Cara a cara

Hay pobreza, pero también hay solidaridad

domingo, 10 de mayo de 2020 06:00
domingo, 10 de mayo de 2020 06:00

HOY: SEBASTIÁN ORTIZ (“Llevando sonrisas”- Red Solidaria Catamarca)

Forma parte del Movimiento Familiar Cristiano. Manifiesta con indisimulado orgullo el cúmulo de valores que le inculcaron sus padres, entre ellos el de ayudar al prójimo. Pudo haber sido médico y a fines de año quiere tener su título de contador. Le duele la pobreza de los pobres, y junto a un grupo de amigos aceptó el desafío de aliviarles el hambre a través de la acción fraterna de dar una mano al necesitado. Siente como propio el dolor ajeno y es el principal referente de la Red Solidaria “Llevando sonrisas”. Se llama Héctor Sebastián Ortiz y es el protagonista del Cara a cara de este domingo. En su nombre, destacamos la labor magnífica labor comunitaria que llevan adelante numerosas agrupaciones de Catamarca. Para que el castigo del hambre no sea tan duro.

  -Practicar una permanente acción solidaria representa un estilo de vida que tiene su historia.

  -El recuerdo más fuerte que tengo es cuando tenía 13 o 14 años e iba a la secundaria. En esa época, cuando se aproximaban las fiestas de fin de año, me ponía en el propósito de juntar panes de Navidad y todo lo que juntaba los repartía en el Hospital de Niños, Casa Cuna y Hospital San Juan Bautista. Cumplía de esa manera con un desafío que tenía desde niño y lo más lindo era que la gente del barrio ya sabía que para esas fechas me tenía que colaborar con un pan de Navidad. En aquellos tiempos tenía un sabor especial, porque a diferencia de ahora, estas acciones no se conocían demasiado. Lo hice en toda la etapa de la escuela secundaria, y en algún momento se me sumó un amigo para darme una mano. La cuestión era arrancar y, por suerte, después la gente fue haciendo su aporte. Digamos que eso marca el inicio de lo que hoy estamos haciendo.

  -Hoy también te sientes identificado con la actividad comercial, más precisamente desde el local ubicado en la intersección de Junín y Chacabuco.

  -Así es. Mi negocio es “OZ Deportes”, donde se vende indumentaria deportiva y hago las camisetas de los clubes de Catamarca. Antes, el local funcionaba en la esquina del Club Sportivo Villa Cubas, frente a la estación de servicio. Y desde hace cuatro años estamos en esta esquina.
  -Una esquina en la que funcionaba un roperito solidario. ¿Qué pasó con esa iniciativa?

  -Al año de llegar a esta esquina, puse en funcionamiento el roperito solidario, justo frente al local de indumentaria deportiva. Eso fue, en realidad, como un antes y un después en lo que se refiere al trabajo solidario.

  -¿Cómo funcionaba ese roperito?

  -A través de internet me ilustré para conocer cómo trabajaban los roperos solidarios. Y conocí que en México le llamaban “roperitos comunitarios”. El roperito estaba abierto las 24 horas del día y la idea era que alguien venga, deje una prenda y después se la llevaba alguien que la necesitaba. Así comenzó. Le cuento que en las inmediaciones están los colegios Belgrano y Del Carmen, y nos alegró mucho que los padres de los alumnos se interesaran en esto de la solidaridad, lo que fue una gran enseñanza para los chicos. Se vivieron experiencias muy lindas. Pero, ¿qué pasó? Después comenzamos un trabajo extra: cuidar que no nos roben las cosas. Comenzaron a aparecer “los dueños de lo ajeno”, en coincidencia con la aparición de las ferias en los paseos públicos. Entonces, algunos aprovechadores se llevaban bolsas o cajas con ropas; es decir que no sacaban lo que realmente necesitaban. Por esa razón decidimos clasificar las prendas por bolsas, dejar pocas cosas en el salón, más un cartel que indicaba que podían retirar los que necesiten alguna ropa.

  -Es decir que, pese a todo, el roperito sigue funcionando.

  -¡Claro! Especialmente ahora que llegan los meses más fríos, que es cuando la gente necesita de abrigos. Quiero destacar la colaboración que recibimos de la gente que permanentemente nos está donando ropa. Todo el año tenemos el apoyo de muchos vecinos de la Capital.

