El senador Castillo, al involucrar al ministro Francisco Gordillo y al jefe de Policía, José Palomeque, con el narcotráfico, ha cometido un acto de irresponsabilidad que, independiente de la veracidad o falsedad de sus dichos, deberá resolver la Justicia. Muy suelto de cuerpo le declaró a Adriana Ana -Radio Unión- que un allegado al ministro y dos cuñados de Palomeque tienen que ver con el operativo antidrogas en el que se incautaron 90 kilos de marihuana. Los afectados -autoridades del Gobierno- se presentaron ante la Fiscalía Federal y se pusieron a disposición para ser investigados, haciendo reservas que si no se comprueban los temerarios dichos del legislador, accionarán contra él por calumnias, injurias y daño moral.

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Lo de Castillo no es nuevo. En el pasado, en incursiones mediáticas para realizar denuncias estrambóticas, tuvo problemas de los que salió con “el rabo entre las piernas”. Como muestra, recordamos una. En los años 90, ante el fallecido periodista Néstor Ibarra, atacó al expresidente de River, Julián William Kent, quien en ese tiempo era embajador en Holanda. Sin ninguna prueba, lo relacionó con el tráfico de drogas. Se quedó mudo cuando el periodista le dijo “¿usted habla en serio de una persona de las calidades personales del señor Kent?”. Después, cuando le hicieron un juicio y debió conciliar con Kent, se retractó y expresó que nunca había dicho lo que en realidad dijo.

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Por cierto que estas licencias se toma el señor Castillo por la cobertura de sus fueros. Una persona seria y con su investidura no desliza una denuncia de narcotráfico por los medios. Va a la Justicia, presenta las pruebas y, complementariamente, hace las declaraciones que se le ocurra. Por lo que decimos y por el “antecedente Kent”, que no lo va a difundir ningún medio que no sea El Esquiú.com, convendría que la Justicia investigue a fondo y determine si es cierto lo que dijo el senador. En tal caso, publicaremos con letras de molde la procedencia de su denuncia.