HOY: DR. RAÚL AGUIRRE

Cara a Cara: “Más que preocuparnos debemos ocuparnos”

domingo, 22 de marzo de 2020 00:19
domingo, 22 de marzo de 2020 00:19

Habla de la manera que aconsejan las circunstancias: con mucha prudencia. Es médico infectólogo y por estos días es un hombre de consulta por la llegada de la visita menos esperada: el coronavirus.

A los 59 años y con tres décadas de prestar servicio en Sanidad Municipal, destaca el trabajo que está llevando a cabo esa repartición en la lucha contra el dengue, como también tuvo conceptos elogiosos para todos los médicos, enfermeras y auxiliares que trabajan en los centros de salud en favor de la población catamarqueña.

Está casado con Susana Argañaraz y es padre de tres hijos: Federico, Nicolás y Francisco. En un tiempo fue montañista y presidente de la Agrupación de Montaña Calchaquí, reconociendo a Eduardo Campos como “un gran montañista y excelente guía de montaña”. Aconseja que los hábitos que hoy tomó la población para prevenir el virus, “los mantenga para siempre”. Lo que sigue es el pensamiento del Dr. Raúl Alberto Aguirre.

 

  -La realidad nos habla de un “enemigo invisible y peligroso”. Y el mundo tiene temor. ¿Cuál es su visión?

  -Desde el momento que la Organización Mundial de la Salud habla de una pandemia, una infección que ha trascendido las fronteras de la mayoría de los países, lógicamente la población mundial ha entrado en estado de preocupación. Si bien el concepto de pandemia es viejo, en realidad nunca dejó de haber una visión local del problema y aquí entra el otro actor: que es la aldea global, la comunicación instantánea a nivel internacional que también trasciende las fronteras. Nos estamos enterando en tiempo real sobre el número de enfermos y número de fallecidos, minuto a minuto. No recuerdo algo con tanta intensidad en tiempo real. Entonces, esta era de grandes comunicaciones contribuye también a esta desazón global. Aparte, está la sensación de que nuestra cultura vive una época triunfalista, donde creemos que controlamos todo y aparecen estos fenómenos, casi como un tsunami gigante. Ahí nos damos cuenta que no controlamos tanto. Cuando surgen estas realidades, entonces nos asustamos.

  -De pronto se escucharon voces como “esto es algo serio”, “estemos unidos”, “seamos solidarios”, “nos quedemos en casa” y otros mensajes que se fueron haciendo comunes con el correr de los días.

  -No soy muy amigo de los slogan. Pero hay algunos que caben para los momentos que estamos viviendo, como por ejemplo: más que preocuparse, hay que ocuparse. Las acciones en tal sentido son a muchos niveles: cómo se prepara una provincia, el país, cada municipio. El gran desafío está en qué podemos hacer nosotros por cada uno de nosotros y de los que nos rodean. Por eso insisto: está bien preocuparse, pero más importante es ocuparse. Porque uno asume un compromiso con la responsabilidad que le compete a cada uno. Es mi responsabilidad lavarme las manos. Ya es responsabilidad mía proteger a nuestros mayores, no visitándolos tan seguido; y que no se entienda esto como una actitud de abandono, es quererlos y cuidarlos. Es responsabilidad mía disminuir todas las posibilidades de contagio que estén a mi alcance, porque es una enfermedad que se transmite de humano a humano. Aquí no hay mosquitos ni vinchucas que evitar. Somos nosotros los vectores y esto es como el fuego: una de las maneras de no quemarse es no acercarse.

  -¿Cuál es el contagio más directo del coronavirus?

  -Básicamente son los dos de los que se está hablando: uno es el contagio a través de  microgotas que se expelen al toser y al estornudar. Gotas que viajan un poco más de un metro y después caen, por gravedad. También está el contacto de manos y de manera intermediaria también actúan como contagio: pasamanos, picaporte, billetes, superficies de escritorios. Se habla y hay que tenerlo en cuenta, de no compartir el mate. Todo, eventualmente, tiene algún potencial. Todo lo que está en la superficie hay que tomarlo como un punto potencial de contagio. Hacia allí tienen que ir dirigidas nuestras acciones.

  -Y antes cualquier duda, recurrir a un médico.

