Cara a cara

UN ARTISTA DEL HUMOR NOS HABLA EN SERIO

domingo, 1 de septiembre de 2019 06:00
domingo, 1 de septiembre de 2019 06:00

HOY:  OSCAR “BOMBA” CONTRERA

A los 54 años, tiene los pies sobre la tierra y sabe lo que quiere: en lo artístico y en lo personal. No le pedimos que nos cuente un chiste en su condición de destacado humorista. Nos contó gran parte de su vida, con la seriedad que las circunstancias ameritan. Nos habló de su amor incondicional a su madre María Graciela, de la valoración especial que siente por su esposa Gabriela Alejandra Bossa y del cariño y respeto por sus hijos Gisel, Oscar Mauricio, Alex Javier,  Marisel y Diego, más los nietos Ernesto y Sole. Destaca la excelente relación con Mariano y Romina, los hijos de Gaby. El próximo sábado, desde las 21,30 estará animando “Solo se trata de reír” en el Cine Teatro Catamarca, espectáculo que lo tiene como principal protagonista junto a otros reconocidos artistas. Tenía 7 años cuando vendía praliné en la Fiesta Nacional del Poncho. Allí conoció a los famosos con los cuales, años después, compartiría cartelera y escenario en el mismo festival. Es un elegido por su talento, su capacidad de trabajo y alto sentido de profesionalismo. Algo está a punto de explotar en la sala “Julio Sánchez Gardel”. Se lo adelantamos: es la risa que propone Oscar Armando “El Bomba” Contrera, el invitado del Cara a cara de este domingo.
 
-¿Con qué se va a encontrar el público con “Solo se trata de reír”?
-Es un show de aproximadamente  dos horas, con un  contenido que va desde lo emocional en lo personal y con muchas novedades desde lo artístico. Desde lo personal, voy a rendirles homenaje a mi mamá, como también a los humoristas que me hicieron reír durante mucho tiempo, que fueron alimentando en mi interior esta faceta de hacer humor. Además, se dieron muchas coincidencias, puntos en común, con gente con la que voy a estar compartiendo la puesta en escena, con quienes he compartido cosas durante mucho tiempo en el escenario, entre ellos Popy Arréguez, el equipo de Oscar Pérez, Tata Diovisalvi, DJ Clover, Achi Bevilacqua (baterista de Jorge Rojas) y el canto de Mica Díaz. Es un espectáculo muy emotivo desde lo artístico-personal y estoy muy entusiasmado porque la gente se va a sentir plenamente identificada con los monólogos, la forma en la vamos a recibir y por la oportunidad de juntarme en un escenario con gente que quiero mucho.

-Algo así como una película de tu vida, en vivo.
-Así es, ni más ni menos.

-Imaginamos más de una razón para rendirle homenaje a tu madre, María Graciela Contrera (sin “s”).
-(Con sostenida y sentida concentración deja que hable su corazón) Mi madre ha sido mi mamá y mi papá. Por eso cuando hago mis monólogos y hablo de mi padres, me invento los papás (mi tío es uno, algún novio de mi mamá, los abuelos de mis hijos fueron otros, mi suegro es otro). Me resulta un tanto complejo construir los roles de mis padres, porque me faltó uno, pero mi vieja cumplió acabadamente los dos papeles. Fue y es muy grande mamá, en toda la extensión de la palabra.
 
-Recordamos a tu madre como una de las fans de tu arte.
-¡Sí! En realidad, era fanática de los festivales folclóricos. Mi mamá fue la que me metió, y de esto siento mucho orgullo, en la Fiesta Nacional del Poncho. Gracias a ella empecé vendiendo praliné en el festival, cuando tenía siete años. Me llevaba todos los años hasta convertirme en fanático de la fiesta. Lo cierto es que me consiguió el trabajo de vendedor de praliné y así me hice un “fana” total del Poncho. Desde chico asistí a todas las ediciones, pasando por las distintas etapas de mi vida, hasta ahora que voy en calidad de artista; salvo, claro está, que no estuviere en el país… (hace un gesto de ¿qué tal yo?). Recuerdo a (Víctor) Heredia cantando “Ay, Catamarca” allá en el tinglado de avenida Colón, a Espalter y Almada y otros grandes humoristas, a Don Luis Oscar Aisa, a Landriscina. Una vez me dejaron entrar a los camarines a ver a Los Chalchaleros.

-“Solo se trata de reír” propone un relato de cuántos años de trayectoria artística.
-Casi 25 años. Son 20 desde el punto de vista profesional y 5 de amateur, tiempo en que comenzamos “galgueando” con Los Chiripas hasta que decidimos hacerlo profesionalmente.

-El Cine Teatro Catamarca representa para los catamarqueños algo así como el Luna Park para los porteños: un gran desafío. Si bien tuviste la oportunidad de llenar la sala “Julio Sánchez Gardel”, suponemos que un nuevo reto es como otro gran examen.
-Hablaba hace rato de coincidencias y causalidades. Bueno, estoy frente al periodista que nos impulsó por primera vez a hacer un Teatro Catamarca. Y el mismo miedo que tenía en aquella época lo tengo ahora.

