Un año móvil, social, pero muy previsible

lunes, 31 de diciembre de 2012 00:00
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El fin de año es el aniversario de todos los aniversarios. Por eso nos da por hacer balances. Buscamos significados, notas que marquen tendencias, es decir, caminos, rumbos. Rumbos que, en la era digital, pueden durar 5 minutos o 5 años. Pero nos aferramos a ellos, está en nuestra naturaleza; nos gustan los caminos, aunque sea para no hacerles caso. Típico de los caminos es el estar de alguna forma demarcados, señalizados. Ahí vamos.

La iPad sigue invicta

Algunos de los mojones de la ruta tecno que recorrimos durante 2012 ya eran visibles en 2011, se hicieron muy evidentes en la Consumer Electronic Show (CES) de enero y luego se acentuaron en lo que siguió del año. Es decir, tablets, tablets y más tablets. De todas las marcas, colores, tamaños y precios.
Rodeada, la reina iPad, salió victoriosa, mas no ilesa. Apple lanzaría a fin de octubre una tablet de 7,9 pulgadas, mostrando así que se había puesto a la defensiva contra el formato estrenado por Samsung, cuyo precursor fue la Streak de Dell (5 pulgadas), y con el que le terminó de aguar la fiesta a Apple al ofrecer el Galaxy Note (5,3 pulgadas más lápiz), que vendió 10 millones de ejemplares, más otros 5 millones (a noviembre último) del Galaxy Note 2. En septiembre, Amazon propuso una tablet de precio ínfimo, replanteando así todo el negocio, y en julio Google había anunciado su Nexus 7. ¡Caramba, en este vagón ya no entra nadie más!

La revancha de los androides

¿Smartphones? Oh, claro que sí, cada vez más. Y en este territorio, aunque sus ventas siguen siendo envidiables, Apple vio la peor pesadilla de Steve Jobs volverse realidad. Los androides pasaron al primer lugar en ventas (incluso sin contabilizar los despachos en el mercado chino), y como ya pasó en su momento con las PC, algunos equipos con Android ofrecen simplemente más funciones y prestaciones que el iPhone. Hablo, claro, del Galaxy SIII y del HTC One X, por citar sólo dos.
Para empeorar el escenario, la quinta edición del revolucionario teléfono inteligente de Apple vino con una app de mapas catastrófica que obligó al CEO de la compañía, Tim Cook, a pedir disculpas públicamente; disculpas que Scott Forstall, director de software de iOS y responsable directo de esa app fatídica, no quiso rubricar, lo que le costó el puesto.

Otra caída

Entre tanto, el mítico CEO de la mítica Intel, Paul Otellini, se vio obligado a adelantar su retiro ¿Por qué? La movilidad, de nuevo. No vio venir la onda móvil y la compañía quedó excluida de ese mercado. Tanto que Qualcomm, que se viene dedicando a la telefonía celular desde 1990 (fue fundada en 1985), la igualó en valor de mercado. Intel, que ahora busca nuevo CEO, está intentando revertir esta situación, de la mano, entre otros, de Lenovo, ZTE y Motorola. Ese teléfono es el primero que llega aquí con un microprocesador de Intel.

Minisoftwares

Otra tendencia que se mantuvo y acentuó: las tiendas de aplicaciones móviles (o apps). De nuevo, Android (es decir Google) fue el único que pudo competir en volumen con el App Store de Apple, en un año muy malo para BlackBerry y Nokia, otrora los reyes de la telefonía móvil, que se reflejó también en sus fallidos intentos por replicar el modelo de la tienda de aplicaciones y un ecosistema afín. El tema de las tiendas de apps se expandió en 2012 a casi todo dispositivo y plataforma imaginable, desde los SmartTV hasta Windows 8 (¡incluso Skype!).
A propósito de Nokia, y para ser enteramente justos con esta veterana y querida compañía finlandesa, sus teléfonos con Windows Phone tuvieron una muy buena recepción por parte de la crítica (me incluyo) y de los usuarios que eligieron equipos como el Lumia 920. Por desgracia, no descolló en los comercios, que es lo que a la larga importa; de hecho, Samsung le sacó a Nokia el primer puesto en ventas de celulares en general. Pero la empresa mostró en 2012 que todavía es capaz de hacer móviles excelentes.
Volviendo a los mercados de apps, en medio de la euforia se empezó a hacer evidente que la mayoría de las aplicaciones móviles nunca son descargadas por nadie y que la mitad de las ganancias en iOS se la llevan unas 25 productoras. Claramente, a esta industria le gusta la concentración.
Además, algo así como el 90% de las apps son gratis y se solventa por medio de avisos, un mecanismo que en la computadora personal fracasó de forma desastrosa porque invadía nuestra privacidad. Ahora regresó supercargado por el geoposicionamiento satelital. ¿Y la privacidad? Paradójico, por decir lo menos.

