Aparte de las cuestiones partidarias que se debatieron en la Convención del sábado pasado, los radicales abordaron -una vez más- el comportamiento de la prensa e hicieron alusiones directas a la actitud antiética de La Unión, el diario que, funcionalmente y de hecho, depende del Casino. Los correligionarios no entienden cómo se puede pasar de atacar sin piedad y sin pausa a la alianza FPV-PJ, a defenderla a ultranza en todas y cada una de sus acciones. En ese juego bascular que ha determinado la pérdida de toda credibilidad, por supuesto, el radicalismo se siente menospreciado y humillado por una conducción editorial a la que supo calificar como corrupta.

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En su momento, el presidente de la UCR, “Coco” Quintar, había denunciado un intento de soborno por parte de uno de los periodistas -al que dice conocer desde chico- y hasta dio detalles sobre cómo le dijo que se hacía el reparto del dinero entre los periodistas de política y el director del propio diario. A las pocas semanas fue el senador Ricardo Boggio quien, en plena sesión de la Cámara, realizó una comparación entre el viejo y prestigioso diario La Unión y éste de los sobornos y corruptelas en nombre del periodismo. Obviamente, al conjunto de la prensa no le sorprende en absoluto el comportamiento de los periodistas de La Unión. Sabe que son mercenarios y conocen otros hechos del pasado por los cuales no atinan ni siquiera a defenderse.

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Lo más gracioso del caso es que La Unión es uno de los más favorecidos con la pauta publicitaria, a pesar de tener una fuente de financiamiento poderosa como el Casino Provincial. Esta institución, que recauda millones y millones en la explotación de los incautos que concurren a sus instalaciones, no trepida en sus ambiciones económicas. Aparte de haber liquidado la fuente de trabajo y haber conseguido la extensión del contrato en condiciones más que sospechosas (temas que abordaremos oportunamente), recauda de los gobiernos locales por un diario que con su acción linda con lo delictivo.