Tucumano de nacimiento, catamarqueño por adopción y andalgalense por pasión. Ese fue el destino que la vida le brindó a Julio César Rose, quien acababa de cumplir 66 años y durante el pasaje terrenal que terminó ayer fue un actor público de méritos, responsabilidad y compromiso con quienes lo conocieron.

Sumergido por una fuerte neumonía en el tétrico escenario del covid había sido internado en el Hospital Malbrán hace más de una semana y el martes había entrado en estado de extrema gravedad. Ayer, pasado el mediodía, su noble corazón no aguantó más y mentalmente se despidió de todos. De su familia, de sus amigos, de los andalgalenses que lo conocían y a los que no pudo abrazar o besar físicamente. El virus que azota al mundo lo quebró físicamente y produjo hondo dolor entre quienes lo conocían.

Me anoto entre éstos últimos. Conocí a Julio hace aproximadamente 40 años. Recién había terminado la guerra de Malvinas y sonaban los clarines de regreso de la democracia cuando, en calidad de Jefe de Redacción del desaparecido diario La Unión (eran directores del entonces único medio gráfico de Catamarca don José Luis Velasco, Dardo Soria y el Cholo Leiva) y en compañía de Orieta Vera, una colega de prestigio y personalidad propios, viajamos por distintos puntos del interior para producir la renovación de las corresponsalías.

Con Aldalgalá y con Julio Rose fue una historia aparte. Hacía poco tiempo que Agua y Energía de la Nación lo había trasladado desde Tucumán a Andalgalá. Aparte del trabajo específico que cumplía fielmente, militaba políticamente en la UCR, de la que llegó a ser presidente de la juventud en la “Perla del Oeste”. En los años por venir fue en varias oportunidades convencional. De vuelta al relato. Cuando convocamos a los precandidatos para realizar las entrevistas, Julio nos comentó su situación y le dijimos que debía optar entre dos posiciones incompatibles. O hacía política o comenzaba a hacer tareas periodísticas. No lo dudó. En la misma entrevista se comprometió con el diario.

La historia que sigue, entre los periodistas, es más conocida. Siguió a mi lado cuando me tocó dirigir por 20 años el diario El Ancasti o cuando fundé, en agosto de 2010, el diario El Esquiú. Pero como Julio sentía al periodismo como la pasión de su vida fue más allá y fundó radio Independencia, una de las emisoras de referencia en Andalgalá.

Ayer fue un día triste para la prensa. El virus se llevó a Enrique “Ricky” Figueroa, un viejo operador de prensa e integrante de una tradicional familia de comunicadores sociales.

Luego sonaron las campanas por Julio César Rose, que me brindó el privilegio de ser su amigo de toda una vida y de compartir interminables veladas, sea en mi casa o en sus aposentos andalgalenses. Te auguro paz en el destino final. Quédate tranquilo y quédense tranquilos sus seres queridos. Julio no pasó desapercibido y supo levantar los estandartes para construir un mundo mejor.

Eduardo Molas
Diario “El Esquiú”