Montañismo: cumbre en el “Crestón”, con el plus de una “corrida”

sábado, 12 de diciembre de 2020 01:50

Aprovechando el fin de semana extendido del 4 al 8 de este mes, y anticipando la celebración del “Día Internacional de las Montañas” (11/dic.), pudimos coronar una luminosa cumbre en el cerro “Crestón”, de 2.960 msnm, en nuestras maravillosas sierras ambateñas.


Fuimos con mi hijo, Imanol Uriarte Buteler, y Branco Soria, ambos estudiantes del profesorado de Educación Física y entusiastas montañistas, quienes, dotados de moderna tecnología y empujados por su juventud, condujeron un impecable ascenso, sin mayores contingencias que las propuestas por la compleja travesía.

Los cruces de “El Tala”

Saliendo desde el km 22 de la ruta provincial 4 a El Rodeo, comenzamos el recorrido a 1.400 msnm, transitando el sinuoso trayecto, con la exigencia adicional de atravesar –por lo menos- una docena de cruces del río El Tala, antes de arribar al Portezuelo que marca: a la izquierda la salida al Crestón, al centro el paso a Los Ángeles y, hacia la derecha, el rumbo a los Altos de Arena.


A partir de allí nos dimos con la recreación extra de un grupo de paisanos “angelinos” realizando las tradicionales “corridas” de su ganado vacuno; en este tiempo para controlar las pariciones y resguardar a las crías de las acechanzas de los leones o los cóndores.


Era todo un espectáculo ver a esos baqueanos oscilando frenéticamente con sus caballos o mulas, en medio de los espléndidos cerros; por estos días reverdecidos gracias a las últimas lluvias, después de los devastadores efectos del fuego.


Casi en simultáneo, llegamos al Puesto del Río, a unos 2.140 msnm, donde los vacunos pasaron al corral de piedras del lugar, y con los “angelinos” nos encontramos en los muy restaurados espacios del paraje, los que conocí casi veinte años atrás, cuando llegué con mis compañeros del Curso de Iniciación a la Montaña (CIM) de la Agrupación de Montaña Calchaquí, y parecían una tapera.


El responsable de las mejoras es Rosendo Carrizo, quien heredó ese mágico rincón (compartido con los descendientes de la familia Díaz Martínez-Nieto) del legendario Don Alejandro Ávalos, y lo mantiene como seguro cobijo en medio de las típicas labores ganaderas.


Con proverbial gentileza, nos permitieron compartir las camas y los catres de las habitaciones, que con el auxilio de nuestras “bolsas de dormir” facilitaron un reparador descanso. Antes de ello, nos obsequiaron un generoso mate cocido con pan casero y más tarde un prodigioso asado.

El asalto final

Mejor recepción no podíamos tener, para emprender -al día siguiente- el asalto final a la cumbre. Para ello, arrancamos bien temprano, a las 5 de la mañana, y después del -tal vez más riguroso esfuerzo- coronar la meta alrededor de las 8.00, cuando el GPS marcó los 2.960 msnm del Crestón.


El esplendor del paisaje exigía las fotos: hacia el Este, con los fondos de la ciudad Capital y las serranías de Ancasti, y hacia el Oeste, con el majestuoso Manchao, todavía salpicado con las últimas nevadas.


Cumplido el objetivo, emprendimos el regreso, primero hasta el “Puesto”, para acomodar los avíos, saludar y agradecer a los “angelinos” por sus atenciones, y luego continuar la definitiva vuelta, sin antes despedirnos de “Coquena” Agüero y sus hijos, que seguían juntando su hacienda en medio de la montaña.


Al km 22 de la ruta provincial 4 a El Rodeo, llegamos a las 5 de la tarde, después de doce horas de intensa y esforzada marcha, con los imprescindibles descansos para hidratarse, alimentarse y descansar. Y habiendo completado un recorrido total de 37,81 km.


El “plus” de la “corrida” me obliga a reconocer la gentileza de Rosendo Carrizo, “Coquena” Agüero y sus hijos Néstor, Matías y Joaquín, Bruno Fernández y “Pucho” Rojas, por su hospitalidad y tantas atenciones, ante quienes nos comprometimos a una futura visita en Los Ángeles.


Como único déficit de la travesía, debemos replicar en el maltrato que algunos excursionistas dan a nuestros cerros, abandonando basura, envases plásticos o de metal, como otros objetos no degradables, que dañan el eco sistema, deteriorando el equilibrio de la naturaleza y el ambiente.


De allí que resultó feliz la cercana celebración del Día Internacional de las Montañas, para insistir en las dificultades que afrontan los jóvenes que viven y trabajan en esos cerros, muchas veces condenados a emigrar, con el consecuente correlato del abandono de la agricultura, la degradación del suelo y la pérdida de valores y tradiciones culturales.
Y por eso festejamos tanto esta dicha de haber renovado una cumbre en el Crestón, con el regalo adicional de compartir una “corrida” con estos generosos hermanos de Los Ángeles.


 Víctor Hugo “Paco” Uriarte
Exdiputado y periodista
 

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0%
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