Quién era Mario "Perro" Cisnero, el catamarqueño emblemático del Ejército caído en Malvinas
En la madrugada lluviosa del 24 de mayo de 1982, Héctor Cisnero manejó su Ford Falcon anaranjado para llevar a su hermano Mario, sargento y comando del Ejército, desde su casa en Avellaneda hasta Campo de Mayo. Fueron en silencio. Pero al llegar, Mario habló: "Hermano querido: yo rendido de las Malvinas no vuelvo". Explicó que como soldado ese era su deber ante el pueblo argentino, que había solventado su capacitación militar. Héctor lo escuchó con un nudo en la garganta. Antes de despedirse, Mario le pidió que no les avisara a su padre y sus otros ocho hermanos de su partida a las islas para no intranquilizarlos.
Nacido en 1956 en San Fernando del Valle de Catamarca, Cisnero era el octavo de diez hermanos. De chico era muy inquieto y deportista. Le encantaba el fútbol y era fanático de River. También le gustaba salir a cazar palomas y perdices con una honda.
Su hermano Héctor destacó la misteriosa vinculación entre el destino de Mario y la Patria: "Nació el 11 de mayo, Día del Himno Nacional; murió el 10 de junio, Día de la Reafirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, y su identificación fue informada el 29 de mayo, Día del Ejército Argentino".
A los 15 años, se incorporó a la escuela de Suboficiales Sargento Cabral, de donde egresó en 1973, a los 17 años, con el rango de cabo del Ejército. Enseguida se especializó en paracaidismo y se convirtió en el más joven del país. Luego se convirtió en comando e integró las tropas de elite. Además, era buzo, montañista y técnico en inteligencia. En 1982 Mario estudiaba Ciencias Políticas. Y para julio de ese año planeaba casarse con su novia, Nélida.
Pero empezó la guerra y solicitó ser enviado a las islas. "Además donó el 50% de su magro sueldo al Fondo Patriótico", recordó Héctor.
Por su notable fidelidad, sus compañeros de armas lo habían apodado "Perro". Aunque para la familia siempre fue "Marito". Héctor dice que su hermano repetía con frecuencia que el don de mando sólo se logra con el ejemplo. Araujo lo ilustró: "Si tenía que enseñarles a los soldados cómo se atravesaba un pantano en medio del invierno, primero entraba él, y cuando salía, embarrado de arriba abajo, recién los hacía entrar a ellos".
Las cartas que desde las islas le mandó a su hermano demostraban su inclaudicable fervor patriótico: "A estos sinvergüenzas [por los ingleses] les vamos a dar con todo, cueste lo que cueste". Los mensajes llegaban firmados con un lema distintivo de los comandos: "Dios y Patria, o Muerte".
La última imagen que conserva su hermano mayor es la de la puerta de ingreso de la Escuela de Infantería, cuando Mario se dio vuelta –mientras él permanecía atónito, inmóvil– y le hizo un gesto para arriba con el pulgar, como diciendo que estaba todo bien.
El 26 de mayo viajó desde Campo de Mayo a Comodoro Rivadavia y de allí a las islas donde murió heroicamente el 10 de junio. Esa fecha fue después designada como Día de la Recuperación de los Derechos Soberanos de Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
La odisea de las islas
Meses después de finalizada la guerra, se conformó la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur con el objetivo de rendir homenaje a los civiles, soldados, suboficiales y oficiales que participaron de la contienda. Héctor Cisneros, quien se desempeñó durante casi tres décadas como titular de la organización, relata que durante muchos años realizaron un largo peregrinaje en el intento de dar visibilidad al tema y rescatar el patriotismo, sacrificio, compromiso y lealtad de los soldados que dieron todo y, en muchos casos, no volvieron.
Sintiéndose poco tenidos en cuenta, con sus más y sus menos, por todos los gobiernos que se fueron sucediendo, el problema concreto llegó cuando se planteó la posibilidad de exhumar los cuerpos enterrados en el cementerio de Darwin para su identificación y su posible "repatriación", palabra que indigna a Héctor ya que "no se puede repatriar lo que ya está en nuestra patria", sostiene. Además le pareció una afrenta a la memoria de su hermano y su deseo de quedarse en las islas, expresado antes de partir.
En marzo de 2018, después de dos meses de trabajo conjunto entre los gobiernos de Argentina, el Reino Unido y el Comité Internacional de la Cruz Roja se reconoció la identidad de 90 excombatientes que durante 36 años habían permanecido como "soldados argentinos solo conocidos por Dios". Por esta razón, alrededor de 250 familiares viajaron a las islas. La familia Cisneros no estaba entre ellos.
"Durante mucho tiempo no estuve de acuerdo con esta iniciativa porque consideré que iba a ser utilizada políticamente y además temía que pretendieran traer los restos de nuestros héroes al continente, incluso, en algún momento estuve muy cerca de presentar un amparo", explica Héctor y agrega: "Después de un largo debate familiar, accedimos".
"A mí me movilizó mucho la localización de los cuerpos y el posterior viaje de los familiares", cuenta Gladys, hermana de Mario. Y afirma que entre todos los hermanos concordaron que era hora de cerrar el círculo de la vida y la muerte. "Yo veo su nombre en calles, avenidas, escuelas, aulas y no creo que sea justo que no esté en su tumba".
La muestra de ADN de la familia Cisneros fue obtenida el 27 de abril, y el 29 de mayo se despejaron todas las duda con un resultado un 99, 99 positivo. El equipo forense les entregó las pertenencias de Mario: una planilla doblada en cuatro que tenía en el bolsillo derecho del pantalón con la lista de las elementos a su cargo, su documento de identidad y una libreta. "Fue una gran emoción y también nos brindó la certeza de sentir que habíamos hecho los correcto", expresa Gladys.
Y sueña con volver a Malvinas –donde ya estuvo en más de una ocasión– porque sabe que en esta oportunidad será diferente. "En el primer viaje, las tumbas no tenían nombre, pero en ese momento no me pareció tan relevante: me hice a la idea de que todos habían muerto por la misma causa y la misma bandera, por lo cual todos eran mis hermanos. Me consoló tener un lugar donde rezar. Desde el 29 de mayo, la certeza de saber dónde está enterrado Mario me provoca una profunda emoción y la esperanza de poder colocar un rosario sobre su tumba reconocida".