  -Contanos las experiencias vividas en las últimas navidades.
  -En el año 2018 tuvimos la primera experiencia como grupo para Navidad. A todo esto, hay que destacar que a la red solidaria se fue sumando gente muy activa, de manera particular para cuando se trata de algún evento muy especial. Un día, del 2018, nos preguntamos: ¿qué hacemos para Navidad? Algo teníamos que hacer, no nos podíamos quedar de brazos cruzados. Comenzamos a visitar a las familias que están instaladas a la vera del Río del Valle y en algunos asentamientos del sur y el norte de la Ciudad. Decidimos hacer pollo con papas y entregamos unas 120 viandas. Ya en el 2019 entregamos casi 450 platos de comida y le agregamos una bebida, un pan dulce y en muchas casas les dejamos el regalito de Navidad para los más chiquitos. Fueron experiencias inolvidables y enriquecedoras. Gracias a Dios nos colaboraron con muchos regalos, por lo cual nos pusimos los trajes de reyes magos y fuimos a un par de comedores comunitarios a entregarlos a los chicos. Al final, terminamos entregando regalos en la flamante plaza “Dr. Raúl Alfonsín”, emplazada en un sector donde funcionaba la antigua cárcel. Nos alcanzó para entregar más de 500 regalos. Fue algo hermoso.

  -¿Cuándo nace la red solidaria “Llevando sonrisas”?

  -Nace hace más de dos años, en vísperas de un Día del Niño. Conozco a gente de una escuelita de fútbol muy humilde en Nueva Coneta, que un día vinieron al local a comprar un par de pelotas. Nos pusimos a conversar y les doné las pelotas y les prometí una visita. Hablé con dos amigos con los que jugamos al básquetbol y fuimos a Coneta para coordinar la reunión. Luego vino lo inesperado: nos invitaron desde Punta del Agua, departamento Tinogasta, para celebrar también el Día del Niño. Allá fuimos. No teníamos idea de dónde quedaba Punta del Agua, pero llegamos y cumplimos con los chicos. Fue algo increíble y así nació esto de la red solidaria. Posteriormente había que ponerle un nombre para identificar al grupo.  Nos decidimos por “Llevando sonrisas” y un amigo nos hizo el logo identificatorio.

  -El pasado 27 de abril, en la página 6 de este diario, encontramos un título que dice: “Entregaron 1.200 raciones de locro a familias necesitadas de la Capital”. Y tomaron la decisión de continuar con estas entregas mientras transcurre la cuarentena.

  -Mire… tengo una idea muy particular en cuanto a la cuestión económica. Gracias a Dios, tengo un local comercial con el que, puedo decir,  me va relativamente bien. Dios es muy generoso conmigo y un poquito que me sobre de todo lo que me da, trato de compartirlo con la gente que necesita. Y esto de venir trabajando solidariamente hace casi tres años de manera muy activa y sostenida, me hizo conocer realidades de una manera muy profunda. Y con el tema de esta pandemia es como que se hicieron más notorias las carencias existentes en muchos sectores de nuestra comunidad. Recibo muchos llamados y escritos de carenciados que nos piden comida y todo tipo de alimentos. Un día, una señora me regaló una olla grande, de cien litros, para que hiciera comida y pueda repartir; ahí nació el desafío: bien, el domingo hacemos locro y repartimos. Comenzamos a pedir donaciones y llegaron en gran cantidad, por lo que había que buscar más ollas. Todo se hizo entre un jueves y domingo, por eso imagínese lo poderoso que es la solidaridad, la generosidad y la providencia de Dios.

  -En el recorrido del reparto del locro, ¿se sorprendieron al comprobar que había mucha gente que estaba pasando hambre?

  -En los lugares que nosotros visitamos habita gente que vive de las changas, de la generosidad de quienes ayudan cuando salir a pedir, o limpiando los vidrios de los autos. Y ahora, con esto del coronavirus y la cuarentena, no pueden hacer nada de eso y entonces las necesidades se notan mucho más. Eso es lo que pudimos notar. A mí, particularmente, me dolió mucho esta dura realidad. Me conmovió demasiado. Porque antes de esta pandemia, era como que, ciertamente, había pobreza y había hambre, pero era diferente a lo que pasa hoy; ahora es como que a los papás y a las mamás se los ven más flaquitos, y es por el hambre que están pasando. De inmediato uno razona: los padres comen menos porque prefieren alimentar a sus hijos. Todo es consecuencia de que ellos -los padres- no pudieron salir a la calle en estos días y buscar la comida para la casa.

