Cara a cara

Camina desde niño bajo la guía del ilustre Fray Mamerto

domingo, 30 de agosto de 2020 06:00
domingo, 30 de agosto de 2020 06:00

HOY: VÍCTOR RUSSO

Es un agradecido de la vida, y tiene fundamentos para vivir en ese estado de gracia. En el estrellado mundo de la cultura catamarqueña, su nombre brilla con luz propia. Tiene al insigne Fray Mamerto Esquiú como la guía que alumbra sus inspiraciones y disfruta de la paz de su hogar en este maldito tiempo de larga cuarentena; esa paz que transmite en cada gesto y en cada palabra. Es el actual secretario de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en Catamarca, entidad que preside su amiga y colega Hilda Angélica García. El Cara a cara de este domingo propone conocer el pensamiento del escritor Víctor Mamerto Russo.

  -¿Recuerda un hecho en su vida que le haya despertado esta vocación de escribir?

-Desde muy niño he tenido una especie de guía espiritual, alguien que ahora, ya en grande, prácticamente es un santo: Fray Mamerto Esquiú. Nací el 11 de mayo, el mismo día que nació Fray Mamerto. De allí mi segundo nombre, Mamerto. Además, cursé toda la primaria en el Colegio Padre Ramón de la Quintana y tenía como hábito, siempre que podía, visitar la celda del franciscano. Surgió así una conexión muy fuerte y espontánea. Niño aún, sentía como que me hablaba y me asombraba su humildad;  su condición de ser humano para vivir tan en la pobreza y ser tan grande. Recuerdo que el padre Reyes Vélez era el director del colegio y nos daba clases sobre Esquiú y me impresionaba la grandeza de su figura.

-¿Cree que aquello fue una comunicación que duró para siempre con Esquiú?

 -Desde el nacimiento mismo. La fecha, el nombre Mamerto y esas cosas que a uno lo conectan. Es como si algo nos hubiese unido, algo que sigo agradeciendo hasta el día de hoy: hace unos cuatro años tuve un episodio complicado de salud y tuve que someterme a una operación en Córdoba. Momentos previos a la anestesia, recordé la figura de Esquiú y me encomendé a él; le pedí que me dé una mano en momentos que sentía muy mucho frío y de pronto sentí un calor en el cuerpo. Como si me hubiese llegado una respuesta, y ahí me dormí. La operación fue un éxito y pienso que Esquiú me salvó la vida.

-¿Las cosas simples de la vida son una buena fuente de inspiración?

  -Sin dudas. Soy un amante de la vida y fundamentalmente de las personas a las que he tenido el gusto de conocer y frecuentar. Siempre me han dejado algo, siempre me han enseñado; por ello estoy eternamente agradecido. Más aún: creo que la vida es una permanente manifestación de sentimientos que se van agigantando a medida que crecemos y después pasan a ser parte del recuerdo, que es también otra manera de vivir. Somos, en síntesis, lo que nos reflejamos en los otros, en una sociedad donde hoy hay tantas desinteligencias, desencuentros y grietas; cosas que no deberían existir.

  -¿Qué es lo que lo enoja, lo que lo pone mal?

-Lo que me preocupa y me deja mal es la estupidez humana; esa tontería en la que muchas veces caemos muchos, y que en tiempos de pandemia se ha puesto de manifiesto. Escribí en Facebook: “Soy el coronavirus, no tengo pies pero camino gracias a la estupidez humana”. ¿Por qué rebelarse contra algo que te puede matar? Resulta inexplicable.

  -¿Qué es lo que lo pone contento, lo hace disfrutar?

  -Me alegrar ver crecer a mi familia, a mis hijos, a mis nietos. Eso es lo que más me gratifica. Todo con el apoyo de mi esposa Susi, alguien que está a mi lado y da fuerzas para seguir. Son muchos años de lucha y de comprensión. De todo, en definitiva.

-¿Los catamarqueños somos de consumir mucha lectura de libros?

