Editorial

Cuidar los discursos

Para informar correctamente y no discriminar a las minorías.
domingo, 15 de agosto de 2010 00:00
domingo, 15 de agosto de 2010 00:00

Las campañas de difusión con discursos equivocados, aún cuando hayan sido impulsadas con las mejores intenciones, pueden causar daños irreparables en la sociedad.
Un ejemplo claro y relativamente cercano se observó con las primeras publicidades tendientes a prevenir el contagio de HIV. Mensajes e imágenes tétricas apuntaron a generar temor como herramienta para concientizar sobre los peligros de contraer el virus.
La enfermedad continuó avanzando, y en forma paralela se provocó un enorme daño a quienes padecían sida. La sociedad, bombardeada desde todos los medios, había asociado al sida con la muerte.
El efecto de las campañas resultó fatal, y en lugar de integrar a los portadores sanos y a los enfermos, se los crucificó con una marginación social que todavía se intenta revertir.
Un mal mensaje con terribles consecuencias.
Seguramente con las mismas buenas intenciones, se avanzó luego en otro error: decirle a la población que la drogadicción es “un viaje de ida”, una fatalidad sin solución, una caída definitiva.
Se impuso la idea, naturalmente, con el fin de advertir a quienes nunca habían consumido estupefacientes, para que no lo intentaran. Pero en el camino, ¿qué quedaba para quienes ya padecían una adicción?
Un informe que aparece hoy en El Esquiu.com, revela que el 20 por ciento de los pacientes del Centro Humaraya lograron recuperarse. Es un porcentaje bajo, pero también es una señal de esperanza, una realidad.
Y demuestra que con esfuerzo, respaldo médico y apoyo familiar, el “viaje de ida” puede tener boleto de regreso.

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