-Una mezcla de responsabilidad y profesionalismo.
-Veo las butacas que tienen que estar llenas el día del espectáculo. Cada vez que transitas los pasillos del Teatro Catamarca te viene un poco de todo: miedo, responsabilidad, respeto, ganas, en fin: todo junto. Recuerdo cuando nos dieron la sala por primera vez, fuimos a visitarla y (Tapia) Carlitos (Dúo Los Chiripas) me decía: “¡hay que llenar esto!”. Bueno, hoy me pasa exactamente lo mismo. Más allá de la crisis y otros factores, está por sobre todas las cosas todo lo que le ponemos para producir un hecho artístico y para que la gente vaya a ver el espectáculo.
 
-Recordabas hace unos minutos cuando vendías praliné y entrabas al Poncho para ver a grandes artistas. Con el tiempo, llegaste a compartir cartelera y escenario con muchos de ellos. ¿Alguna vez se te cruzó por la cabeza esa posibilidad? ¿Pensaste que algún día mucha gente te iba a aplaudir?
-Siempre cuento la misma anécdota: cuando fuimos con Carlitos a actuar por primera vez a Anillaco, cuando todavía no teníamos ni el nombre de Los Chiripas. Por mi cabeza pasaba algo así como un dron, que se elevaba sobre la gente y esa gente aplaudía. Y eso me gustaba: verlos reír, verlos aplaudir y que pedían otra. Esa ilusión de que el público te tenga como protagonista, era muy grande: en mi caso, mi mayor satisfacción es ver a la gente reír. Es lo más importante que me puede pasar. Si eso se produce, siento un placer interior que es inexplicable. Es para decir “tarea cumplida”.

-Poco a poco lograste hacer realidad tus sueños.
-Tenía tres sueños en mi vida: uno era estar en el festival nacional de la Vendimia, en Mendoza, una fiesta que reúne a unas 55 mil personas por noche. Me tocó estar en una noche de mayor concurrencia, hecho que se repitió en dos ocasiones. El segundo escenario es  Villa María (Córdoba), en el que espero estar pronto y el tercer lugar es Viña del Mar (Chile). Digamos que ya cumplí el 33% de los sueños y ahora voy por el resto. De aquél vendedor de praliné que soñaba con hacer reír a la gente y estar en el escenario del Poncho, hoy vivo una realidad que me hace sentir muy feliz. Siempre estaré agradecido a tanta gente que hizo posible ver realizados mis sueños, tanto en lo personal como en lo artístico.

-Como artista, pudiste haber sido cantor, bailarín o guitarrista. Vos elegiste el humor. ¿Por qué?
-Se dieron algunos episodios en mi vida. Uno de ellos fue cuando, siendo adolescente, fuimos a festejar el Día del Estudiante en Las Pirquitas. Me subí a una piedra a orillas del río y me puse a contar chistes, con el resto de los chicos pendiente de mí. La segunda experiencia fue lo de Anillaco, cuando me imaginé ver a tanta gente que me aplaudía, y la tercera digamos fue lo que marcó mi carrera desde lo profesional. Recuerdo que me contrataron para animar unos 15 años y yo estaba pasando por un momento personal bastante complicado. En realidad fui desganado a trabajar en esa ocasión, pero cumplí con mi trabajo. Al final, el hombre que me había contratado y me tenía que pagar, me dice que le gustaría que vaya a saludar a una señora. Por supuesto, voy y la mujer cuenta que en las últimas horas había ido y vuelto de Córdoba, adonde iba para hacerse quimioterapia porque tenía un cáncer…con un agregado: “Usted, en un par de horas, me hizo olvidar que tenía cáncer”. Allí me convencí que podía cumplir una función en la vida: hacer reír. Si cumplo ese cometido y en una noche logro que la gente se olvide un rato de sus problemas cotidianos, habré rendido honor a mi trabajo.

-Sean diez o mil los espectadores.
-Sí señor: tal cual.

-¿En qué etapa de tu vida te encuentra “Solo se trata de reír”?
-En lo artístico me encuentra en esta cosa de la devolución, por eso pensé en un espectáculo con entrada accesible, para que todos puedan ir. Que a la gente no le quede lejana la posibilidad de estar viendo un espectáculo en el Teatro Catamarca, una de las salas más hermosas que tenemos en el país. También en lo artístico, me encuentro en plena madurez y me siento muy seguro de llevar mi show por todos los escenarios que tuve la suerte de actuar. Además, estoy muy compenetrado con el proyecto y con una seguridad extraordinaria de poder llevarlo a cabo. Fui superando esa mezcla de ansiedades y necesidades que por ahí no me permitían mostrar todo el mensaje que quiero tenga el público. Hay un diseño, una solidez  que me muestra seguro de lo que tengo que hacer arriba de un escenario.

