Los últimos acontecimientos políticos, “los palos en la rueda de la oposición”, la manija que les da la prensa (que se entienda bien: ¡no estamos a favor de la más mínima de las censuras!) sin aclarar nada o ponerlos en su justo contexto, han llevado a repensar varias cosas dentro del gobierno. Los paños fríos del arranque de gestión o el sinnúmero de gestos de la gobernadora, a favor de una convivencia pacífica, no han servido para favorecer la gobernabilidad. Desde el Senado, desde la Justicia y desde varios reservorios con perfume partidario han hecho sonar clarines de guerra y, en tiempo electoral, es muy difícil volver atrás y consensuar con un enemigo que puede estar sacando ventaja en cada una de las batallas. Por ello no se descarta que para fines de enero o principios de febrero, desde la cabeza del gobierno, se tomen decisiones firmes, algunas de las cuales pueden estar relacionadas con variantes en la conducción política. En ese marco se vuelve a hablar de Francisco Gordillo, el ministro de Gobierno que es hombre de la más absoluta confianza de la gobernadora. No en vano lo confirmó en el cargo antes que cayera el telón 2012. Sin embargo, y por decisión del propio ministro, podría dejar el cargo y pasar a cumplir otra función. ¿Volverá a la intendencia de Pomán? ¿Podrá ocupar otro ministerio? ¿O se convertirá en asesor de Lucía? Todas son especulaciones que se escuchan en las cercanías del poder.

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Algunas obras de la gestión anterior, como los edificios para la Caja de Prestaciones Sociales (CAPRESCA) y la OSEP siguen dando que hablar. El primero de ellos fue inaugurado en 2011. No importaron los vicios de la construcción, la falta de terminaciones y anomalías varias. Parecía que lo único que interesaba era un certificado político de la inauguración de la obra de calle Mota Botello. Esto es, cortar las cintas y hacer la foto para los diarios. Pero la realidad pudo más que incomprensibles jugarretas: recién ahora, en 2013, digamos que puede funcionar la oficina central de la casa de juegos. En base al informe técnico, Lucía Corpacci efectuó un reclamo a la última gestión del Frente Cívico durante el discurso de hace dos jueves atrás. “Este edificio fue inaugurado hace más de un año, pero no se podía hacer el traslado porque no estaba en condiciones. La situación es difícil de entender porque la obra tuvo, oportunamente, una recepción definitiva, y sin embargo hubo que hacerle una fuerte inversión para ponerla en condiciones”. Desde la conducción de CAPRESCA, asimismo, se aclaró que para utilizar el edificio se realizaron trabajos en las instalaciones de refrigeración y calefacción, adecuación del suministro de energía eléctrica, refacciones y reacondicionamientos generales”. Si tenemos en cuenta que la licitación se hizo en agosto de 2006, se llega a la triste conclusión de que una obra que debía entregarse en 18 meses tardó casi 7 años. Sería bueno saber cuál era el presupuesto inicial y cuánto se terminó pagando.

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El edificio de la CAPRESCA le fue adjudicado a la empresa CAYCO, de Sebastián Ángel Clemente Marcolli, integrante de una familia de raíces peronistas que en los últimos veinte años jugó a la par del radicalismo. Sebastián, el dueño de la constructora, es hijo de Jorge Marcolli, exdirector de la ex Obras Sanitarias que terminara privatizando el castillismo. También es sobrino de Miguel Marcolli -artífice de las marchas del silencio- y de Mario Marcolli, el último ministro de Salud de Brizuela del Moral. CAYCO construyó, además, el edificio para la OSEP sobre el que, lo adelantamos, en algún momento se hablará en términos parecidos al de la CAPRESCA. Es muy probable que los vicios de construcción demoren el traspaso de la sede de obra social y el gobierno se vea obligado a denunciar lo que realmente recibe. Baste con recordar que esta construcción estuvo muchos meses parada y cuentan los vecinos de la zona que los empleados, por una posible falta de pago, en algún momento vendían los materiales de construcción destinados a la obra. ¿Cómo y con qué los habrán reemplazado?

