La licenciada en psicopedagogía y directora del Centro Terapéutico Integral, Mónica Chávez, se refirió a la dislexia y la importancia del rol de las familias y los docentes para una detección precoz. 
La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje que se origina en los sistemas cerebrales encargados del procesamiento fonológico, afectando el dominio del lenguaje, la capacidad de simbolizar, leer y escribir. Hasta la fecha, los estudios apuntan a la dislexia como un trastorno crónico, sin embargo, cuando se diagnostica a tiempo, se pueden llevar a cabo intervenciones multidisciplinarias capaces de proporcionar un mejor desarrollo cognitivo e intelectual y, en consecuencia, mejorar la calidad de vida del individuo.
En este sentido, la licenciada, en diálogo con Radio Nacional, señaló que “el tema de la dislexia tiene varias aristas y varias partes en las que nosotros tenemos que trabajar. Trabajar solos desde lo profesional no es bueno, siempre necesitamos del aporte, el apoyo de los docentes, también de las familias que pasan por varias etapas, que pasa cuando la familia recibe esta noticia y lo que tiene que hacer y ver cómo puede acompañar la escolaridad de su hijo”.
“No es fácil, es una noticia que lleva su tiempo, que deja al principio un shock y después se van encontrando los caminos, esto es, poder encontrar la forma de ir superando y acompañando desde las familias, al decir familias digo padres, hermanos, tíos, abuelos. Por suerte cada vez más están los abuelos, entonces hay muchos que consultan porque han transitado la trayectoria escolar de sus hijos”, indicó.
En esa línea, agregó: “creo que esto es una mirada diferente, una mirada donde a veces, desde otro lugar, cuando un chico no entiende, no habla, cuando un chico pasó cierto grado de escolaridad y no está aprendiendo a leer como el resto de los chicos, entonces, alguien prende la alarma y esto está bueno porque la familia empieza a ver a dónde consultan”.
“Nosotros siempre apelamos a que la familia y el docente haga lo más rápido posible la consulta, cuando ya la persona tiene la posibilidad de haber recibido esta propuesta de enseñanza de lecto-escritura. Antes se decía que se debía esperar hasta tercer grado, pero hoy ya sabemos que no tenemos que esperar tanto”, subrayó.
Asimismo, añadió que “no tiene que ver con la inteligencia, no tiene que ver con que no va a poder, sino que tiene otra forma de aprender, pero a veces en el aula puede pasar que muchos chicos son normolectores y pueden leer con fluidez, con muy buena comprensión y, de repente, se dan cuenta que un compañero tiene dificultades y, a veces, se hacen comentarios que van minando la autoestima, los va haciendo sentir mal. Entonces, evitan el hábito de leer, no quieren participar. Hay muchas situaciones en las que cuando llegan a la consulta nosotros debemos trabajar el doble”.
El disléxico tiene dificultad para descodificar palabras y procesamiento fonológico para fragmentar palabras, separándolas en unidades sonoras más pequeñas y para transmutar grafemas, que pueden representar sílabas (grafemas silábicos), ideogramas (grafemas ideográficos) o consonantes (grafemas consonontales) en palabras. Ante esto, se creía que la dislexia se originaba por una deficiencia en la organización visual y que simplemente aquejaba al vocabulario escrito. Sin embargo, investigaciones actuales han arrojado resultados en los que los problemas de lectura también se originan por deficiencias en las habilidades fonológicas, la memoria y la evolución del habla.