El Secretario

lunes, 6 de mayo de 2019 00:43
lunes, 6 de mayo de 2019 00:43

La semana pasada, en uno de los programas políticos del canal metropolitano C5N, el periodista cordobés Tomás Méndez abordó una historia tan recortada de Catamarca que, lejos de convertirse en un informe de actualidad, despertó sospechas de ser algo preparado de antemano para perjudicar a alguien, en este caso el intendente Raúl Jalil. A partir de vincularlo con negocios comerciales y de la salud de su numerosa familia, fue calificado como “el dueño de Catamarca”, una exageración cargada de mala intención Para tratar de dar coherencia a l monólogo de 12 minutos, se relacionó esos emprendimientos –algunos de ellos tienen décadas de existencia- con la obra pública que llevó adelante el intendente en los últimos 8 años y merece ponderaciones generales. Para ello, se apeló a explicaciones forzadas de representantes de la oposición local, tales los casos de la diputada Paola Bazán y dos exconcejales capitalinos.


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Fue tan burdo el informe que, posiblemente, tuvo efectos contrarios al buscado. Criticar obras como el asfaltado –alcanzó niveles récord- o la puesta en valor de La Alameda son cosas que no las cree nadie, y solo pueden caber en mentes deformadas que imaginaron hacer daño, concretamente de carácter político. Esta pretensión, cabe destacarlo, habría partido del “fuego amigo” que, por estos tiempos, puede existir dentro del PJ.


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En cuanto al conductor del programa ADN, que se emite por un canal de perfil kirchnerista, hay que decir que es un comunicador que, particularmente en Córdoba, ha generado polémicas de honda repercusión y no siempre, como en el caso de Jalil, ha observado rigurosidad periodística. De hecho, meses atrás, se conoció un segundo fallo en su contra por parte de los tribunales cordobeses por un informe en el que vinculó a un empresario entrerriano con el narcotráfico, lo que no pudo comprobarse y lo obligaría, como reparación, a pagar una importante suma de dinero. Sobre el ataque a Jalil, Méndez debería saber que el resultado que logró no se compadece, en lo más mínimo, con la realidad política catamarqueña.
 

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