A telón abierto

viernes, 23 de octubre de 2020 01:14
viernes, 23 de octubre de 2020 01:14

Hay una obra poco conocida del celebrado compositor y músico Rodolfo María Giménez, el “Polo” de la zamba Paisaje de Catamarca: el libro “De este lado del recuerdo”. Merced a la gentileza del estimado amigo David  “Davicho” de la Barrera, radicado en Córdoba, nos encontramos con el contenido de esa publicación, al igual que un valioso material de Manuel Acosta Villafañe. En la parte que alude al tema que llevó el nombre de nuestra provincia por todo el mundo, hay una singular presentación: “Acta de nacimiento de Paisaje de Catamarca. En la Ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, a diez días del mes de octubre de 1950, por ante mí Miguel Impávido, contador fiscal de la Delegación Flota Mercante del Estado, se realiza el bautismo de una criatura de sexo femenino que llevará el nombre de PAISAJE DE CATAMARCA, hija legítima de Doña Inspiración Musical y de Don Polo Giménez, argentino, casado, de 46 años. Dicha criatura (zamba), nació el 8 de octubre de 1950 en calle Sarmiento 643, octavo piso, departamento 838”. En coincidencia con los 70 años del registro de la zamba, el ministerio de Cultura y Turismo junto a la Vicegobernación de Catamarca, han convocado a participar del concurso de música y canto denominado “Mil tonos de verde”, del que podrán participar solistas, dúos y grupos. Se otorgarán dos premios de 30 mil pesos cada uno a las dos mejores versiones de la emblemática inspiración.

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En el prólogo del libro “De este lado del recuerdo” Polo cuenta: “La cosa sucedió así: tengo un amigo muchos años más joven que yo, apasionado por cantar. Es dueño de una preciosa voz, bien timbrada y varonil y de una emoción poco común. Se llama José Cónsoli, habiendo adoptado el nombre artístico de Félix Aldao. Relatándole cierta vez a este amigo mis primeros pasos en Buenos Aires, me interrumpió para preguntarme ¿por qué no escribe un libro? Por supuesto que lo tomé a risa. Un buen día, me encontró y me dijo: Don Polo, me voy a Estados Unidos. Porque aquí no puedo cantar y si yo no triunfo con el canto, nunca seré feliz. Pensé: este muchacho está decididamente loco. Y se fue nomás. Dos años después, apareció nominado para representar a la Argentina como la voz más representativa de América Latina en el Tercer Festival Internacional de la Canción, a realizarse en Hollywood. Félix Aldao  ganó la Palma de Oro, premio que antes habían obtenido Palito Ortega y Los Chalchaleros. Ante esta evidencia, empecé a pensar que Félix Aldao no estaba tan loco como yo lo había supuesto. Que tal vez no fuera tanta locura. Como un homenaje a este amigo, triunfador ya, y a modo de desagravio por mi fallada fe en él, he decidido publicar estos recuerdos. El libro incluye además numerosos capítulos: primeros pasos en Buenos Aires, provincianos unidos, el gran salto y un cancionero con temas clásicos nacidos de la inspiración de Polo: Zamba del Misachico, Pinceladas del pago, Al dejar mis montañas, Volvamos pa`Catamarca, Viejo corazón y Según me brotan las coplas, entre otros.

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Hoy se recuerda un nuevo aniversario del nacimiento de Petrona Gijena, conocida artísticamente como Selva Gijena. En efecto, la reconocida intérprete y compositora catamarqueña nació un 23 de octubre de 1924 en Coneta, departamento Capayán. Por largos años, fue una distinguida embajadora del canto provinciano en distintos puntos del país, especialmente en Buenos Aires, además de ser la anfitriona de lujo de muchos comprovincianos que llegaban a la Capital Federal con los sueños de triunfar. Siempre su casa fue de puertas abiertas y de manos generosas para los catamarqueños que asumían el desafío de sobresalir en la “gran ciudad”. En una publicación, Selva recordaba parte de su niñez: “Mi padre, Antenor Gijena, era el guitarrero y cantor de Coneta; mi madre, Rosario Leiva, tenía una voz dulce y hacía sus tareas cotidianas entonando las canciones que ella misma componía. Era común que se reuniera toda la familia debajo de un frondoso y añejo algarrobo y cantaran sus penas y alegría”. Así la recuerda Arnaldo Raúl Molina en su libro “La canción popular de raíz folclórica de Catamarca”.
 

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