Columna política

sábado, 15 de diciembre de 2012 00:00
sábado, 15 de diciembre de 2012 00:00

Los reclamos, cortes de calle y piquetes se hacen sentir, especialmente en cada fin de año. Este 2012 no es la excepción. No solamente hay reclamos salariales de los médicos residentes, también los hay de vecinos que van a pedir cosas, desde trabajo hasta alimentos, pasando por otras necesidades elementales. Es como si, definitivamente, estuviera instalada la cultura de la dádiva y el piquete, cuestiones fenomenológicas que se practican en la Argentina desde hace muchos años y que también llegaron a Catamarca como símbolos de la pobreza, decadencia y marginación.

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De alguna manera es un tema a revisar por parte del gobierno, como no supieron hacerlo en su momento los pares radicales. Dejaron pasar las cosas, las solucionaron con bolsones o concesiones antojadizas (nada estructural, por supuesto), y el resultado es que los habitantes de barrios como Montecristo, Mi Jardín o La Esperanza han descubierto la forma de pedir lo que sea a través del piquete. Con este método, amplificado por los medios de comunicación que a veces no tienen qué informar, se presentan en los organismos públicos, en Casa de Gobierno, en la Legislatura y hasta en domicilios para pedir laburo, servicios públicos, comida, viviendas, mejoras habitacionales o lo que fuere.

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Desde algún sector del periodismo, sistemáticamente, se viene pidiendo represión, pero esa no es solución de tiempos democráticos. Por el contrario, genera aún mayores tensiones y estamos seguros de que “el remedio resulta mucho peor que la enfermedad”. El plan tiene que ser persuasivo y de contención social, mientras paralelamente el gobierno combate la exclusión social, madre de tantas calamidades que observamos diariamente y que impacta de lleno en el tema de la inseguridad. Colocar policías en la calle, como viene ocurriendo, es un hecho positivo, pero no alcanza. Hace falta hacer desaparecer las injusticias que parecen no ver quienes analizan estos temas con ligereza y desde las poltronas de la comodidad.
 

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