Dietas que causan más problemas que beneficios
Las dietas mágicas, los suplementos supuestamente naturales, las jornadas extenuantes en el gimnasio. Cada día está más claro, de la mano de numerosos estudios, que la única manera saludable que mantenerse en buen peso es con buenos hábitos, sostenidos durante todo el año.
Aún cuando la ciencia alumbra con nitidez qué hace bien y qué hace mal, las soluciones mágicas florecen y cada día hay más opciones para combatir el sobrepeso. En ese marco, una excelente nota de la revista estadounidense Time detalló cuáles son las dietas más populares que, lejos de beneficiarnos, pueden atentar no sólo contra el buen peso sino, también, contra la salud integral del organismo.
1.La dieta de los grupos sanguíneos
Los grupos sanguíneos se diferencian según su tipo de antígenos. Las dietas que se centran en este aspecto se fundamentan en la teoría de que cada grupo reacciona de una manera diferente ante los alimentos. El problema que tiene esta dieta es que no existe una evidencia científica que la muestre efectiva, sino que se basa en una teoría. Por tanto, realizando esta dieta puede que se acabe teniendo una alimentación muy restrictiva con unos resultados muy poco evidentes.
2. La dieta de la luna llena o del “hombre lobo”
Se centra en el tipo de alimentación que debe llevarse según los ciclos lunares, ya que considera que nuestro organismo cambia su funcionamiento según las mareas y la disposición de la luna. Los defensores de este método afirman que es preferible hacer ayuno los días de luna llena porque se perderá más peso. Pero la única evidencia científica es que si se pierde peso es por no comer, hábito que, desde luego, no es nada saludable.
3. La dieta de los bebés
Consiste en alimentarse a base de alimentos para bebés: papillas. Concretamente, en torno a 14 frascos diarios. Tener estos hábitos no solo es muy caro, sino que además no cubre las necesidades alimenticias de una persona normal, ya que, lógicamente, es un alimento preparado para la nutrición de recién nacidos.
4. La dieta de la bella durmiente
No es raro escuchar a algún conocido diciendo que la mejor forma de adelgazar es dormir, ya que todo el tiempo que se esté en la cama descansando no se dedicará a comer. En parte es verdad, pero será mejor dedicar el tiempo libre a realizar deporte. Además de los problemas de sedentarismo y pérdida de musculatura, también hay casos de gente que ha acabado abusando de sedantes para poder permanecer más tiempo durmiendo.
5. La dieta del algodón
De todas las dietas mencionadas, es la más reciente en ponerse de moda y ya se ha ganado una fuerte crítica en la comunidad médica, que advirtió lo peligroso que es ingerir bolitas de algodón mojadas en jugo. La razón que exponen para defenderla quienes la practican es que así se consigue “engañar” al estómago y eliminar la sensación de hambre.
Los aspectos negativos son bastante superiores a la aparente virtud de esta dieta, ya que provoca desnutrición, serios riesgos de asfixia, obstrucción intestinal e, incluso, la muerte en los casos más graves.
6. Dieta de Atkins
Sobre el papel, es una dieta más que tentadora: permite comer grasas y prácticamente elimina las verduras. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria la inscribe dentro del grupo de dietas milagrosas y apunta estos riesgos para la salud: genera halitosis o acetona en el aliento, estreñimiento, aumento del colesterol en sangre, aumento de los niveles de ácido úrico y, en algunas situaciones, riesgo cardiovascular por el excesivo consumo de grasas, o sobrecarga del riñón por el exagerado consumo de proteínas».
7. Dieta de la sopa
Seis cebollas, dos ramilletes de apio, dos pimientos verdes, medio kilo de tomates, un repollo, un cubito de caldo, sal, pimienta... et voilà! Esta es la receta de la sopa mágica, que durante años ha sido la base de una de las dietas milagro menos saludables. Aparte de no proporcionar suficientes aminoácidos y ácidos grasos esenciales y ser deficitaria en calcio, hierro y vitaminas A, D, E y K, con ella se adelgaza a expensas de perder líquidos, electrolitos y reservas de proteínas. Todo ello puede provocar estados carenciales en el organismo y conducirlo a una anemia.
8. Alcohorexia o ebriorexia
Su filosofía es dejar de comer para poder beber alcohol, de modo que las calorías de las copas no provoquen un aumento de peso. De esta forma, quienes la siguen -en su mayoría jóvenes obsesionadas con la delgadez- consiguen emborracharse más rápidamente. Con ella se corre el riesgo de desnutrición, pérdida de proteínas, vitaminas y minerales, así como de desarrollar una enfermedad hepática (hígado graso, hepatomegalia o cirrosis).