Definir la edad en la que se termina la juventud y se pasa a la adultez, se ha vuelto cada vez más complicado en nuestras sociedades contemporáneas.

En este siglo, en el que los 50 años son considerados como los nuevos 40 y de estos, a su vez, se dice que son los sucesores de su década anterior, la línea que separa la juventud de la adultez es cada vez más difícil de divisar. Pero, ¿dónde está realmente la frontera entre ambas etapas vitales?

Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la esperanza de vida de los hombres nacidos en 2017 es de 80,37 años, frente a los 85,73 de las mujeres. La cifra ha experimentado un paulatino ascenso a lo largo del último siglo. En 1975, por ejemplo, estos números se situaban una década por debajo de los actuales, mientras que, en 1900, la esperanza de vida al nacer era de tan solo 34 años (debido a la alta mortalidad infantil). Esta elongación, junto a la mejora de la calidad de la vida, constituye una de las claves para entender por qué hoy la juventud dura más.

En ese sentido, científicos de la Universidad de Stanford confirmaron la edad biológica en las personas dejan de ser jóvenes y advirtieron que la vejez está más cerca de lo que realmente se piensa.

Los científicos determinaron que a los 34 años una persona deja de ser joven, sin importar la presencia o ausencia de arrugas o canas. La conclusión surgió a partir del análisis de las proteínas en sangre, los cuales indicaron el momento que una persona empieza a envejecer.
Los investigadores descubrieron, además de encontrar la edad exacta en la que se deja de ser jóvenes, que existen tres picos que marcan el inicio de distintos ciclos de la vida. Entre ellos, la edad adulta joven, la edad media tardía y la vejez.
Para hallar la edad específica en que se deja la juventud, los científicos analizaron el plasma de 4 mil 263 personas de entre 18 y 95 años, como así también, los niveles de 373 proteínas de la sangre. Según indicaron a los 34, 60 y 78 años se registraron los mayores cambios repentinos en los niveles de proteínas.
Por tal motivo, se determinó que a los 34 años es el momento en que las personas dejan de ser jóvenes para experimentar los primeros indicios de envejecimiento. También se planteó que a partir de los 30 años se empieza a emanar de modo gradual un olor particular que se intensifica a partir de los 60.

A partir de cierto momento nuestro cuerpo llega a un punto de madurez y empieza a perder capacidades. «Desde un punto de vista fisiológico, a partir de los 30 años los órganos ya no están en su plenitud (los riñones, el hígado, las arterias, etcétera). A los 30 se nos nota claramente este deterioro propio de la edad», indica el médico gerontólogo español José Luis Rodríguez Villamil. Este doctor apuesta, en este sentido, por revisar la clasificación por edades que ofrece la OMS. «Me parece prematuro -indica Rodríguez Villamil- decir que alguien de 65 años pertenece a una edad avanzada, porque la supervivencia llega con normalidad a los 85 y 90 años. Hace unos decenios la media era menor, pero ahora la esperanza de vida está por encima de los 80 años en hombres y mujeres, y vemos todos los días a personas de más de 90 años en buenas condiciones, así que habría que subir el corte».