Madres que luchan por sus hijos

"El sistema no funciona”

Un grupo de mujeres de la zona sur se juntan todas las semanas para luchar contra la droga.
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00

Dramáticos, pero sin lágrimas. Dolorosos, pero sin rencores. Afligidos y de corazón desgarrado, pero de una absoluta firmeza. Así fueron los reclamos que un grupo de madres de la zona sur expresó a este diario.
Es que las mujeres tienen quejas a montones sobre los problemas que deben enfrentar para hallar en el sistema las soluciones que reclaman, en las que se les va la vida y también, por supuesto, la de sus hijos.
La catarata de testimonios de madres con hijos adictos a la droga es atroz. Sólo basta con recorrer las zonas de mayor vulnerabilidad social para reconocer la dimensión del problema en los jóvenes; y da escalofrío.
Nora, quien confesó a este diario que tuvo que tener encadenado a la cama a un hijo suyo para evitar que se escapara a drogarse, contó que “como la abstinencia les ocasiona un hambre atroz, para lograr que salgan hay que proveerles de toda clase de alimentos, como pollo, carne, frutas, verduras y lácteos. Muchas de nosotras, casi todas, nos enfrentamos también a la espantosa realidad de que por ser pobres no podemos ayudar a curarse a nuestros chicos, aún cuando algunos de ellos manifiestan su voluntad de salir del infierno en que se hallan”.
“A veces ni siquiera contamos con la plata para tomar el colectivo para ir al Humaraya”, señaló Nora, quien además contó que uno de sus mayores problemas es que en el Centro de Rehabilitación Humaraya las internaciones no son posibles y ella no puede, sola, con su hijo en la casa. “El problema no es el Centro sino que el sistema social no funciona, no hay estructura y tampoco se nota una preocupación por parte del gobierno por dar una solución urgente”, dijo atormentada.

Hay un “transa” por cuadra

Susana, otra de las madres con quien dialogó el diario, pidió con serenidad, pero con firmeza, que “lo que necesitamos es que se erradiquen los puntos de venta de droga, porque hay cientos y en todos los barrios. Hay un ‘transa’ por cuadra. En el sur se consigue marihuana como si nada. Hay veces en que la gente sale a trabajar, por la mañana muy temprano, y se puede ver a los chicos en ronda en una esquina, esperando el turno para fumar marihuana”, detalló con dureza.
Mariana, otra de las madres, insistió en la necesidad de que en los centros de salud haya un psicólogo, pero eso no ocurre. “Si un chico un día le manifiesta a su madre que se quiere curar, vamos corriendo a la posta para que alguien lo atienda y nos dan turno para dentro de 15 días. Y si a las dos semanas logramos llevarlo, lo atienden media hora y nos dicen que volvamos dentro de diez días más, y después, dentro de otros diez o quince días. Llegan a pasar seis meses, y hasta que el chico decide ingresar al Humaraya o recibe asistencia está de nuevo con la droga”.

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