Cara a cara

“Este asesino mató a mi hija y también me mató a mí”

domingo, 15 de marzo de 2020 06:00
domingo, 15 de marzo de 2020 06:00

HOY: MARÍA ISABEL ESPECHE

Es la mamá de Brenda Micaela Gordillo, la joven de 24 años víctima del terrible femicidio por el cual está detenido Naim Vera. La calurosa tarde-noche del pasado jueves nos encontró en la casa del barrio 50 Viviendas de la localidad de Polcos, departamento Valle Viejo. Allí estaba reunida la familia que sufre lo que jamás imaginó: la muerte más injusta de un ser querido. El dolor estaba presente también en su más dura expresión y el mate no tenía el sabor de otros tiempos. Es muy difícil estar frente a la madre a la que le arrebataron una hija de la peor manera. No hay consuelo ni resignación. El archivo de la memoria nos pasó fugazmente la película de tantos otros casos de mujeres asesinadas y ahora nos teníamos que ocupar del caso Brenda Micaela. El aire era irrespirable en ese amplio patio de lágrimas contenidas. Los abuelos María del Valle Agüero y Luis Antonio Espeche miraban sin mirar, sin lograr entender lo que había ocurrido. Las tías (hermanas de la madre) Carolina, Analía y Evangelina, se hacían fuertes para acompañar y ayudar en el dolor. Los hijos Alan Gabriel, Nahuel Iván y Felipe (hermanos de Brenda Micaela), asumiendo el desafío de ocupar el lugar vacío que no se podía ocultar. Y los sobrinos y otros familiares que iban y venían con los ojos vidriosos, como intentando encontrar respuestas que por ahora tardan en llegar. En medio de todos ellos, la mamá del dolor y el desconsuelo: María Isabel Espeche. La que pide justicia por su hija Brenda Micaela. La que se siente acompañada por la sociedad en este peregrinar para reclamar un derecho que nadie nos puede quitar: justicia. La madre que confía en el abogado Pedro Vélez y su equipo. Una mujer sufrida y agradecida por todos los gestos de solidaridad y apoyo que viene recibiendo después del horror de saber lo que jamás hubiera querido enterarse: que habían matado “a mi niña”, como llamaba a Brenda Micaela. Hoy se cumplen dos semanas de un episodio que sacudió las fibras más íntimas de la familia catamarqueña y de todo el país. La Justicia tiene la palabra y todos esperan que hable claro.

  -A casi dos semanas de la peor noticia que recibió, ¿cómo sigue su vida?

  -Mi vida ya no es la misma. En realidad, mi vida ya no tiene sentido. Este asesino me mató en vida. Mató a mi hija y también me mató a mí.

  -El sentido de su vida es, ahora, luchar para que se haga justicia.

  -Nos haremos fuertes en el reclamo de justicia para mi hija.

  -¿Cuándo vio por última vez a Brenda Micaela?

  -El sábado (29 de febrero), el día anterior al hecho. Aquí vivo con mis hijos. Ella trabajaba como becada en la Municipalidad (de la Capital). Volvía del trabajo, comía y se acostaba a descansar. A esta hora (poco después de las 19), se levantaba y se juntaba con nosotros a tomar mate, como lo estamos haciendo ahora. Los viernes y sábados ella conseguía algún trabajo extra, de moza. Por eso me duele tanta injusticia… es como que todavía no puedo creer tanta maldad y tanto ensañamiento con ella, con una niña. Tenía 24 años pero para mí todavía era una niña… Yo le decía “mi niña”.

  -¿Usted sabía de la relación que tenía con Naim Vera?

  -Sí, sabía. La verdad, no lo quiero ni nombrar, porque no tiene nombre. No merece ser nombrado de ninguna forma… no me explico. Sabíamos de la relación pero nunca nos había sido presentado formalmente.
  -Iván: Ellos (por Brenda Micaela y Naim) se mostraron en muchas partes en la ciudad. Conozco, y muchos conocían, que había una relación de pareja que ahora intentan ocultar. Pero esa estrategia no les va a salir. Ahora pretenden ocultar esa relación.

  -¿Cómo recuerda a Brenda Micaela?

  -La recuerdo de la mejor manera. Como era ella: se levantaba todas las mañanas muy temprano porque era muy cumplidora y responsable con el trabajo. A las seis de la mañana ya estaba levantada. Era una persona muy solidaria. Alguien que no tenía conflictos con nadie. Usted pregunte en el barrio o en la oficina: todo el mundo la quería. Si le pedían un favor no dudaba en hacerlo. Lo mismo en el trabajo, siempre está… Estaba dispuesta a ir, muchas veces en horas de la tarde si era necesario.

  -Le cuesta mucho hablar en tiempo pasado cuando se refiere a Brenda Micaela.

  -Es que no quiero hablar como si la estuviera recordando. Ella está todavía presente. Hoy por hoy la sigo esperando. La sigo esperando cuando vuelve del trabajo. Para mí es como que ella se fue de viaje y va a volver. Era mi única hija mujer. Y estaba en todo junto a nosotros. Los fines de semana nos íbamos a la casa de mis padres o de alguna de mis hermanas. Así como usted nos encontró hoy, todos reunidos tomando mate, así era con ella.

  -¿Cómo se enteró del desgraciado hecho?

  -Me llamó una chica de la Policía Judicial. Eran como las cuatro de la tarde de ese domingo. Ahí comenzó esta pesadilla. Una pesadilla de la cual nunca vamos a despertar. Pero vamos a tratar de convivir con ella.
  -Abuela María del Valle: Era una criatura tan dulce, muy buenita. Desde chiquita le decía a él (señalando a su esposo) “papá” y a mí “mamita”. Era la vida de nosotros. Dos días antes (del atroz homicidio) estuvo conmigo. Es algo imposible de creer. Yo la espero todavía en Huaycama. Ella va a estar siempre con nosotros.

