Editorial
Peligrosas desavenencias
A nivel nacional cada vez se tornan más virulentos los choques entre medios y periodistas.
La misión de los periodistas, en estos tiempos, es difícil en todo el mundo. Aparte de peligrosa. Día a día nos hacemos eco de controversias, acusaciones cruzadas entre gobiernos y medios de comunicación, cierres compulsivos de empresas periodísticas y un sin fin de polémicas que deberían llamar a la reflexión a quienes, desde posiciones distintas, ejercen la noble profesión.
En la Argentina, por encima de las enconadas disputas que enfrentan al gobierno nacional y a la oposición, y que se prologan de igual o peor manera en las provincias, existe una sórdida puja entre las empresas de comunicación y los mismos periodistas, sean del nivel que sean.
En Catamarca, por motivaciones posiblemente diferentes, esta situación no se aprecia en su real dimensión, pero a nivel nacional cada vez se tornan más virulentos los choques entre medios y periodistas, al punto de llegarse a la descalificación y al agravio elevados a su máxima potencia.
Cuidado con estas cosas que, hay que advertirlo, pueden abrir heridas o reabrir otras que estaban restañadas por el tiempo. Y cuando esto ocurre, lo sabemos por experiencia, las cosas discurren por circuitos que superan las posiciones mediáticas o retóricas.
En México, por ejemplo, en los últimos 10 años fueron asesinados 64 periodistas y hay 11 desaparecidos. Sin pretender ser premonitorios, ni mucho menos, no queremos eso para nuestro país. Pero como vamos, no nos queda otra. Debemos prender las luces rojas del peligro.