La estatua del ilustre fraile Esquiú

En este espacio dedicado al Padre Esquiú, el profesor Mario Vera se refiere a la estatuta que inmortaliza la figura del Venerable fraile.
domingo, 9 de septiembre de 2018 01:31
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En el pueblo catamarqueño la presencia de Fray Mamerto Esquiú quedó plasmada a través del tiempo en diferentes espacios, ya sea por historia, por cultura general, pero primordialmente por la fe. Hace más de cien años, hombres y mujeres se unieron para exaltar la figura del humilde franciscano y levantar la hermosa e imponente estatua que aun hoy causa admiración y emoción a los que habitan y visitan este bendito suelo. 

Primera Comisión Pro estatua
El 11 de mayo de 1913 reunidos en asamblea, presidida por fray Antonio de Jesús Lobo, y con la presencia de las personalidades más importantes de la provincia, se tomó la decisión de “trabajar para levantar una estatua para honrar la memoria de tan esclarecido hijo de Catamarca”. Semanas después, un 16 de junio de 1913 quedó constituida la Comisión Popular “Pro estatua al Obispo Esquiú” la que estaba presidida por el doctor Julio Herrera e integrada por don Félix Avellaneda, Dr. Guillermo Correa, fray Nicolás Amuchástegui, coronel Estanislao Maldones, don David Segura, Javier Castro, José P. Castro, Dr. José Pio Cisneros, Pbro. José María Cisneros, Francisco Cubas, Pbro. Rafael D’Amico, coronel José S. Daza, Gustavo Ferrari, y otros. 

La obra y el escultor
A partir de entonces dicha comisión se abocó en buscar al escultor encargado de realizar la obra, la cooperación de las autoridades nacionales y provinciales y el apoyo de fieles y devotos. El 27 de marzo de 1916 se examinaron los proyectos de varios escultores de Buenos Aires, y se aceptó el del señor Hernán Cullen Ayerza, cuyas obras le han acreditado como uno de los principales y más distinguidos artistas de nuestro país. La obra proyectada en bronce con base de piedra fue presupuestada en 35.000 pesos pagaderos de la siguiente forma: la primera cuota de 10.000 al firmar el contrato, la segunda al concluir los modelos de yeso de 15.000, y la última al entregar y colocar el monumento en su sitio, de 10.000 pesos. En 1916 se le depositaron al escultor en una cuenta del Banco de la Nación la suma de 8.000 pesos, pero el trabajo se detuvo por muchos años debido a la imposibilidad de conseguir el resto del dinero. Será un senador riojano quien logrará obtener del Estado Nacional la suma de 20.000 pesos para completar la suma total y la estatua pueda ser realizada y colocada en su sitio. 

Gran aporte de un senador riojano
En un discurso pronunciado en el Senado de la Nación, el día 25 de agosto de 1921, el senador nacional por la Provincia de La Rioja, el doctor Joaquín Víctor González dijo: “Señor Presidente, tratándose de un personaje como el Padre Esquiú, del valor que él tiene como representativo de la mentalidad, de la cultura y de la civilización que ha alcanzado esa Provincia, no podría haber un homenaje mejor que el que el Senado realizaría si prestase su aprobación al proyecto presentado”. (Joaquín V. González, Estudios de Historia Argentina, 1930, pag. 256) 
Seguidamente el doctor González realiza ante los senadores nacionales una extensa y detallada exposición sobre el ilustre fraile catamarqueño, un hombre de “una fecunda vida de pensamiento, de predicación y de ejemplo”. Este apasionado discurso fue fundamental para la aprobación del siguiente Proyecto de Ley: Artículo 1° - El Poder Ejecutivo Nacional pondrá la suma de 20.000 pesos m/n a disposición de la Comisión Popular “Pro estatua del obispo Esquiú”, de Catamarca, y con el objeto de integrar la suma requerida para adquirir y erigir el mencionado monumento en la plazuela de San Francisco de aquella Capital. Artículo 2° - El gasto se hará de rentas generales con imputación a la presente ley. Artículo 3° - Comuníquese al Poder Ejecutivo. Subscriben este proyecto Joaquín Víctor González, Pedro A. Garro, Pedro Llanos, Pedro N. Soto, Luis Linares, M. I. Esteves, Octavio Iturbe. 