  -Hubo familias que pidieron “dejen un poquito más”. Porque tenían muchos chicos y no había para darles de comer.

  -(Una expresión mezcla de bronca e impotencia) ¡Ni hablar! Íbamos en cuatro camionetas y en cada vehículo había tres ollas de locro. Ya teníamos localizados los lugares para entregar el locro, pero después comenzaron a salir más y más, seis o siete de cada casa; y había que servir y servir. Luego, cuando nos sentamos a conversar y hacer una evaluación del trabajo, ahí nos dimos cuenta de la cantidad extraordinaria de gente muy necesitada. Ese “dejen un poquito más” era porque después no iban a tener nada para comer. Estas cosas duelen.

  -Ahora se vienen los fríos y habrá que pensar en el calzado y en el abrigo para los pobres. Porque la historia de esta gente no va a cambiar de un día para el otro, con o sin cuarentena.

  -Nosotros tenemos muy en claro que lo nuestro es darles un poco de alivio y un rato de felicidad, hasta ahí llegamos. Lamentablemente, no contamos con los medios económicos suficientes para sostener esta acción e intentar cambiar una durísima realidad. Uno aporta lo que puede. Nadie, de ninguna repartición del Gobierno se acercó para darnos una colaboración. Estoy convencido que para sacar a esa gente del hambre, hay que estar muy cerca de ellos. Las 24 horas del día y los siete días de la semana. ¿Para qué? Para darles de comer, por lo menos, dos comidas diarias. Nosotros vamos un rato y les dejamos alimentos. Pero después no sabemos si tienen los elementos para utilizar esos alimentos y preparar una comida. Pero no me quiero meter en otro terreno. Uno hace lo que puede y trata de cumplir con esa gente.

  -Queda claro que la red solidaria “Llevando sonrisas” no tiene nada que ver con la política.

  -No. Esto se hace a pulmón. Le digo: me encantaría que tome participación la política. Que esto sea una cuestión de todos los partidos políticos; que todos los partidos colaboren. Pienso que sería lo mejor para los más carenciados. Aquí lo que está haciendo falta es salir y visitarla a esa gente. No alcanza con acercarles un bolsón a través de los punteros políticos. Hay que estar más de 5 minutos conversando con esa gente para conocer la realidad de las cosas.

  -Hay dos cosas para destacar: el trabajo de la red y la solidaridad de la gente nuestra a la hora de colaborar.

  -Téngalo por seguro que si no fuera por la solidaridad de los catamarqueños, sería muy difícil ayudar a los más desprotegidos. No podríamos hacer nada. Le cuento: hay catamarqueños que viven en otras provincias y hasta en otros países que se comunican conmigo y me hacen una transferencia para colaborar con nuestra red solidaria. El catamarqueño es muy generoso y cada vez que lanzamos una campaña tenemos una respuesta impresionante. Es muy importante también el apoyo de los medios de comunicación. Pero hay algo fundamental: trabajamos en equipo; somos un grupo donde todos son necesarios y con mucha vocación de servir. Tenemos muy en claro que en la vida siempre necesitamos algo de alguien,  y por eso es que queremos sentirnos útiles.


Personal

 -Nombres y apellido: Héctor Sebastián Ortiz.
  -Edad: 40 años.
  -Casado: Con Virginia Zar.
  -Hija: Catalina, de tres años.
  -Padres: Héctor Ortiz y Rosa Elena Santillán.
  -Hermanas: Fernanda y Vanesa.
  -Colegio: Jardín, primaria y secundaria en el Colegio Padre Ramón de la Quintana.
  -Deportes: Comenzó jugando al básquetbol en Hindú y después jugo en Red Star, Olimpia, Deportivo Juventud.
  -Barrio: Creció en el barrio San Fernando, cerca de las 920 Viviendas.
  -Clubes: De chico simpatizaba con Sarmiento en fútbol en el orden local, y de River Plate en el orden nacional. En básquetbol, se declara fanático de Hindú.
  -Sobre la fe: “Mi vida tiene a Dios como guía y voy por ese camino”.
  -Equipo de la Red Solidaria “Llevando sonrisas”: Andrea Espeche, Ignacio Soria, Daniel Mirolo, José Luis Amador, Guillermo Julio, Claudia Pihuala, Darío Fernando Cuello, Carlos Herrera. “Digamos que ese es el equipo base, pero siempre se suman amigos en cada acción solidaria. Es un grupo maravilloso, que tiene un corazón grandote”, presume Sebastián.
 

 

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