Religiosas

Esquiú y Wenceslao Achával

El profesor Mario Daniel Vera nos introduce en la figura de Wenceslao Achával y su rol en la vida del Venerable Fray Mamerto Esquiú.
lunes, 25 de marzo de 2019 00:49
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José Wenceslao Achával nació en Santiago del Estero el 24 de noviembre de 1813. Su familia era políticamente afín al Partido Federal y fue él quien administró los sacramentos al caudillo Juan Felipe Ibarra en su lecho de muerte. Fue ordenado sacerdote el 28 de octubre de 1833. El Papa Pío IX le designó obispo de la diócesis de San Juan de Cuyo, que entonces comprendía las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis; el 4 de octubre de 1868 en Buenos Aires se celebró su consagración episcopal, ceremonia presidida por Mons. Mariano José de Escalada. Se hizo cargo de la diócesis el 10 de noviembre sucediendo a Nicolás Aldazor, fraile también formado en las aulas del convento franciscano de Catamarca. Durante su mandato fundó el Seminario, la Casa de Ejercicios Espirituales, el Cabildo Catedralicio y el diario católico La Verdad y en 1870 viajó a Roma donde asistió al Concilio Vaticano I. José Wenceslao Achával falleció en San Juan el 25 de febrero de 1898 y su cuerpo descansa en la Catedral de aquella provincia.

Su segundo padre 
El joven Wenceslao Achával llegó a la ciudad de San Fernando del Valle para cursar sus estudios en el prestigioso convento San Pedro de Alcántara. “Vistió el hábito franciscano en 1830, en septiembre de 1831 hizo la profesión solemne y tres años más tarde se ordenó sacerdote, con dispensa papal a causa de su edad. Desde su ordenación sacerdotal fue destinado a la enseñanza, primero como maestro de latín, después como profesor de filosofía, teología y derecho canónico en el mismo convento de Catamarca” (Pablo Reartes. Memoria de los hermanos que nos precedieron, Buenos Aires, 2016, pág. 123). 


Achával conoció a Mamerto Esquiú en la escuela franciscana al iniciar el ciclo lectivo de 1835. El niño que llegaba desde Piedra Blanca estudiaba con aplicación y esmero, pero al año siguiente sufrirá una pérdida irreparable; el 20 de mayo de 1836 falleció su madre, María de las Nieves Medina. Todos los maestros y sacerdotes brindarán palabras de consuelo para el atribulado niño, pero será fray Wenceslao quien alivie su congoja con muestras de comprensión y cariño. Años más tarde, Esquiú recibió de Achával el hábito de novicio el 13 de julio de 1841 y ante él hizo la profesión de votos el 14 de julio de 1842. Wenceslao Achával fue guardián del convento catamarqueño y a los 35 años de edad fue elegido Ministro Provincial de la Orden Franciscana. En su carácter, brindará un gran favor a su alumno predilecto. 

Achával intercede en pos del niño de La Callecita
En 1848 el obispado de Salta, del cual dependía Catamarca, estaba vacante, por eso los futuros sacerdotes catamarqueños debían trasladarse a la diócesis de San Juan para ser ordenados. “A mediados de julio del año 48 salían de Catamarca, en alegre caravana de viaje a mula, seis estudiantes franciscanos y un clérigo minorista, saber: Fr. Mamerto Esquiú; Fr. Andrónico Salado, Fr. Eleuterio Portilla, Fr. Gerardo Molina, Fr. Amancio Villagrán, Fr. Arcángel Barrionuevo y Dn. Miguel Rivero, clérigo manteísta que había cursado sus estudios en el mismo convento franciscano” (Luis Córdoba. El Padre Esquiú. Córdoba, 1926, pág. 61). 