La inauguración
En la siesta del lunes 28 de junio de 1926 numeroso público se concentró en la plazoleta para ver la erección de la estatua. Una vez retirada la armadura de madera que la protegía, empezó a subir lentamente hasta su pedestal, mientras los presentes aplaudían exultantes. Llegada a su sitial, las campanas del templo franciscano anunciaban que el Padre Esquiú ya se encontraba bendiciendo con su mano a la ciudad capital, cumpliéndose así el sueño de la Orden Franciscana, de la Venerable Orden Tercera y del pueblo catamarqueño. 
Más de 200 personas, entre las que se encontraban legisladores y funcionarios nacionales, familiares del ilustre fraile y devotos, llegaron a la ciudad de San Fernando del Valle en el tren; la empresa ferroviaria realizó una promoción de 95 pesos por el pasaje de ida y vuelta desde Buenos Aires hasta Catamarca para los peregrinos del Padre Esquiú. El presidente Marcelo T. de Alvear solicitó al obispo de Tucumán, Mons. Bernabé Piedrabuena, para que asista y represente en estos actos al Gobierno de la Nación. También destinó una importante partida de dinero para mejorar el camino desde Tres Puentes hasta Piedra Blanca, teniendo en cuenta que numeroso público visitaría la Casa Natal de La Callecita. 

Semana en honor a Esquiú
En 1926 durante la semana de homenaje al Padre Esquiú se inauguró la Sala Cuna, se realizó una exposición de pinturas del artista Laureano Brizuela, un concierto del Conservatorio de Música y el día 9 de Julio, además de una larga lista de oradores, hubo fuegos artificiales en la plazoleta de San Francisco, un solemne Tedeum en la Catedral, fuegos artificiales en San José de Piedra Blanca, concierto de la Banda de Música del Seminario, declamación de poesías alusivas, desfile de las tropas del Regimiento 17, reparto de comida, víveres y ropa a los más necesitados, tal como lo hacía en vida el Padre Esquiú. 

Placas de 1926
El pueblo y gobierno de Santiago del Estero, la comunidad franciscana de Catamarca, directivos y alumnos del Colegio Quintana y el pueblo y gobierno de Catamarca tributaron un sentido homenaje a Fray M. Esquiú, el más virtuoso de nuestros comprovincianos. Leamos a continuación algunas placas: 
De la Comisión Nacional de Damas de Buenos Aires: “Dios y Patria. Al humilde hijo de San Francisco de Asís, al sacerdote sabio y maestro eximio, al orador elocuente y patriota abnegado, al escritor castizo y periodista insigne, al protector de los pobres y menesterosos, al apóstol luminosísimo de la América Latina, al santo obispo de Córdoba”. 
Del pueblo de La Chacarita: “La religión te venera en el pedestal de tus virtudes, la patria se cubre con tu gloria, Catamarca ostenta el blasón de tu cuna”. 
De la Comisión Nacional de la Juventud: “Al Padre Esquiú, servidor, heraldo y adalid de la ley constitucional; obrero del bien público, prodigo talento, elocuencia, estudio, fe y virtud”. 
De la Comisión Nacional en nombre del pueblo argentino: “Al ilustre prócer que con verbo elocuente y ejemplo sublime honró la religión y la patria, al religioso austero y sabio sacerdote, santo que enseño al pueblo a cumplir las leyes y amar la paz. Al obispo intachable y abnegado, renunciador de las grandezas humanas, amante de la justicia y de la verdad, modelo perfecto de cristianismo, maestro insuperable de democracia”. 
Del Pueblo y gobierno de Santa Fe: “La historia cumple con vos la promesa del Evangelio exaltando al humilde hasta la cumbre de la inmortalidad”.n
 

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