Carta al director

Un verdadero martirio

martes, 29 de septiembre de 2020 01:04
martes, 29 de septiembre de 2020 01:04

Sr. Director

La que suscribe, María  Pérez, DNI Nº 2.726.326, se dirige a usted, y por su intermedio a la comunidad toda, a los fines de poner en conocimiento de la población la situación dolorosa que he debido atravesar en un sanatorio privado de esta ciudad Capital, a raíz de mi deteriorado estado de salud. 


Mi calvario comenzó el día miércoles 16 de septiembre, a las 18.00, cuando experimenté un aumento súbito de mi presión arterial, llegando a valores de 18. Apremiada por esta situación, requerí la atención de los profesionales médicos de ECA (Emergencia Médica Catamarca), quienes decidieron que sería necesaria mi internación. A continuación fui conducida hasta un Sanatorio Céntrico muy conocido, en donde quedé internada en terapia intensiva, y me hicieron los estudios de rigor, arrojando resultados favorables. Dado a que la presión arterial tendía a normalizarse, el día jueves me pasaron a una sala de terapia intermedia, en donde pasé una noche de espanto, debido al suplicio al que fui sometida por las enfermeras del turno noche de ese nosocomio, supuestamente encargadas de cuidar a los pacientes allí alojados. Aparentemente mi pedido reiterado para que me condujeran al sanitario no fue de su agrado, y mis demandas de ayuda no solo no fueron escuchadas, sino que por respuesta obtuve reproches, gritos y ofensas, llegando incluso a la violencia física, ya que fui atada a la cama en la que estaba y sometida a torturas tales como apretujadas de muñecas en las que tenía las zondas de los sueros con las agujas incrustadas. Tal es así que me quedaron las muñecas de las manos con lesiones de color morado intenso, observables a simple vista. La privación total de movimientos a la que fui sometida provocó que me hiciera mis necesidades fisiológicas en mi propia ropa, sin tener siquiera la oportunidad de cambiármela.  Al día siguiente les consultaron a mis hijos si querían que siga internada para profundizar los estudios, pero ellos, al ver el deplorable estado en que me hallaba, decidieron pedirme el alta voluntaria. El maltrato físico y sicológico al que fui sometida ha dejado graves secuelas en mi salud, ya que habiendo pasado varios días de este lamentable suceso, apenas puedo moverme y requiero la asistencia permanente de mis familiares.


La intención de dar a conocer este martirio que he sufrido es simplemente prevenir a la comunidad en general, y sobre todo a la gente mayor, para que no se haga atender en este tipo de sanatorios. En lo que el personal médico, sobre todo las enfermeras, no fueron instruidas para brindar la atención correcta a los pacientes y terminan ejerciendo estos humillantes vejámenes típicos de épocas milenarias pasadas, cuando los imperios opresores sometían a los pueblos conquistados a todo tipo de  suplicios y martirios indescriptibles.


Sin otro particular, me despido de usted, saludándolo con atenta consideración y respeto.

María  Pérez                                                                                                                                       DNI Nº 2.726.326   
 

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