Artículo especial para El Esquiú.com por los 400 años de presencia amorosa de María, la pura y limpia concepción en Catamarca

La casa de María: las pinturas de la Catedral (VII)

lunes, 16 de diciembre de 2019 00:55
lunes, 16 de diciembre de 2019 00:55

Por el Pbro. Mario 
Gustavo Molas

La Cúpula 


Y llegamos al centro de la Basílica, el crucero.
El encuentro de la nave central con el presbiterio y los brazos laterales forman una cruz sobre la que se eleva el “tambor” de la cúpula formando cuatro triángulos curvos, las pechinas, con las pinturas que, como en toda catedral, tienen las figuras de los cuatro autores del Evangelio:


San Lucas, con el Ángel;  San Juan, con un águila; San Mateo,  con un toro y San Marcos, con un león.
El fondo y las vestimentas de los cuatro evangelistas son similares, lo que le da unidad al conjunto.
El tambor de la cúpula tiene  cuatro ventanas de vitreaux con el tema de la eucaristía, lo que nos recuerda que el Santuario es del Santísimo Sacramento.


La gran bóveda, media esfera, que culmina la temática de las pinturas, nos muestra hacia el oeste a la situación actual de la Santísima Virgen en su Asunción y Coronación en el seno de la Santísima Trinidad, la Gloria Final de María Santísima.
Frente a ello la imagen de la Iglesia, blanca, erguida, llevando la Cruz de Cristo y, a sus pies, las tres virtudes teologales que son el alma de la vida espiritual del cristiano:


La Fe: con una lámpara en su mano, símbolo de la verdad;  la Esperanza, con un ancla, símbolo de la confianza del creyente en las tormentas de la vida; y la Caridad, representada por la madre que protege y alimenta a sus hijos, tres aspectos de la única Iglesia Madre.


Conectando ambas escenas al norte  y al sur de la pintura, ángeles que celebran con música, como lo refiere el Apocalipsis, la Gloria Eterna de Dios.


Esta pintura, la mayor de todas, se complementa con los  ocho medallones de las naves laterales, que muestran parejas de angelitos, como en el barroco europeo.


Puesto que se ingresa a la Basílica (Palacio) de Nuestra Señora, a la usanza de los palacios reales  y principescos, como se ve en el viejo Palacio Episcopal alternativo, construido para las visitas del obispo de Tucumán, Pablo Padilla y Bárcena, junto al Santuario que lleva el escudo del mismo obispo, en relieve sobre el portal, hoy Museo de la Virgen por calle República. 
En el ingreso a la Basílica está galardonado con el Escudo de Nuestra Reina, diseñado por el P. Antonio Larrouy, antes también había diseñado el escudo de la provincia en la ciudad de la Virgen y capital de la provincia, lo que se revela en su parecido, como escudos de reinas, ovalados en su centro.


El Escudo de María es presentado  por ángeles, bajo un cielo de palomas y un campo de azucenas, con nuestras montañas al fondo.


Lo acompañan, a su derecha el escudo del sucesor del príncipe de los apóstoles, su Santidad Pío XII, felizmente reinante en los años 1940. Y a su izquierda el escudo de Monseñor Carlos F. Hanlon, obispo titular de Catamarca, en 1941 cuando Orlandi realizó las pinturas.


La profusión de ángeles que invaden la Catedral en imágenes de bulto, pinturas y vitreaux da al conjunto una armónica belleza y de gloria, dignas de nuestra amadísima y amorosa madre, nuestra señora de la pura y limpia concepción del valle, la Mamá Achachita
 

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