  -Este es un tema importante. Ahora se está hablando, más o menos, con los números crudos, porque es difícil tener números exactos. Pero con los números crudos, entre casos detectados y el número de muertes, hay una relación de aproximadamente un 3 o un 3,5 %. Pero en este tipo de enfermedades se da un fenómeno tipo iceberg: uno ve la superficie, pero para abajo es mucho más grande. Creo que no hay que perder de vista este aspecto: estamos hablando de cuadros gripales y leí un comentario que en la Argentina, el año pasado, murieron alrededor de 14 mil personas por efecto de la gripe y/o neumonía. Estamos hablando de 14 mil personas muertas y sin embargo el hecho no mereció ni medio titular en ningún diario. Y ahora, por el tema del coronavirus, los muertos son mucho menos (dos hasta el miércoles pasado, día de la entrevista, ayer ya sumaban cuatro) y estamos en pie de guerra. Toda muerte es lamentable, pero vemos que las autoridades se están ocupando y tomando las medidas correspondientes, por lo que uno tiene la esperanza de que aquí el caso no tenga la enorme magnitud que tuvo en otros países. Insisto: por eso es fundamental que nos ocupemos de la cuestión.

  -Nos ha tocado un enemigo mortal.

  -Hay algo que no podemos perder de vista: el coronavirus es un enemigo conocido. A esto lo vivimos en el año 2009, con la influenza H1N1 (Gripe A). Fue una situación similar, quizá aquella con menos intensidad, pero el nerviosismo y la intranquilidad en la gente estaban. Y las medidas de prevención, si bien no tan severas como ahora, fueron las mismas. A pesar de las campañas de vacunación, todos los años se siguen manifestando casos de gripe, pero es que como ya los tenemos internalizados y en consecuencia no nos asusta. Pero cuando hablamos del coronavirus, estamos hablando de eso: de cuadros gripales, más leves o más serios, pero cuadros gripales al fin. Este virus tiene dos aspectos distintivos que se pueden observar: 1) la alta contagiosidad que tiene; es realmente explosiva, en Francia, por ejemplo, en diez días pasaron de un caso a cinco mil, fue algo realmente pavoroso, y 2) esa maldad de enfermar seriamente a las personas mayores, las que corren con los peores riesgos. 

  -Volviendo a la frase “más que preocuparse, hay que ocuparse”. ¿Cree que nos estamos ocupando responsablemente, cuando insisten, por ejemplo, con el concepto “nos quedemos en casa, no es para hacer turismo”?

  -Una de las cosas más difíciles para un médico es inducir a un cambio de conducta en una persona: que deje de fumar, que deje de comer en abundancia, que comience a correr. Es lo más difícil y esto no escapa a la regla. Hay una inercia en muchos sectores de la sociedad, es notable. En lo que se refiere a Catamarca, la semana pasado hubiera dicho que no nos estábamos poniendo las pilas. Pero la verdad es que hoy se ve menos gente en las calles. Mucho tiene que ver en este cambio el manejo más responsable por parte de la prensa, de los profesionales del periodismo, tanto oficial como privados.

  -¿Opina lo mismo de las redes sociales?

  -Ese es otro mundo. Es uno de los puntos grises y oscuros a discutir. Responde a una ley del marketing: el que está satisfecho se lo dice a una persona, el que está insatisfecho se lo dice a diez y esto se traduce en las redes. Es mucho más fácil criticar que aplaudir. Cuando es a nivel ideológico-político, se nota mucho más: aprovechar para llevar agua para su propio molino. Esto, de todas maneras, se nota hasta en Estados Unidos: los demócratas aplauden que esto horade la popularidad de (Donald) Trump. Se mezcla desde lo local hasta la alta política. Personalmente, por lo que significa el estado totalitario de China, no les creo mucho de lo que digan. China, hay que decirlo, es una fábrica de virus. No olvidemos que ellos ya generaron el SARS (Síndrome respiratorio agudo, neumonía atípica que apareció por primera vez en noviembre de 2002 en la provincia de Cantón, China). Era menos contagioso y se lo pudo controlar.

  -Queda claro que no es bueno condicionar un comportamiento –si acato o no las disposiciones gubernamentales en materia de salud- desde lo ideológico-político.
  -Seguro que no. Soy un médico clínico que me especializo en enfermedades infecciosas, pero no tengo formación para hablar del manejo de salud de masas. Pero gracias a Dios estamos en una etapa de mitigación que apunta a mejorar el panorama. Una etapa que permite que el Estado aborde de manera correcta los casos; hay más tiempo para tomar medidas claras de control. Y estos son conceptos de epidemiólogos, los políticos llevan adelante lo que les dicen sus expertos de confianza en el tema salud.

  -La pregunta que tal vez, hoy por hoy, no tenga respuesta: ¿hasta cuándo lo que estamos viviendo?

  -Lo más probable es que se prolongue en el tiempo esta etapa de mitigación; es probable. Lo que se busca es que haya menos contagio y por eso la probabilidad de que se prolongue más en el tiempo. Con menos casos será más fácil de abordarlos. 

