Cara a cara

Valle Viejo tiene quien le siga escribiendo

domingo, 14 de junio de 2020 06:00
domingo, 14 de junio de 2020 06:00

HOY: EMILIO “PIKÍN” VÁZQUEZ

Se hizo conocer por el grito de su canto y la palabra de sus sentimientos. Si todo comenzara y terminara en Valle Viejo, estaría en un todo de acuerdo. Manifiesta su amor al pueblo chacarero, a su gente, a su familia, a sus amigos y, de manera especial, a esa enorme poeta y docente que fue María Emilia Azar, un símbolo del departamento. Ayer fue el Día del Escritor, en homenaje a Leopoldo Lugones, que naciera precisamente un 13 de junio de 1874. Catamarca se nutre de hombres y mujeres cuyas plumas prestigiaron a la cultura provincial, nacional y del mundo entero, marcando el correcto rumbo para las generaciones futuras. Todos los escritores tienen una huella y una fuente de inspiración. Nuestro entrevistado de hoy no duda en señalar como guía de su pasión a la ilustre chacarera María Emilia Azar. El Cara a cara de este domingo propone conocer el pensamiento de Emilio Horacio Vázquez, el “Pikín” del folclore y de las letras, el que sigue el camino trazado por los que le dieron brillo a la palabra escritor.

  -El cantor se bajó de los escenarios. El escritor sigue en carrera.

  -Es así. El escritor nace como una necesidad de contar las vivencias, emociones y situaciones que se me venían encima. Y no había posibilidad alguna de trasladarlas; por ejemplo, todo lo que  fue la conexión con mi abuelo materno, Octavio Olivera, a partir de que nuestro punto de vacaciones permanente era la localidad de Santa Cruz. Después, intentar contar ese sentimiento tan fuerte, tan arraigado y además poder cantarlo. Con el abuelo teníamos una sintonía muy grande; tuve la dicha de que mi papá me incentivó a cantar desde muy niño y ya a los cinco años había debutado en el programa que tenía Iris Agüero en la vieja LW7 Radio Catamarca.
  -¿Recuerdas la primera inspiración escrita sobre la cual arrancó esta pasión?

  -Fue uno de los primeros temas que le hice al abuelo. Un poco para homenajearlo, comencé a pensar que debía contar todo lo que me generaba ver sus manos. Yo lo seguía desde muy niño, cuando él se levantaba. Era padre de muchos hijos y abuelo de muchos nietos, pero insisto: conmigo tenía una especial conexión. Era algo como mágico: me sorprendía que en sus manos callosas prendiera la cerilla para hacer iniciar el fuego. Era un ritual de todos los días y para mí era como un número de magia. Los callos de sus manos me hablaban de sabiduría.

  -¿Qué tareas realizaba tu abuelo?

  -Trabajaba en INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y después se dedicaba al arado en su potrero. Era un hombre que vivía trabajando la tierra y hachando. Por eso, la primera metáfora que me nace, casi desde el corazón, allá por los doce años, dice: “Manos corteza de quebracho, presencia del achoma florecido, todo el potrero vive por su pecho cuando vuelve Octavio por el río”.

  -Valle Viejo, su vida, su historia, sus personajes fueron una fuente importante de creación poética.

  -Es que Valle Viejo me representa todo: mi casa, mi vida, mi escuela, mi amor, mis hijos, mi familia, mis amigos. Es mi todo. Aquí también nació mi canto: primero solo, luego con mi padre Domingo Horacio. Fundamentalmente nació en mí cantarle a Valle Viejo y empecé a buscar los motivos que se plasmaron en el libro “Valle Viejo. Un llamado del alma”. Ese libro representa un grito de amor por Valle Viejo. Te digo algo más: no me podría imaginar en otro lugar ni de otra forma que no sea en Valle Viejo. (Hace un paréntesis, como recordando algo) Le quiero agradecer a Gustavo Roque Jalile por haberme ayudado a sacar ese libro.

  -El Dúo Amistad tiene una historia de amistad, precisamente. 

  -Nace allá por los `90 con el amigo eterno de (El Pelao) Ramón Eduardo Medina, que es Huguito Márquez, un gran cantor. Después, cuando se va Huguito comenzamos a encontrarnos en las fiestas familiares, ya que Medina es mi cuñado y con el dúo anduvimos más de diez años, con el acompañamiento de Dardo Molina y Rolo Agüero en el bandoneón y luego con otros músicos. Hicimos honor al nombre, porque la amistad fue el principal sostén de la formación. En el 2005 me voy y quedan Medina con (El Hueso) Néstor Martínez. Había muerto mi madre; allí decidí bajarme de los escenarios y darle mayor importancia a la escritura, a tal punto que ahora se viene otro libro, esta vez dedicado a la localidad de Santa Cruz, un poemario con las mismas características que el primero. Por qué busco la rima tiene su explicación: porque lo quiero cantar al poema, porque el cantor siempre está.