Rebelión en la Time Line

La ola social también se acentuó y, desde mi punto de vista, constituyó uno de los trazos fundamentales del año. No sólo por las buenas noticias, sino también por las preocupantes.
En marzo, por ejemplo, la venerable y venerada Enciclopedia Britannica tiró la toalla y dejó de salir en papel, después de 244 años. Había sido una larga agonía en su lucha contra la estrella emergente, Wikipedia, uno de los servicios pioneros de la Web 2.0 y un legítimo producto social. Un éxito agridulce de la inteligencia colectiva, pero éxito al fin y, además, previsible.
Por otro lado, las movilizaciones gestadas desde Twitter y Facebook llegaron este año a la Argentina con las marchas del 13S y el 8-N , en concordancia con un dato formidable que ComScore dio a conocer hace unos días: los argentinos habíamos pasado al primer lugar en el mundo por el tiempo que invertimos en las redes sociales. A propósito, este fue también el año en que Facebook y Twitter abrieron oficinas comerciales en la Argentina.
Pero 2012, fue también el año en el que Facebook, que el 14 de septiembre superó los 1000 millones de inscriptos, salió a la Bolsa con resultados decepcionantes. La acción de la red social no consiguió siquiera recuperar el valor de su oferta pública inicial, que había sido el 18 de mayo (38 dólares). No todavía, al menos.

Difuso modelo de negocio

En rigor, ninguna de las compañías sociales que salió a la Bolsa, con la sola excepción de Linkedin, ha tenido un buen desempeño bursátil. Un contraste preocupante entre la afición que sentimos por estos servicios y su todavía difuso modelo de negocios. Digo preocupante porque si Facebook cae, todos los negocios de esta clase caerán con él.
No porque sí asistimos en 2012 a una suerte de pequeña Guerra Social. Linkedin suspendió la integración con Twitter en junio. Instagram -que había sido adquirido en abril por Facebook - cortó vínculos con la red de los trinos el 5 del actual. Datos no menores para entender este mar de fondo: en 2011 Microsoft había adquirido Skype (una movida magistral) y Google había lanzado Google Plus, su propia red social, que ya suma 500 millones de usuarios, pero que a pesar de esto no ha logrado producir el buzz necesario para hacerle sombra a Facebook.
En total, 2012 es el año que vio madurar las redes sociales, tras el estirón de la adolescencia (que se dio en 2011), y en el que se convirtieron en un factor de poder en la Argentina. De ahora en más lo que le espera a esta industria es un sinnúmero de desafíos, empezando por el de volverse consistentemente rentables.

Guerra de patentes

Durante el año que se va vimos una explosión de demandas por patentes, motorizada inicialmente por Apple contra Samsung , pero que incluyó también a Google, Oracle y otros. Este es uno de los motivos que llevaron a Google a adquirir Motorola Mobility, operación que se concretó, ¡oh, casualidad!, en mayo de 2012.

No censuren Internet

Este año estuvo marcado también por la intensificación de los intentos de controlar la Red. Se veía venir. Lo realmente novedoso fue, en realidad, la enérgica reacción de la comunidad online (de nuevo, vía las redes sociales) y de las empresas que lucran de forma primaria con el libre flujo de la información. El 18 de enero algunos de los sitios más grandes de Internet (Wikipedia, Reddit, Wordpress, Mozilla y otros, incluido un link especial en la portada de Google) hicieron un apagón en contra del proyecto de ley SOPA.
No fue sólo una demostración de fuerza, sino también un velado, silencioso testimonio de lo que las leyes que intentan censurar Internet podrían hacerle a las finanzas de todas las industrias involucradas. Si alguien estuvo haciendo métricas habrá llegado a la conclusión de que si a la protesta se hubieran sumado YouTube, Google y Facebook y hubiera durado 24 horas, todo el ecosistema de negocios de telecomunicaciones habría tenido un día muy negro.
El corolario parece ser que sin libertad no hay ganancias para nadie, ni siquiera para quienes aseguran estar perdiendo dinero en grandes cantidades, como las discográficas o las telefónicas, lo que derivó en que SOPA y PIPA quedaran en nada. Lamentablemente, los proyectos regresivos, impracticables en un mundo interconectado y peligroso para las libertades civiles, siguen reproduciéndose.

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