Conectados: el problema de los jóvenes y la soledad en la era de las redes sociales

Si bien las redes facilitaron la conexión a distancia entre las personas, también generaron efectos negativos que impactan en los usuarios.
miércoles, 13 de abril de 2022 14:45
miércoles, 13 de abril de 2022 14:45

Frente a la pregunta sobre si las redes incrementan o reducen el sentimiento de soledad, debemos analizar las experiencias derivadas del uso creciente de tecnologías digitales para relacionarnos. Durante el confinamiento del pasado 2020, muchas personas experimentamos con frustración y angustia que nuestra vida social se restringía a mensajes y videollamadas. Una etapa en la que el sentimiento de soledad se extendió en la población y se agudizó entre las personas jóvenes, las más familiarizadas con la comunicación en línea.

La frase “cada vez más conectados, pero también más solos” se convirtió en un lugar común, atribuyendo a móviles y redes sociales el aumento de la experiencia de soledad entre jóvenes. Sobrevuela la sospecha de que estos medios ofrecen un sucedáneo del tipo de contacto más auténtico que es el presencial.

La “frialdad” de las pantallas, la “superficialidad” de las fotografías o la “distancia” en la comunicación difícilmente pueden competir con la calidad y calidez de un abrazo. Las redes sociales, al promover la sobreestimulación consumista, contribuyen a generar vínculos más efímeros e inciertos.

La importancia de las redes para comunicarnos

Ahora bien, el testimonio de muchos jóvenes indica que las redes sociales son herramientas útiles para interactuar en la distancia, construir relaciones de intimidad y afrontar momentos difíciles. Facilitar la sensación de control en la comunicación elaborando mensajes, moldeando la imagen personal o modulando la disponibilidad puede rebajar la ansiedad y favorecer el contacto.

Durante la pandemia, muchas personas expresaron saturación de los medios digitales. Sin embargo, estos fueron imprescindibles para mantener el ánimo y las relaciones personales. La ambivalencia y diversidad de estas herramientas son fundamentales a la hora de entender cómo afectan a nuestra vida social, especialmente porque esta está evolucionando muy rápidamente.

Los prejuicios sobre las redes dificultan diagnosticar cómo están transformando la vida social. También dificultan imaginar estrategias realistas para remediar las tensiones y malestares de la sociabilidad juvenil.

En la investigación ¿Cómo conectamos? Mediación de las redes sociales en la experiencia de soledad de las personas jóvenes, se señalan tres dimensiones en las que se está transformando la forma en que viven la soledad las personas jóvenes.

En el informe se presentan los resultados de una investigación que tuvo lugar durante 18 meses, entre enero de 2020 y junio de 2021. Su objetivo general consistió en analizar la mediación de las redes sociales en la experiencia del confinamiento de personas jóvenes y su relación con la vivencia de soledad no deseada para extraer aprendizajes en torno al papel que las redes sociales pueden desempeñar para prevenir ese sentimiento de soledad no deseada.

En una primera dimensión cabe mencionar que, aunque los medios digitales no pueden asegurar el contacto presencial, en contrapartida prometen una disponibilidad y una simultaneidad constantes en la interacción social. La soledad se expresa como una preocupación por estar fuera de los canales comunicativos, como un miedo por no ser partícipes de ciertos eventos o por ser olvidados por otros. Un tipo de soledad que es sensación de desconexión, de no seguir debidamente el flujo o dejar de estar al corriente (o sin cobertura).

En un segundo nivel, la soledad se concibe como la frustración sobre nuestros vínculos significativos. Aunque es la forma más habitual en la que se entendió y estudiado este fenómeno, las redes sociales suponen nuevas formas de mantener esos vínculos. Y esto implica tensiones y frustraciones.

Los muros públicos de Facebook o Instagram ofrecen la capacidad para comunicarse con multitudes en un clic. Ello generó un marco cotidiano de reconocimiento en las relaciones personales. Tener pocos seguidores, no ser etiquetado en una publicación o ser ridiculizado por una foto son casos que disparan sentimientos de soledad.

Y el tercer nivel los usuarios de las redes sociales proyectan constantemente quiénes son ante otros. Al elegir la foto de perfil, por ejemplo, expresan cómo quieren ser vistos al tiempo que se lanza una pregunta sobre cómo son los otros y cómo miran.

La “conexión” aparece como una metáfora perfecta de la sociabilidad contemporánea. En ella las mediaciones digitales cada vez están más naturalizadas. Sin embargo, generan tensiones entre la búsqueda de exposición pública y el recogimiento íntimo. Entre una luminosa fantasía de transparencia y el temor constante a ser poco auténticas o al control ajeno. Las relaciones entre personas jóvenes entrañan una incertidumbre constante: en una conectividad tan veloz es muy fácil quedar desconectados.

 

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