Por Anna Fedullo

Son tantas las veces que vamos por la vida culpando y responsabilizando a personas o circunstancias por lo que somos o no somos. Por lo que tenemos o no tenemos. Por lo que hicimos o dejamos de hacer.  Incluso por no ser felices. 

Tantas veces, en un descuido aprehendido, elegimos dejar de considerarnos dueños, responsables y creadores de nuestra propia vida, otorgando “nuestro poder” a lo externo, ya fuere a nuestros padres, a nuestro pasado, a nuestras parejas o ex parejas, al clima, a la pandemia, a los gobernantes…

Lo cierto es que hay personas y/o situaciones que hieren y generan mucho dolor y no somos responsables de esas heridas. Sin embargo, podemos aprender a transitarlas de una forma más cómoda, para no quedar estancados en ese lugar y así lograr una mejor calidad de vida. Se trata de no seguir culpabilizando a personas o situaciones externas y comenzar a buscar soluciones dentro nuestro. 

“No siempre somos responsables de nuestras heridas, pero siempre somos responsables de buscar sanar nuestras heridas”

Somos los únicos que podremos sanar o al menos buscar sentirnos mejor. Si no lo hacemos, nadie puede hacerlo por nosotros.

En este contexto, la gran mayoría de las veces pasamos parte del tiempo señalando aquel acontecimiento como causante de nuestra infelicidad, y al mirarlo con tanta insistencia, tanta dedicación, perdemos de mirarnos a nosotros, sin darnos cuenta de todo lo que podemos hacer para sanar, y no sólo sanar, sino también para ser resilientes. Es decir, hacernos más fuertes, más sabios.

 La resiliencia es la capacidad para sobrellevar con entereza las adversidades que presenta la vida y a su vez poder desarrollar comportamientos positivos a partir de las mismas.

Al llevar adelante una actitud resiliente, estamos recuperando nuestro poder personal. Un poder personal que significa que, conscientemente, elegimos no quedar regodeándonos en las heridas del pasado. un poder personal que nos invita a evaluar qué hacemos con nuestra vida hoy, seguimos mirando hacia atrás para lamentarnos, culpabilizar, estancarnos y no perdonar, o miramos nuestro presente para desarrollar la creatividad transformando el dolor en fortaleza, construyendo un presente y un futuro mejor. 

Poder Personal significa recuperar el poder interno que nos constituye. Significa volver a encender la luz del corazón, significa pararnos sobre nuestra propia fuerza. Siempre respetando los tiempos de cada uno, respetando los tiempos del cuerpo, sin sobre exigirnos ni juzgarnos y dándole a cada emoción su lugar.

El empoderamiento significa aprender a confiar en nosotros y desarrollar recursos internos. 

Al ser conscientes de nuestro valor, podremos elegir con libertad.

Es un darnos cuenta de ese valor, es sostener las riendas de nuestra vida y dejar de esperar que los demás hagan algo para nuestra felicidad, somos nosotros los creadores de la misma. 

Paso a paso y con una mirada amable hacia nosotros mismos, todo empieza con un sentido: “me lo merezco, merezco ser feliz”.

La invitación a mirarnos más y saber que podemos vivir diferente, está hecha. 

Nos animemos a dar ese paso, recordando que podemos comenzar hoy. Aquí. Y ahora.