La presente edición de El Esquiú es acompañada, como todos los martes, por la revista Newsweek, publicación mundialmente reconocida que se distribuye en alrededor de medio centenar de países, y la cual se ofrece a los lectores de El Esquiú en forma gratuita.
En el número entregado hoy, la revista aborda como tema de tapa el aborto, con el título “Los médicos rompen el tabú y debaten su legalización”.
“Más allá de los dilemas éticos y religiosos, por primera vez plantean su utilidad sanitaria”, señala el informe de la revista que distribuye nuestro diario.
Convencido de que la libertad de expresión no se debe proclamar sino ejercer, El Esquiú decidió distribuir normalmente los ejemplares de la publicación, pero necesita al mismo tiempo sentar su posición en el tema, porque su postura es total y definitivamente opuesta al planteo que sugiere el informe.
El Esquiú considera que la vida humana jamás puede ser una variable de ajuste bajo el pretexto de corregir falencias del sistema de salud.
Creemos que el derecho a la vida debe reconocerse no sólo desde el nacimiento sino desde la concepción de una persona, y que ninguna persona tiene derecho a matar a otra.
Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como “crímenes nefandos”.
La gravedad moral del aborto procurado se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio y, en particular, si se consideran las circunstancias específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda imaginar: es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido.
Si es que se plantea un debate, sepan que ésta es nuestra postura: No al aborto, sí a la vida.