Artículo especial para El Esquiú.com por el Año Jubilar Mariano 2020

La casa de María: el Santuario

lunes, 8 de julio de 2019 00:24
lunes, 8 de julio de 2019 00:24

Por el Pbro. Mario Gustavo Molas

Como manifestábamos en la primera entrega de “La Casa de María”, los títulos que honran al templo son “Santuario de Nuestra Señora del Valle”, “Catedral” y “Basílica”, estos dos últimos, desarrollados en números anteriores. Hoy nos detendremos en el  Santuario.
La constante afluencia de peregrinos, que de manera espontánea llegan a los pies de la Virgen, hace de este uno de los principales santuarios marianos del país, siendo nuestra Señora la Patrona Nacional del Turismo. Son los fieles los que otorgan el título de Santuario.

Catedral la hace el Obispo por contener su cátedra.
Basílica es una concesión especial dispuesta por el Papa.

Esta afluencia de peregrinos que visitan el santuario en sus dos fiestas anuales –de abril y diciembre-, así también durante el resto del año, suele organizarse en peregrinaciones.

La peregrinación es así una concurrencia en grupos más o menos numerosos que parten de un lugar hacia el Santuario: Lourdes, Fátima, San Nicolás, Catamarca…

Dice de estas peregrinaciones  el Documento de Aparecida del Episcopado Latinoamericano: “(…) Destacamos las peregrinaciones, en las que se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual”.
“Allí el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera, no sólo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia que trasciende su familia y su barrio. En los santuarios, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar”.

Esos mismos fieles, que experimentaron una “gracia” especial, suelen dejar como testimonio los exvotos: pequeñas piezas de metal con forma del miembro sanado y que pueden verse en recuadros de las paredes del camarín o incrustadas en la escultura a la entrada del Museo de la Virgen, en nuestro santuario.

Así, los lugares que  albergan la imagen de Nuestra Señora del Valle son consideradas santuarios: La Gruta, la casa de Salazar, la Ermita y la Matriz, actual Catedral y Santuario.
Decimos también que el Santuario de la Virgen del Valle lo es además del Santísimo Sacramento. Esta afirmación obedece a un hecho histórico.

Producida la fundación definitiva de Catamarca por don Pedro de Mendoza y Mate de Luna el 5 de julio de 1683, habiéndose formado cabildo y dejadas asentadas las autoridades, los vecinos de la Población del Valle, afincados en el Valle Viejo, se negaban a dejar sus viviendas para venir a poblar la nueva ciudad en los solares que les habían sido asignados, en la otra margen del río.

En tales circunstancias, doce años más tarde, el teniente de gobernador  maestre de Campo Bartolomé de Castro, por orden del gobernador de Tucumán D. Martín de Jáuregui, ordenó el traslado de la población al lugar escogido por su fundador.
A fin de obligar a los vecinos a poblar la nueva ciudad, dispuso la construcción de un templo para  la matriz y de un puente sobre el Río del Valle. 

El solemne traslado se hizo el 7 de abril de 1695 con la imagen de la Virgen del Valle y el Santísimo Sacramento, en una procesión con todos los vecinos. Asimismo trasladó el Convento de San Francisco.  Desde ese momento, la Matriz se transformó en el nuevo Santuario con la Madre  y su Hijo depositados en él.

Son innumerables los signos eucarísticos que tiene el santuario, tanto en la cruz de hierro como en el interior, completados recientemente con una nueva y bella Capilla del Santísimo.

Cuando una familia quiere sacralizar un momento especial de sus vidas: aniversarios de boda, pedir por un difunto, celebrar los 15 años, se llega al santuario solicitando una misa, celebración eucarística por excelencia. Nuestro pueblo ha unido su devoción por la Madre del Valle a la de su Hijo Jesús, presente en la Eucaristía, por eso nuestro santuario lo es  de la Virgen del Valle y del Santísimo Sacramento.
 

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