  -El caso Fernando Báez en Villa Gesell y lo que pasó con Brenda Micaela, si bien son distintos, tienen el mismo común denominador: violencia y muerte. Como para preguntarnos todos los días qué nos está pasando.

  -¡Tanta maldad! Nosotros somos una familia humilde y no tenemos esa maldad ni esa frialdad para algo que no tiene nombre. Mie, a mis hijos los crié sola. Y mis hijos trabajan. Como he podido los he criado y si los veía en algo malo, ya me conocen y no lo volvían a repetir. Me pregunto: ¿nadie sabía en qué andaba ese? No puedo nombrarlo de ninguna manera. Pero mucho se comenta que desde antes ya venía con esos arranques de locura… Perdone, pero no encuentro la forma de hablar de él.
  -Abuela María del Valle: Perdone, nosotros somos padres de diez hijos, con 25 nietos y muchos bisnietos. Y nosotros sabemos lo que hemos criado. Por ahí escucho decir “los padres no tienen la culpa”. ¿Cómo no van a saber los padres los hijos que crían? Nosotros sabemos las cualidades de nuestros hijos y todos somos unidos. 
  -Iván: Lo que quiere decir la abuela es que, así como somos todos unidos, jamás apañaríamos algo tan tremendo, nunca. No trataríamos de defender lo indefendible.

  -¿Se sienten acompañados por la gente en el reclamo de justicia?

  -Sí, muy acompañados. Y también muy apoyados por lo que nos está pasando. Sentimos que mucha gente se ha sentido tocada por lo que pasó. Nadie encuentra explicación alguna a tanta maldad. Nosotros lo que exigimos es justicia y esa justicia que pedimos no es solamente una cuestión nuestra, es algo que pide el pueblo en general. Estamos buscando una respuesta de la Justicia, que va a ser una respuesta para toda la sociedad. Además, es lo menos que nos merecemos: tener justicia. No podemos andar con las dudas sobre si la Justicia se inclina en favor de los que tienen plata. Queremos una Justicia que actúe como corresponde, sin importar nombres ni apellidos. 

  -Nos contaban que anoche (por el miércoles pasado) tuvieron la visita de la señora Ada Morales, mamá de María Soledad.

  -Vino a visitarme y a darme fuerza para seguir luchando por justicia, además de expresarnos su solidaridad y la de toda su familia. Es que como madres, nunca vamos a encontrar explicación por lo que hicieron con nuestras hijas. Tampoco nunca vamos a encontrar consuelo.

  -Estuvo aquí el obispo Luis Urbanc.

  -Sí, el lunes por la noche. Vino a mostrarnos su acompañamiento y apoyo.

  -¿Tiene confianza en la Justicia?

  -Quiero creer que hay justicia. Confío en que se hará justicia con mi hija. Porque hay demasiadas pruebas de lo que pasó.

  -También fue recibida por el gobernador de la Provincia, Raúl Jalil.

  -Ayer (miércoles) nos recibió el Gobernador. Fui con mi hijo Iván, porque todavía no me animo a salir sola. Es como que recién me estoy recuperando del golpe recibido. Nos dio la tranquilidad al asegurarnos que nada se va a tapar. Quedamos conformes con la reunión. Se puso a nuestra entera disposición.

  -¿Siente odio o algún sentimiento parecido por lo que le pasó a Brenda Micaela?

  -El odio no es un sentimiento que forme parte de nuestra familia. Para nosotros no existe la palabra odio. Sí estoy enojada con Dios. ¿Por qué tanta injusticia?

  -¿Usted es católica creyente?

  -Digamos que era… Es como que me cuesta creer en Dios ahora. Anoche me decía la señora Ada que ella también pasó por momentos difíciles, pero que no hay que perder la fe. Y mi enojo con Dios es porque le pregunto por qué no me la protegió a mi hija. Pero no tengo odio… ni por ese… No, no siento odio.

  -Leímos que es intención de la familia realizar marchas todos los lunes para reclamar justicia por Brenda Micaela.

  -Iván: Es lo que pensamos con los primos, otros familiares y amigos de Brenda: hacer marchas todos los lunes hasta que esto llegue a su fin, hasta que se haga justicia. Creemos que si nosotros no nos hacemos sentir, esta gente va a pensar que nos olvidamos de Brenda. Y nosotros vamos por todo: queremos que le den la pena máxima, porque no se merece otra cosa.

  -Por el tema del coronavirus se suspendieron todas las concentraciones masivas.

  -Iván: Esa cuestión nos juega en contra, pero veremos si logramos el permiso correspondiente para hacer las marchas. De cualquier manera, no vamos a dejar que esto caiga en el olvido. Que no crean que vayamos a mostrar alguna debilidad en nuestra exigencia de justicia.

  -Se sienten fuertes en el reclamo.

  -Sí, totalmente. Que sepan que estamos pendientes de todos los pasos que da la Justicia. Porque nosotros no tenemos paz, nos quitaron la paz. Que tampoco tenga paz este, porque no lo merece. Que no tenga ningún privilegio, porque no tuvo piedad con mi hija. Nosotros estamos cada vez más fuertes y no vamos a parar hasta que se haga justicia. No vamos a permitir ninguna injusticia, porque sobran pruebas para el máximo castigo. Nadie puede decidir por la vida de los demás. Por eso queremos una condena que sea ejemplificadora, para que esto no ocurra nunca más.

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