  -Vemos que hay mucha generosidad en tus poemas: son muchos los personajes de los cuales se encargó tu pluma.

  -Con (Jorge Francisco) El Negro Herrera me pasó una cosa fantástica. Te cuento: nosotros sabíamos que en las primeras épocas (sonríe) desentonábamos muchísimo a la hora de cantar. Y El Negro siempre nos seguía incentivando y si nos tenía que hacer blanco de una ironía, lo hacía con esa chispa y el carisma que lo caracterizaban. Sentíamos una cercanía especial con su persona. Otro personaje que para nosotros fue impagable fue Luis Oscar Aísa. Tengo la dicha de que haya sido mi amigo. Nos llevó al festival de Jesús María y nos hizo firmar un contrato –y lo hizo respetar-  como artistas profesionales.

  -El festival “Santa Cruz, canto y amistad” en la localidad chacarera tiene tu sello.

  -Le puse el nombre. De esto han pasado más de 20 años. Luis Oscar Aísa fue el alma mater de ese encuentro folclórico. Yo no entendí el folclore desde lo profesional, hasta que lo conocí a Luis Oscar Aísa.

  -¿Qué tiene y qué le falta a nuestro folclore?

  -Sigo convencido de que el folclore tiene las mismas bases, el mismo sustento. El legado de los padres del folclore está intacto: desde Atahualpa Yupanqui, Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, los (hermanos) Ábalos, El Cuchi Leguizamón, Manuel Acosta Villafañe y otros autores catamarqueños como Cacho Villagra. Lo que debemos tener en claro es que muchas veces nos quedamos en la quintita nuestra, solamente en lo de uno y no avanzamos como comunidad de cantores hacia nuevas etapas. Nos está faltando superar un escalón. Hay chicos que están superando etapas y son pocos los que están viviendo de la música folclórica, pero considero que estamos en una senda muy productiva con buenos valores catamarqueños. Nos está faltando cohesión, adhesión para partir juntos. Es necesario conectarnos para cantar las cosas que han parido nuestros mayores. Catamarca tiene algo especial: en su gran mayoría, cada artista o grupo cantan lo suyo, lo que crean, cosas de su propia autoría; y esto no se da en todos lados. A este movimiento hay que organizarlo en busca de un objetivo: encontrarnos. Me emocionó, por ejemplo, cuando Emilio Morales cantó Paisaje de Catamarca en Estados Unidos. No hay que dejar la identidad de lado para insertarse en ese mundo al que todos pretenden llegar. Hay que seguir cultivando esa brecha extraordinaria que tenemos en poetas y cantores catamarqueños y darle forma para que trascienda. La cultura y nuestro folclore no se pueden dividir. Es una sola cosa, una misma identidad. Es un gran río que tiene muchos afluentes que se expresan a través de una zamba, una chacarera, una baguala o una vidala, pero todo confluye a una misma identidad que es el ser catamarqueño, el ser riojano, el ser santiagueño.

  -El mismo público está pidiendo más identidad a través del folclore.

  -Es que muchas veces te sorprende la misma gente: el artista va pensando en el aplauso fácil de una chacarera santiagueña y el público se emociona cuando escucha una vidala o una copla ancestral. No se puede subestimarlo al pueblo, porque el pueblo se da cuenta y sabe cuándo vos hacés una cosa que amas. Recuerdo que Luis Oscar Aísa nos decía en Jesús María: “Canten lo de ustedes, canten cosas de Catamarca”.

  -Dos palabras: Valle Viejo. Lo suficiente para un chacarero de pura cepa.

  -Aquel Valle Viejo de los históricos callejones, es una época que se está yendo, que ya está en su fase terminal. En una de mis poesías digo que “los callejones de Valle Viejo se quedaron prendados eternamente en mi existencia”. Así como ese detalle, también se ha quedado una identidad, esa que nos habla de la actividad agrícola, el contacto con la tierra, la producción de su fruto bendito. Hoy todo está reducido a lo que son pequeños segmentos de verduras, pero todavía, si das unas vueltitas por algunos sitios, hay gente que anda con el arado esperando la penumbra de la tarde para liberar al animal. Me parece que todavía no podemos darle un perfil definitivo a este nuevo Valle Viejo. Cuesta encontrarle la forma a este Valle Viejo urbano, a este Valle Viejo con distintas características. Han crecido tanto algunas zonas del departamento, que los recuerdos de antaño han quedado solamente como una postal de la nostalgia. Un ejemplo: estuve en la función pública chacarera y me desesperaba por recuperar una fiesta tan cara al sentimiento chacarero como es el Festival del Aguardiente, pero ya no había ningún lugar para hacer aguardiente. Es decir: era contradictorio aferrarme a ese pasado con la realidad que estamos viviendo. Hasta pensé en traer aguardiente de Pomán y hacer la fiesta, pero no se trata de eso. Hay que adecuarnos a la realidad y rearmarnos nuevamente. Hay que escuchar a los viejos y a los jóvenes, tenemos que aprender a escucharnos.

