No se detienen las protestas en Francia

domingo, 16 de diciembre de 2018 00:02
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Miles de manifestantes arropados con chalecos amarillos salieron ayer a las calles de París, por quinto sábado consecutivo, para protestar contra el elevado costo de la vida y exigir la renuncia del presidente, Emmanuel Macron, pese a que el mandatario anunció la suspensión de parte de sus polémicas reformas en la semana.
Dos personas -una al noreste de París y la otra cerca de la frontera con Bélgica- murieron en accidentes causados por los bloqueos de rutas y elevaron a ocho la cantidad de víctimas mortales en el contexto de estas protestas.
Una vez más, la célebre avenida de los Campos Elíseos vivió momentos de tensión entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que emplearon gases lacrimógenos para dispersar a un grupo que intentó forzar una barrera policial.
Más de 150 personas fueron arrestadas, de las cuales al menos 110 permanecían detenidas esta noche, según informó la jefatura de Policía de París.
Una cifra en baja con respecto a las 598 detenciones -475 de ellas bajo custodia- realizadas al mismo momento del anterior sábado.
A la vez, las autoridades reportaron siete heridos, cantidad sensiblemente inferior a los más de 100 de hace siete días.
Esos hechos se explican por una menor convocatoria en las calles parisinas, donde salieron alrededor de 2.200 manifestantes, frente a los 10.000 de la semana pasada. 
A diferencia de las movilizaciones precedentes, este sábado abrieron muchas de las atracciones turísticas de la ciudad, entre ellas el museo del Louvre y la Torre Eiffel. 
“París no debería dar la impresión de ser una ciudad muerta”, declaró el jefe de la policía capitalina, Michel Delpuech. 
Para ello, el gobierno volvió a desplegar un fuerte dispositivo de seguridad en la capital, con 8.000 policías movilizados, 14 vehículos blindados y la reintroducción de unidades de choque en motocicleta, que habían sido prohibidas en 1986 tras la muerte de un manifestante. En total, 69.000 miembros de las fuerzas de seguridad fueron movilizados para contener a los cerca 33.500 personas que protestaron en todo el país, menos de la mitad de los 77.000 que salieron a las calles antes. 
Con esta nueva jornada de movilización, los denominados chalecos amarillos, un movimiento ciudadano nacido en rechazo al alza de los combustibles y que ahora aglutina el malestar general hacia las políticas de Macron, continúa su pulseada contra el gobierno.nMiles de manifestantes arropados con chalecos amarillos salieron ayer a las calles de París, por quinto sábado consecutivo, para protestar contra el elevado costo de la vida y exigir la renuncia del presidente, Emmanuel Macron, pese a que el mandatario anunció la suspensión de parte de sus polémicas reformas en la semana.
Dos personas -una al noreste de París y la otra cerca de la frontera con Bélgica- murieron en accidentes causados por los bloqueos de rutas y elevaron a ocho la cantidad de víctimas mortales en el contexto de estas protestas.
Una vez más, la célebre avenida de los Campos Elíseos vivió momentos de tensión entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que emplearon gases lacrimógenos para dispersar a un grupo que intentó forzar una barrera policial.
Más de 150 personas fueron arrestadas, de las cuales al menos 110 permanecían detenidas esta noche, según informó la jefatura de Policía de París.
Una cifra en baja con respecto a las 598 detenciones -475 de ellas bajo custodia- realizadas al mismo momento del anterior sábado.
A la vez, las autoridades reportaron siete heridos, cantidad sensiblemente inferior a los más de 100 de hace siete días.
Esos hechos se explican por una menor convocatoria en las calles parisinas, donde salieron alrededor de 2.200 manifestantes, frente a los 10.000 de la semana pasada. 
A diferencia de las movilizaciones precedentes, este sábado abrieron muchas de las atracciones turísticas de la ciudad, entre ellas el museo del Louvre y la Torre Eiffel. 
“París no debería dar la impresión de ser una ciudad muerta”, declaró el jefe de la policía capitalina, Michel Delpuech. 
Para ello, el gobierno volvió a desplegar un fuerte dispositivo de seguridad en la capital, con 8.000 policías movilizados, 14 vehículos blindados y la reintroducción de unidades de choque en motocicleta, que habían sido prohibidas en 1986 tras la muerte de un manifestante. En total, 69.000 miembros de las fuerzas de seguridad fueron movilizados para contener a los cerca 33.500 personas que protestaron en todo el país, menos de la mitad de los 77.000 que salieron a las calles antes. 
Con esta nueva jornada de movilización, los denominados chalecos amarillos, un movimiento ciudadano nacido en rechazo al alza de los combustibles y que ahora aglutina el malestar general hacia las políticas de Macron, continúa su pulseada contra el gobierno.

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