La diputada Adriana Díaz presentó un proyecto que propone la prohibición en toda la provincia de Catamarca del apoyo, promoción o celebración por parte del Estado, de competencias o concursos sobre las cualidades físicas externas de las personas.

La iniciativa propone que se implemente el apoyo de parte del Estado a celebraciones o eventos para el reconocimiento de personas de distintas edades,  que apoyen competencias o concursos sobre las cualidades físicas externas de las personas que se destaquen en actividades tendientes a mejorar la calidad de vida de las personas en la provincia en determinado período de tiempo y promuevan la difusión de una cultura ciudadana, participativa, solidaria y saludable. 

Los candidatos serán propuestos por centros de estudiantes, establecimientos educativos, organizaciones de la sociedad civil, clubes deportivos y centros culturales. 

El proyecto de la diputada se suma a la iniciativa de la concejal por Capital, Ivana Ibáñez, que busca terminar con la tradicional costumbre de realizar eventos en los que se premia la supuesta “belleza” de las participantes. 

La determinación de las estudiantes de los colegios Pía Didoménico y Belgrano generó el impacto necesario para el cambio de tradicionales eventos que las jóvenes de estos tiempos ya no comparten. 

En el articulado del proyecto, la legisladora propone que se derogue ley o acto administrativo independientemente del área que se trate, que permitan, apoyen o promocionen concursos de “belleza” y de elección de “reinas”, “princesas” u otras expresiones similares o en el mismo sentido.

Otro de los aspectos que destaca la iniciativa es que el Poder Ejecutivo provincial adopte las medidas necesarias para promover la concientización y sensibilización ciudadana para desalentar en el ámbito privado el apoyo y celebración de los certámenes. 
El proyecto insta a que los municipios adhieran a la eliminación de los certámenes de belleza. 

En parte de la fundamentación, señala: “Los concursos de belleza destinados a niñas, adolescentes y jóvenes, no hacen más que arraigar la creencia de que sus cuerpos son mercancía propensa a ser vendida, intercambiada y moldeada, según los intereses de un sistema patriarcal que continúa profundizando la desigualdad e inequidad entre los géneros, al mismo tiempo que ajusta los eventos culturales a los intereses masculinos, propio del androcentrismo que se sostiene hace décadas. No podemos continuar permitiendo que nuestras niñas, adolescentes y jóvenes crezcan desde su más temprana infancia considerando que sus cuerpos deben ajustarse a lo que se considera perfecto para agradar a otros”.