso en Roma, se produce la muerte del Papa Pío IX. Fray Mamerto vio el cadáver del Papa y al respecto escribió en su Diario el domingo 10 de febrero: “Su semblante, con indefinible majestad, parecía decir Bonun certamen certavi. Le era muy propio el color rojo de los sagrados ornamentos; la mitra era de lama de oro, sin ningún adorno” (M. González, pág. 533). 

 

Conoce al Papa León XIII

León XIII nació en el Carpineto Romano bajo el nombre de Vincenzo Luiggi Pecci, fue elegido Papa en 1878 y dirigió los destinos de la iglesia católica hasta su muerte acaecida el 20 de julio de 1903. Durante su papado, el Vaticano tuvo iluminación eléctrica y fue el primer Papa captado en un film. Por medio de la encíclica Aerniti Patris Filius, instituye la enseñanza de la filosofía tomista en las universidades del mundo católico y con la encíclica Rerum Novarum, fijó la postura de la iglesia con respecto al mundo del trabajo y la política social. 

El lunes 8 de abril de 1878, el Padre Esquiú besó el pie y la mano del Papa León XIII, en una audiencia pública en la que estaban más de doscientos polacos. “El semblante del Santo Padre es enjuto de carnes, pálido y apacible, y risueño en sumo grado, dejándose traslucir una firmeza de carácter que nada de este mundo será capaz de vencerla. Sus hábitos son bellísimos: sotana y cinturón blancos, capa y sombrero rojos, lo que quiere decir Amor crucificado” (Diario de Recuerdos y Memorias, pág. 541) 

Esquiú por estos días residía en el convento de Araceli; desde allí salía a conocer los lugares más sagrados de la cristiandad, la Basílica de San Pedro, la Porta del Popolo, el obelisco, el Janículo, todas las iglesias romanas y la ciudad de Asís. El 10 de abril partía de Roma hacia nuestro país. Dos años después, será el Papa León XIII quien le ordenó que aceptase ser obispo de Córdoba a lo que el Padre Esquiú respondió, “Si el Santo Padre lo quiere, Dios lo quiere. Cúmplase su voluntad”.

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