  -No. La gente lee poco, muy especialmente la juventud. En cuatro décadas de docencia, de todos los niveles, he podido observar que año a año se notaba una decadencia en la calidad del alumnos que recibíamos. Cada vez venían menos preparados, un déficit que se nota en el secundario.

  -¿Valoramos en su justa dimensión a nuestros escritores?

-No en la medida que corresponde. Pasa lo mismo con nuestros artistas, nuestras personalidades del arte y la comunicación, por ejemplo. Gente que marcó una época. Recuerdo a Luis Oscar Aisa, un maestro en lo suyo; lo mismo que Anita Martinena. En cuanto a escritores, la gran mayoría de los catamarqueños saben que existen, pero hasta ahí nomás. Saben que Luis Franco fue un grande, pero… ¿qué han leído de Franco? Alguno dirá “La hembra humana”, tal vez.

-¿Nunca escribió algunos versos para una canción teniendo en cuenta su faceta artística? (Ver aparte).

-Tengo algunos proyectos a concretar. Admito que la sociedad te brinda un reconocimiento especial en el ámbito musical, y en muchos casos se alcanza una trascendencia inesperada. Un ejemplo: Manuel J. Castilla. Lo invitamos cuando éramos estudiantes del profesorado para que ofrezca una charla. Dio una conferencia sobre su obra que, en verdad, no nos dejó satisfechos. A la noche, fuimos a un asado en Las Pirquitas, en la casa de la luego profesora Pacha Soria de Melo y ahí, de manera increíble, Manuel J. Castilla nos demostró quien era. Le salió todo el enorme poeta que era. Se acordó de su repertorio e improvisó coplas extraordinarias. Una maravilla.

  -¿Qué le dice la palabra Catamarca, que ocupa un lugar trascendente en sus obras literarias?

-Catamarca es una especie de oasis en del desierto. Es tan pequeña y grande a la vez, que atesora todas las potencialidades. Lamentablemente desde lo económico ese potencial no fue correctamente desarrollado. Los recursos que tiene Catamarca no los tiene nadie, especialmente desde el punto de vista turístico. Soy experto en Turismo y fui alumno de la primera escuela de turismo que la creo el profesor Raúl Argerich y teníamos realmente profesores de lujo: el padre (Ramón Rosa) Olmos, Gaspar Guzmán, Ángel B. Segura, Omar Barrionuevo y el propio Argerich. La enseñanza incluía conocer la provincia palmo a palmo, por lo que teníamos una formación importante. 

  -Hay un sentimiento inequívoco: cuanto más se conoce a Catamarca, más se la quiere. ¿Es así?

 -¡Claro! En el interior es donde existe la mayor potencialidad para el desarrollo provincial. Lo que pasa que todo se ha concentrado en la Capital. Me satisface mucho que ahora el gobernador esté mirando con mayor atención a nuestro interior.

-El aspecto quizá menos conocido: el artístico. Integrando grupos folclóricos y luciendo traje de gaucho.

  -Tocaba algo la guitarra, pero me gustaba más el bombo. Esto nace por una  cuestión familiar. Mi padre, que era músico, me llevó cuando yo tenía 6 años al coro del seminario porque era amigo del padre Cons, director del coro. Era formación que sonaba muy bien. Después, tengo un gran recuerdo del profesor Tomás Amalio Valderrama, quien me incorporó al coro del Colegio de la  Quintana y en el coro de la Escuela Normal de Maestras. Posteriormente seguí con el profesor Guillermo Watkins en el entonces coro del Instituto del Profesorado, que pasó luego a ser el coro universitario que actualmente dirige la profesora Cecilia Colla. De esa manera aprendí con todos esos grandes maestros, especialmente en lo que se refiere al gusto musical. Así, se iban formando distintos conjuntos, cada uno con su identificación.


  -¿De qué manera se manifiesta más el escritor: con el intelecto, el corazón, la imaginación o algún sentimiento en especial?

  -Considero que lo que enciende la chispa de la inspiración es un toque, una luz, un sueño, un despertar. Por ahí, uno se despierta y lo hace con mensaje que alguien le transmitió. Por momento, la inspiración se manifiesta de la manera más insólita e inesperada. 
  