  -A todo esto, ¿de qué manera va a influir el factor climático, ante el inminente cambio de estación?

  -Algunos virus son elementos que encuentran como más propicio un medio frío para circular. Es como que desde ahora en adelante se les darán las condiciones más propicias. Mire…yo tengo un hijo en Tierra del Fuego, una ciudad en un verdadero estado de sitio. Hay que salir con papel para verificar quién es el responsable por familia para hacer las compras, es decir que se tomó el caso en serio.

  -A nivel nacional, pero muy especialmente en el orden local, hay un trabajo extraordinario de médicos, enfermeras, auxiliares de la salud, efectivos policiales y otros. Digno de destacarse.

  -Los COE (Comité Operativo de Emergencia), que nacieron en la época del dengue, representan algo maravilloso porque permiten que muchas áreas del Gobierno trabajen de manera coordinada y mancomunada. Y eso es muy importante. Son órganos muy ejecutivos que trabajan muy bien en casos de emergencias como la que nos toca vivir. Dentro de muy poco, seguramente, van a aparecer los casos espontáneos. ¿Qué nos queda? Nos queda la tos, el dolor de garganta y el cuadro gripal. En un invierno típico corren seis o siete virus distintos. En todo eso va a estar metido el coronavirus. En determinado momento estaré atendiendo a alguien que está resfriado, con un poco de dolor de garganta y unas líneas de fiebre y no será fácil determinar qué es lo que tiene, sin antes pasar por un laboratorio. Es aquí donde entran a jugar no solamente las medidas de salud, sino también las decisiones personales: decido no ir a trabajar pero tampoco voy al boliche…o decido no llevar los chicos a la escuela y después los llevo al parque o a algún viaje. O una cosa o la otra.

  -En Catamarca tenemos además el dengue.

  -Otro problema. Pero aquí, debo decirlo, se necesita la ayuda de la población. Hay un desborde de irresponsabilidad ciudadana en esta cuestión. De manera permanente hay vecinos que se quejan de otros vecinos porque amontonan chatarra o se dejan estar con la basura. Hay una enorme irresponsabilidad ciudadana. Para dar batalla a este frente se necesita de la solidaridad de toda la comunidad. Hay un claro mensaje, algo así como una vuelta de tuerca: lo que yo hago impacta en mí y también impacta en los que me rodean. Las cosas buenas y las cosas malas que haga. Si cada uno, un fin de semana se sube a su techo y mira las cosas que alguna vez tiró, seguramente estaremos asumiendo una conducta que muchos de nuestros vecinos están esperando. Hay gente que realmente ha tomado real conciencia de lo que nos está pasando con el coronavirus y el dengue, pero lamentablemente hay otra gente que no quiere saber nada. Es muy de nosotros pensar únicamente ¿qué hace el Estado por mí? Y nunca nos preguntamos si estamos siendo responsables con el cumplimiento del deber ciudadano. Es hora de preguntarnos ¿qué hago yo por mí y qué hago yo por los demás? Son esos pequeños gestos solidarios que tanta falta nos hacen.

  -Este es el momento de ser solidarios y estar unidos.

  -No hay otra manera de salir de esto. Hay que hacerse a la idea de que, entre nosotros, nos podemos salvar la vida en cualquier momento.

  -Hay mucha gente anónima que está haciendo su aporte en estas horas difíciles.

  -No tenga ninguna duda: los cajeros de los supermercados, que debieran tener todos los elementos necesarios para tomar las precauciones correspondientes. Hay mucha gente que trabaja en la calle sin protección alguna. Los choferes de taxis y remises, por ejemplo, están expuestos de manera permanente. Los chicos que abren las puertas de los taxis; ese es el trabajo de ellos. Ni hablar de los médicos y auxiliares de la salud que están en un estado de guardia permanente.

  -Parafraseando a un conocido técnico de fútbol, todo indica que tenemos que estar “con la guardia alta”.

  -La principal medida de control de infecciones que hay es el lavado de manos. Siempre. Es algo que debemos incorporarlo a nuestras vidas de manera permanente.

  -Dicen sobre el virus que “ha venido para quedarse”. En tal sentido, también los hábitos de prevención adoptados ahora debieran quedarse para siempre.

  -Claro, seguro. Por ahora nos planteamos firmemente la decisión de no tener mucho contacto. Pero no olvidar el hábito de lavarse las manos de manera continuada. Son conductas que tendremos que revisar de ahora en más.
 

84%
Satisfacción
7%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
7%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios

22/3/2020 | 12:51
#149006
Excelente el doctor, muy claro en sus conceptos. #quedemosencasa

Otras Noticias