Todos fueron ordenados sacerdotes por el obispo doctor Eufrasio Quiroga Sarmiento, a excepción de los diáconos Esquiú y Barrionuevo, por falta de edad. A pesar de los numerosos pedidos y ruegos, que tenían en cuenta el largo y penoso viaje realizado, el obispo se mantuvo inflexible y no los ordenó. Por esos días llegó de visita canónica al convento de Mendoza fray Wenceslao Achával quien, al conocer esta situación, escribió una carta llamando a los diáconos Esquiú y Barrionuevo, que nuevamente subieron a sus mulas y recorrieron 170 kilómetros hasta la capital mendocina. Casi dos meses estuvo el joven Esquiú en Mendoza compartiendo con su antiguo maestro y amigo. Era tanta la admiración y cariño que el Padre Achával tenía por él que usó sus influencias. “Silenciosamente el Rdo. Padre Achával tocó la influencia del General Benavidez para que obtuviese del señor Obispo que ordenase a los dos postergados. Cuando el P. Provincial estuvo seguro del buen éxito de sus diligencias, sin decir nada a los ordenados, los mandó de regreso a San Juan” (Félix Avellaneda. Fray Mamerto Esquiú: datos biográficos. Stella, Catamarca, 1917, Pág. 12). 

Compañeros de trabajo 
Además de ser compañeros de trabajo el Seminario Patriótico Federal de La Merced, donde Esquiú enseñaba filosofía y teología y Achával fue profesor de teología, también fueron convencionales constituyentes. En el año 1855, durante el gobierno de Sinforeano Lascano se reunió una Convención Constituyente con el objetivo de sancionar una Constitución Provincial, de acuerdo a los principios establecidos por la Constitución Nacional de 1853. Esta convención estaba integrada por dieciocho de los más importantes intelectuales y hombres de bien de la provincia. En sesión del 13 de abril se designaron las autoridades, siendo designado presidente Fray Wenceslao Achával; vicepresidente primero, Don Pedro José Segura y vicepresidente segundo, Fray Mamerto Esquiú. (Mamerto González. La vida pública de Fray M. Esquiú, Buenos Aires, 1910, pag. 150). El 8 de mayo de 1855 fue sancionada la nueva Constitución de la Provincia de Catamarca. Achával luego fue consejero de los gobernadores Octaviano Navarro y Samuel Molina y en 1860 fue designado vicario foráneo de Catamarca. 

Esquiú se confiesa por carta con Achával 
De la abundante correspondencia entre ambos, haremos referencia a una carta que refleja el inmenso cariño, la confianza y la consideración que el Padre Esquiú tenía hacia su antiguo maestro. En 1872, estando en Sucre le llega la noticia de su designación como arzobispo de Buenos Aires y luego de pensarlo varios días regresa al convento franciscano de Tarija desde donde envía su renuncia de carácter indeclinable. Decide viajar como misionero hacia Perú y Ecuador y para ello se dirige al puerto de Cobija.

Cuando pasa por la ciudad de Tupiza, el 4 de enero de 1873 Esquiú le escribe a Wenceslao Achával en estos términos: “Ilustrísimo Señor y mi Venerable Padre…he vuelto a leer su carta con los sentimientos de un hijo que tras largos años oye la voz amada de su padre…la tengo aun a la vista como un testimonio sobre mil más de la bondad paternal con que me ha tratado siempre, no solo en mi niñez cuando oía de su boca las primeras lecciones de la lengua y de las ciencias eclesiásticas, sino también cuando el tiempo y largas distancias me tenían separado. Creo de mi deber explicar con la claridad y confianza de un hijo a su padre las causas que me han determinado a la renuncia de aquel nombramiento” (Mamerto González. La vida pública de Esquiú, 1914, pág. 265). 


Luego de comunicarle sus dos motivos, el sentirse indigno para tan alta jerarquía y la preferencia de la sociedad porteña por Mons. Aneiros sumado al fuerte liberalismo imperante en Buenos Aires, se despide de Achával diciendo: “Vuestra Señoría Ilustrísima conoce la humilde condición de mi familia, de mis pobres padres; pero sabe también que su honra no está mancillada; que la ambición y la avaricia no la han rebajado jamás a una acción villana; que en su pobreza y humilde condición ha tenido siempre dignidad y hasta el grado de un heroico orgullo. El honor ante los hombres y el deber más sagrado delante de Dios me han movido a la renuncia. Deseando a V. S. Ilma. mil felicidades y con la ternura de un hijo y la veneración de un cristiano al Pastor depositario de la autoridad de Jesucristo, me despido hasta la vuelta”.
 

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