Editorial

Demasiadas barreras

Es necesario derribar las barreras que perduran en el pensamiento colectivo de una sociedad cuya mirada rara vez supera el límite de las necesidades individuales.
martes, 31 de agosto de 2010 00:00
martes, 31 de agosto de 2010 00:00

Las iniciativas tendientes a facilitar la plena integración de personas con dificultades físicas o mentales, adquirieron en los últimos años un mayor impulso, pero por alguna razón esa postura no alcanza a traducirse en cambios concretos en la sociedad.
El avance que se advierte se concentra en lo discursivo, y también en la aceptación general, donde existe sin dudas un concepto unánime a la hora de defender los derechos de quienes padecen alguna discapacidad.
Sin embargo, el éxito de las cruzadas integradoras no encuentran eco en la conducta cotidiana, porque miles de comprovincianos deben luchar cada día contra los escollos de una comunidad que los ignora.
Un detalle no menor es que continúe hablándose de “integrar” al discapacitado, como si alguien que tiene problemas motrices, de visión o cualquier otra afección debiera considerarse automáticamente excluido del sistema.
Cuando se aborda la cuestión, suele ponerse el acento en las llamadas “barreras arquitectónicas”, esto es veredas, calles, carteles, accesos y construcciones que no contemplan los inconvenientes de quienes deben trasladarse o guiarse con limitaciones o cuidados especiales.
Pero existen otras barreras, quizás más difíciles de derribar, que son las que perduran en el pensamiento colectivo de una sociedad cuya mirada rara vez supera el límite de las necesidades individuales.
Quienes proyecten una Catamarca mejor, además de obras, embellecimiento y progreso, deberán buscar también la superación de esta realidad. Después de todo, no requiere más gasto que el de humanizar un poco la propia sensibilidad.

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