Opinión

SU AMOR POR CATAMARCA

Cuando pienso en Víctor Russo, lo relaciono con el poeta Fernández Retamar cuando decía: “Estamos intentando soñar y creer en nuestros sueños”. Porque mi amigo Víctor mira la vida desde una realidad cargada de utopías, que va desentrañando con el sabio manejo de la palabra y con poder intelectual.
Nos une una amistad entrañable que compartimos con nuestras familias y una responsabilidad: la SADE, de la que es un integrante de lujo por su profesionalidad en el mundo de las artes.
  La temática de sus libros muestra su amor por Catamarca, su historia, sus hombres, su lenguaje. Felipe Varela, en su novela, atraviesa el tiempo, abriendo el pensamiento a las razones del conocimiento, a la comprensión de un mundo donde sea posible cambiar armas por libros; donde la palabra valga más que un fusil. En su obra “A corazón abierto” el espíritu de Fray Mamerto Esquiú está presente porque el autor interpreta pensamiento, palabra y acción del franciscano, quien ha iluminado un espacio de existencia purificado, en contraposición al materialismo de la vida.
  Víctor Russo es un referente incontrastable de la cultura catamarqueña.

Hilda Angélica García

Personal

-Nombres y apellido: Víctor Mamerto Russo.
-Edad: 75 años.
- Casado: Con María Azucena Soria (Susi).
-Hijos: Tres. Vanesa Silvina (profesional médica), Víctor Alexis (abogado) y Pablo Martín (músico).
-Nietos: Delfina y Valentino (ambos hijos de Víctor Alexis).
-Estudios: Primarios (Colegio Padre Ramón de la Quintana), secundarios (Escuela Normal de Maestros “Fray Mamerto Esquiú”) y terciarios (Instituto Nacional del Profesorado, Profesor de Castellano, Literatura y Latín, Licenciado en Letras y Máster en Ciencias del Lenguaje).
-Personaje: “Sin duda, Fray Mamerto Esquiú. Para mí ha sido revelador”.
-Un gran profesional de los medios: “Recuerdo a Manuel F.  Bustos. Gran periodista y fotógrafo. Fue muy amigo de mi padre”.
-Personalidad: “De las letras, en Catamarca: el profesor Federico Emiliano Pais. Le reconozco como un gran referente en la parte académica. Es llamado ‘Padre de la Universidad’”.
-Libros de su autoría: Tres. “Fray Mamerto Esquiú. A corazón abierto”, “La revolución posible” (sobre Felipe Varela) y “El lenguaje criollo catamarqueño” (con el escritor Oscar Hugo Alaniz).
-Deportes: “Jugué al básquetbol en el club Deportivo Juventud, en la época de oro de esa disciplina deportiva, cuando se jugaba a cancha llena. Los mejores recuerdos de jugadores como Julio Rodríguez, estrella en Córdoba; Julio Delgado, Vitorica Quiroga, Chichí Quiroga, Papi Quiroga, Yari Carrizo, Lungo Castro, Coquín Aragón. Era un gran plantel y nosotros veníamos de abajo, de la división Cadetes. En fútbol, mi equipo preferido es Samiento”.
  -El folclore: Integró numerosos grupos folclóricos. Uno de ellos (“Los Volvedores”) estaba formado por Mito Álvarez, Javier Chalup, Víctor Russo y Gringo Posch. Otro (“Los changos del Camino Real”), con Javier Chalup, Mito Álvarez, Gringo Posch, Edgardo Quiroga y Víctor Russo.
 

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0%
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Indiferencia

Comentarios

30/8/2020 | 15:28
#149006
Ya empiezan a aparecer los que se colgarán de la foto cuando sea la ceremonia de F.M.Esquiú. ¿quién lo conoce a este sr. que BRILLA CON LUZ PROPIA?
30/8/2020 | 15:27
#149005
Ya empiezan a aparecer los que se colgarán de la foto cuando sea la ceremonia de F.M.Esquiú. ¿quién lo conoce a este sr. que BRILLA CON LUZ PROPIA?

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