El Secretario

viernes, 8 de marzo de 2024 01:10
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La piedad del verdugo

El Fondo Monetario Internacional (FMI), el organismo financiero de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) capaz de otorgar créditos a los Estados miembros, va a cumplir 80 años en este 2024. Argentina se incorporó algunos años más tarde, en 1956, y desde entonces mantuvo una relación siempre conflictiva, imposible de definir en pocas palabras o con mirada simplista. El FMI es opresor y usurero, es verdad, pero también es verdad que fueron los gobiernos argentinos los que recurrieron a pedirle dinero, una y otra, y otra vez. Argentina es uno de los países que más acuerdos firmó con el FMI, alrededor de 30, y es también el que más incumplió. Existe un vínculo de sometimiento constante, pero la responsabilidad es casi exclusiva de nuestros malos gobiernos. En 2003, Néstor Kirchner canceló finalmente la deuda total con el FMI, lo cual pudo haber abierto una nueva etapa, pero no duró mucho: Mauricio Macri contrajo en su gestión, menos de dos décadas después, la deuda más grande de la historia, eje de las penurias actuales.
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El FMI es para el común de la sociedad el verdugo de los argentinos, en tanto impone políticas de ajuste salvaje que masacran a la población, porque sus intereses nada tienen que ver con el progreso y el desarrollo del país, sino con cobrar lo que le corresponde. Y como Argentina no suele cumplir (en ocasiones se hacen grandes esfuerzos para pagar sólo intereses, o se llega a salidas coyunturales suelen ser refinanciamientos y en consecuencia más deudas), las exigencias son cada vez más ásperas. Naturalmente -por aquello de evitar miradas simplistas- también hay responsabilidad del FMI, al prestar montos imposibles de devolver, como cuando giró miles de millones de dólares apostando a la continuidad de Macri, que perdió y dejó la deuda de regalo, con joyas como Luis Caputo en la transacción, que ahora reaparece reciclado como ministro de Economía de Milei.
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En esta situación que oscila entre dramática y trágica, gobierna un Javier Milei que se jacta de ser más cruel que el propio FMI a la hora de ajustar, con medidas que están arrasando con el pueblo trabajador, el comercio, la industria y la producción. Y si para muestra alcanza un botón, es más que significativo el mensaje de Julie Kozack, la portavoz del organismo, que pidió desde Washington a Milei que refuerce la asistencia social para “evitar que el peso del ajuste caiga desproporcionadamente sobre las familias pobres y trabajadoras”. El FMI nos cuida más que nuestro propio Gobierno. Así estamos.


El Esquiú.com
 

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