  -Hoy, el pueblo chacarero está muy dividido. Todo por culpa de la política, o de los malos políticos para ser más puntuales. Y esto viene de lejos.

  -Resulta claro que algo nos tiene que unir. No podemos vivir peleándonos toda la vida. Creo que todo pasa por la construcción de los merecimientos. En lo que respecta a la política, te hablo desde lo personal: no me puedo enojar con la gente porque no me votó para tal o cual candidatura. ¡Para nada! Lo mismo amo a esa gente. He resignado a la posibilidad de ser concejal para dejar lugar a otro compañero y hasta lo acompañé en la campaña electoral. Lo mismo pasa con el Poncho cuando veo que se pelean porque están o porque no están en la cartelera y se equivocan. Si yo me creo que todo pasa por mí, que el cenit del folclore pasa por mí, me estoy equivocando. En política, la gente no te va a votar porque vos querés que te vote. Fui candidato a intendente por el Frente Chacarero, pero bueno, no llegué, no me alcanzó y sigo respetando la voluntad popular.

  -¿Cómo nos va a encontrar, como pueblo, cuando pase esta cuarentena?

  -Te voy a decir lo que yo quiero, creo y sueño: que nos haga un poquito más reflexivos, en todos los órdenes de la vida. Más pacientes. Más atentos con la tierra, el ámbito donde vivimos. Hay que buscar la manera de reflexionar sobre todos los temas que hacen a nuestra propia vida. Ser más tolerantes, cerrar todas las grietas posibles que nos hacen vivir situaciones lindantes a lo infernal; reniegos que se pueden evitar porque no nos conducen a nada positivo. Si el reniego pasa porque el otro no te gusta o piensa distinto, es algo que no tiene sentido. Basta de divisiones. Basta de las cosas que nos hicieron sufrir durante tantos años.
 

Personal

-Nombres y apellidos: Emilio Horacio Vázquez Olivera.
  -Esposa: Blanca Edith Medina (“Felizmente casado hace 36 años”).
  -Hijos: Ezequiel, Eduardo, Elías y Velia.
  -Nietos: Marina, Valentín, Román y Josefina.
  -Padres: Aurora Olivera y Domingo Vázquez.
  -Hermanos: Nancy del Valle y Domingo Sebastián (guitarrero y cantor).
  -Abuelos: maternos: Octavio Olivera y Amelia Córdoba. Paternos: Celestina Aguilar y Emilio Vázquez.
  -Un lugar: San Isidro, “donde nací”.
  -Empleado: Del Poder Judicial de la Provincia.
  -Escuela: primaria y secundaria: Gobernador José Cubas (“Ahí, en el patio, la conocí a mi esposa y ahí se conocieron mis padres”).
  -Personajes: María Emilia Azar, docente y escritora. “Es una figura extraordinaria. Cuando estaba cerca de ella se me terminaban las palabras. También valoro lo que hizo Cacho Villagra. De los cantores y guitarreros, Carlitos Varela, un gran amigo.”
  -Catamarca: “Sueño con una Catamarca unida. No me asusta el debate cuando es constructivo. Catamarca tiene un caudal maravilloso de posibilidades. Yo le doy las gracias a Catamarca todos los días”.
 

María de Las Chacras

(Con amor y respeto a Doña María Emilia Azar)

Gracias, tierra mía
Por María Emilia
Por el fuego sagrado
De su verbo,
Porque en ella se enciende
La memoria
Del pasado y del presente
De mi pueblo.
Gracias por el verde manso
De su boca,
Por su piel de glorieta
Y duraznero,
Por el jazmín que perfuma
Su escritura,
Por su sabor de algún dulce
Casero.
Y mañana,
Donde un malvón
Pinte días nuevos
De un futuro cosechero
De recuerdos,
El paso de su letra inmaculada
Será eco eterno
De mi pueblo chacarero.
Por María Emilia, Valle Viejo.
¡Gracias!
 

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