Lo último que necesitan

martes, 26 de octubre de 2010 00:00
martes, 26 de octubre de 2010 00:00

Se investiga por estas horas, a partir de una denuncia penal presentada por autoridades de los Juzgados de Menores, un posible caso de apremios ilegales en perjuicio de los adolescentes alojados en el Anexo de la Comisaría del Menor y la Mujer.
El proceso judicial se inició a partir de una visita sorpresiva realizada por asistentes sociales y personal de los juzgados al lugar, donde encontraron menores con diversas lesiones -constatadas luego por médicos del Cuerpo Interdisciplinario Forense de la Corte de Justicia-, y luego de tomar algunos testimonios decidieron dar intervención a la Justicia, ante la presunción de que pudieron existir actos violentos.
Como la investigación recién comienza, no se puede arribar a ninguna conclusión sobre lo sucedido en este caso particular. Pero sí resulta importante reflexionar sobre la condición de los menores que enfrentan una situación de este tipo.
No son, ciertamente, abanderados de escuela ni chicos de comportamiento ejemplar. Varios cuentan con antecedentes policiales, y pasados tan breves como confusos y violentos. Puede encontrarse en ese ámbito a partícipes de actos delictivos, incluyendo casos en los que no terminaron juzgados sólo porque su edad impide someterlos a un proceso como imputados.
Por esa razón, lo que menos necesitan es golpes, castigos y represión. Porque tienen problemas serios y porque son víctimas de cuadros sociales que no eligieron. Se vieron atrapados en una realidad que la mayoría de las veces no les deja opción, como no tienen ahora más opción que este encierro prematuro, en lugar de estudiar y recrearse, que es lo que tienen derecho a hacer.
Si en ese marco encuentran más violencia, sólo incorporarán un mayor resentimiento, un mayor odio, un motivo más para responder negativamente cuando vuelvan a la calle.
Las leyes argentinas no contemplan el tormento físico ni siquiera para el más cruel de los criminales. Hasta los institutos penitenciarios son, o deben ser, centros de rehabilitación. El sometimiento y el castigo físico es por ello inadmisible, y más aún tratándose de menores, alojados en el anexo de una comisaría creada precisamente para ofrecer un trato diferencial. Los golpes correctivos no existen, sólo siembran más golpes. No se puede permitir que en lugar de ofrecer contención y reencauzar a estos jóvenes se los someta a golpizas o abusos, por ninguna razón.
El único signo positivo en tan desolador panorama, es que este hecho haya sido denunciado por controles internos del mismo sistema. En lugar de esconder o apañar, se denunció formalmente para que el hecho se investigue. No es un detalle menor, y al menos sugiere que no todo está podrido.
Quiere decir que alguien se dio cuenta de que a palos sólo se incita aquello que se pretende castigar.

Comentarios

Otras Noticias