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La disputa entre Rafael Olveira (UCR) y Elpidio Guaraz (FPV-PJ) será un clásico “para alquilar balcones” en la elección del 27 de octubre próximo. El actual intendente de Santa Rosa no se conforma con gobernar su jurisdicción. Quiere todo el departamento y va por las ubérrimas tierras de Los Altos. Es más o menos como si “Grillo” Ávila avanzara sobre Fiambalá o “Coco” Quintar sobre la ciudad de Tinogasta. Los últimos movimientos en el Este reflejan una disputa en ciernes, a la que le da vuelo el propio Guaraz. El radical Rafael Olveira, que ha tenido y tiene problemas para sobrellevar la carga de la gestión, observa un perfil bajo y es consciente de que no le será fácil doblegar a quien lleva nada menos que veinte años en la función pública: fue concejal durante cuatro períodos (1993-1997, 1997-2001, 2001-2005 y 2005-2007) y después saltó al cargo de intendente (2007-2011 y 2011-2015). A esta campaña de grandes méritos políticos, hay que agregarle que hasta militó y figuró en algún momento en las boletas del Frente Cívico. Por supuesto, frente a este clásico santarroseño, surge un gran interrogante: ¿no sufrirá Guaraz el síndrome de funcionarios como Brizuela del Moral, que pretendieron eternizarse en el poder?

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Entre los que se juegan el futuro político en 2013 está Víctor “El Gato” Luna (electo en 1997, 2001, 2005 y 2011), el senador de La Paz que podría intentar un quinto mandato. De los cinco jinetes intocables del Senado (los otros son Ricardo Boggio, Jorge “Yayo” Agüero, Miguel Ángel Arévalo y el antofagasteño Luis Eduardo Rodríguez) es quizá el que más complicado la tiene. En sus pagos, las intendencias de Recreo e Icaño son gobernadas por el peronismo, y ello puede resultar decisivo para definir quién será el senador 2013-2017. Su eventual rival sería el médico Julio Guzmán quien, aunque tenga rivales internos, es uno de los preferidos de la Casa de Gobierno. La presente situación llevaría a Luna a pedirle a su jefe directo, el doctor Oscar Castillo, que lo integre a la lista de diputados provinciales y ponga otro candidato a senador lapaceño. O lo que es lo mismo, “otro que vaya al cadalso”.

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Terminadas las sesiones extraordinarias, la conducción radical de Catamarca ha comenzado a preparar la Convención Provincial. La mayoría coincide en que sesionará en marzo aunque, a los efectos de desactivar cualquier iniciativa que tenga que ver con elecciones internas, no se descarta que lo haga en abril o mayo. Hasta ahora, las reuniones de los convencionales en 2011 y 2012 fueron encapsuladas en acuerdos previos entre Oscar Castillo y Eduardo Brizuela del Moral, los dos principales caciques del Partido de calle Chacabuco. Se intentará, posiblemente, hacer lo mismo pero, tarde o temprano, llegará el momento de definir candidaturas y ahí sí que subirá la tensión. Antes debe dilucidarse otra cuestión muy complicada: los alineamientos en el orden provincial y, fundamentalmente, a nivel nacional donde los radicales están virtualmente divididos en dos: los que quieren acompañar al ingeniero Macri y los que privilegian una relación con el socialismo.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como lo hacemos todos los martes, jueves y domingo, terminamos los “Apuntes” con una revisión de los archivos de un cuarto de siglo atrás.
A raíz de la pérdida estos días del andinista catamarqueño, Ricardo Córdoba, en los cerros andinos, memoramos una expedición de enero de 1988 que tenía el objetivo de alcanzar los 6.000 del Cerro Galán y explorar el volcán del mismo nombre, considerado como el más grande del planeta. La realizó (a la expedición) la Agrupación de Montaña Calchaquí y participaron de ella Eduardo Aroca, Ángel Ireba, Víctor Bulacios, Ricardo Barrionuevo, Rudy Bulacios y Rubén Perea. Por supuesto, en aquella época aquella patriada fue valorada como una verdadera epopeya.

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La Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), el 22 de enero del ‘88, anuncia una insólita medida de fuerza sindical para nuestro medio. Proclama que cortará el tráfico en los tramos principales de acceso y salida de esta Capital de la ruta nacional 38, a la altura del barrio La Viñita. Lo anunció José Enrique Coronel, debido “a la insensibilidad puesta de manifiesto por el Gobierno Nacional, que se niega a reconocer el tremendo deterioro salarial que sufren los trabajadores”. Se trataba de una protesta inédita para la época, que finalmente fue suspendida. Hoy en día los piquetes abundan y no solamente por reclamos de carácter salarial. Los hay por pedidos de bolsones de comida, colchones, camas, viviendas, tierras, energía, agua, Justicia, seguridad, etc.