  -¿Cuesta mucho hacer humor en una época de crisis?
  -No. Es más fácil. La gente tiene ganas de pasar un buen rato, lo noto en las caras de las personas. Te cuento una anécdota: una mañana entré a una institución bancaria y había un hombre, de tez…digamos oscura como la tuya (mueca de “yo no fui”). Entré a gastarlo con Baltazar de los Reyes Magos y otras salidas. Yo había ido con mi señora. Pasaron unos 15 minutos y el hombre, muy distendido, me da un abrazo y me dice que tenía que contarme algo: “Hasta hace 15 minutos atrás, tenía toda la intención de trompearme con el gerente, pero después de lo divertido de este rato prefiero irme a casa y volver mañana más tranquilo”. El hombre, otros clientes y los empleados pasaron un buen momento entre risas. Dos cosas: una nos muestras que muchas veces salimos a la calle con los nervios crispados, y la otra es que si nos abrimos un poquito al humor se puede tomar distancia de algunas cuestiones que no son agradables. Hoy, por ejemplo, en medio de tanta locura y confusión, entro a un bar o en la misma calle se me da por gritar que vendo dólares a 25 pesos. Y eso ya le saca una sonrisa a la gente.

  -¿Cuánto de expectativas tenés con “Solo se trata de reír”?
  -Mi sueño grande es llevar este espectáculo por todos los escenarios del país, porque tiene una serie de ingredientes que me unen generacionalmente con gente joven y hasta con gente anciana. Por eso en el afiche de promoción aparezco con un aparato celular en la mano porque parece que el que no tiene un celular vive en otro planeta; y aparezco en ese afiche bastante canoso…verás que no  lo estoy tanto (se acomoda el flequillo). Quiero mostrar además la realidad que vivimos: hasta dónde llegamos con la tecnología, capaz de unir a varias generaciones.

  -Además de humor, ¿habrá música también?
  -Habrá mucha música y de la buena. Estarán Andrés Olarte, Mica Díaz Rodríguez y Tata Diovisalvi, responsable de los temas apertura y cierre.

  -De acuerdo a tu trayectoria y experiencia, ¿cómo se encuentra Catamarca en materia de espectáculos, dónde estamos parados?


  -Mi análisis pasa por algunas cuestiones. La primera, que lamentablemente nos juega en contra, estamos casi lejos de todo. Y eso se siente. Para ir a Buenos aires tenemos un solo vuelo y todos los centros importantes del país nos quedan a una distancia considerable. La segunda cuestión es que, por distintos factores que pueden ser la envidia, la falta de empatía entre los artistas, la misma situación económica, la justa valorización del producto artístico, Catamarca no ocupa el lugar que tendría que ocupar. Además, a ello se suma que tenemos una provincia con el 70% de montañas y muchas veces se complica lo que debiera ser una fluida comunicación con el interior, donde hay grandes valores, desde locutores, actores, cantores, bailarines. Todo esto nos impide llevar adelante un movimiento homogéneo que nos permita dar pelea en todos los terrenos porque, insisto, valores tenemos; el producto está, falta hacerlo rendir al máximo. El talento está a la vista: hoy hay músicos catamarqueños con (Sergio) Galleguillo, Jorge Rojas, Lucio Rojas, Los Nocheros, en Los Sacheros. Artistas que han demostrado que pueden brillar en cualquier escenario. Un ejemplo: soy uno de los que sostiene que Catamarca puede hacer su Fiesta Nacional del Poncho teniendo a catamarqueños como los únicos y grandes protagonistas. Tenemos material humano para hacerlo. Cultura tiene a uno de los mejores diseñadores del país, que es Fabián Martinena. Por último, tengo muchas esperanzas en el recambio generacional que se viene.

  -¿Qué te enoja?
  -Explicar lo obvio. Como que está demostrado que los catamarqueños pueden hacer el Poncho con los catamarqueños. Nos subestimamos demasiado. 

  -¿Qué te hace feliz?
  -Ver reír a la gente.

  -¿Un personaje o algo en tu vida que te llene de maner a total, que sea trascendente?
  -Tengo tres motivos especiales. Uno es mi mamá. Hoy, pasado el tiempo y a la distancia, es una persona extraordinaria. La admiro en la Catamarca que se crió: donde por una vereda iba la gente que tenía el dinero y por la otra vereda iban las empleadas; cuando se lavaban los pisos a mano; cuando ser empleada doméstica era algo peyorativo y mi mamá aun viviendo esa situación, nunca me la mostró. Me dio todo lo que pudo, “para que seas mejor”, decía. Siento una tremenda admiración por ella. Después, también admiro y respeto a mi señora; sus logros, sus valores. Y están mis hijos: me enseñaron tantas cosas en la vida, será por eso que los quiero un montón.

  -La última: ¿a cuál de los Beatles te querés parecer con ese flequillo?
  - Me gusta Paul McCartney, porque (John) Lennon escribía más, en cambio yo soy más… (emite unos sonidos onomatopéyicos intentando semejanza a un ritmo beatle, nunca logrado por cierto).

 -Ajá…
 

35%
Satisfacción
17%
Esperanza
5%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
41%
Indiferencia

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