Editorial

Espinosa realidad

viernes, 18 de octubre de 2013 00:00
viernes, 18 de octubre de 2013 00:00

El flamante jefe de la Policía provincial Julio César Gutiérrez dijo que “en el 80% de los delitos que se perpetran, está en curso el tema droga; es por eso que el trabajo nuestro, en una primera etapa va a consistir en atacar eso” y que la fuerza ha asumido un “compromiso de trabajo permanente para desbaratar las micro-organizaciones de la droga; vamos a trabajar fuerte sobre esa cuestión, lo que haremos codo a codo con el gobierno para tratar de dar una respuesta urgente a la gente”.
Es preciso aclarar que el consumo de drogas tiende a ser alto entre las personas que han cometido delitos pero no por ello la mayoría de los consumidores incurren en ellos.
En cuanto a las declaraciones de Gutiérrez, el escepticismo aparece en las expresiones de las personas que las leen o escuchan, porque el tráfico ilegal avanzó demasiado. Hay vecinos que afirman que la venta de estupefacientes suele hacerse hasta en presencia de uniformados a los que se acusa de cómplices de este mercado ilegal.
Los narcotraficantes –aún los que manejan una ínfima parte del negocio- aprovechan la debilidad institucional, las vulnerabilidades de los controles y regulaciones, la venalidad de quienes ejercen cargos públicos, para desplegar su accionar. Por eso, el mayor problema de la Seguridad es el crimen organizado de las drogas y no el consumo. Éste último es un problema de la salud pública.
Así, la Policía tiene su rol en este complejo problema y otros sectores los suyos: Salud, Educación, Justicia, Desarrollo Social. Pero si la Policía se pone a educar o Salud a sancionar, se confunden las roles. Lógicamente todos deben actuar interdisciplinariamente, en red, con un plan estructurado que abarque y coordine todas las áreas.
Mientras tanto, las acciones aisladas de cada sector sólo serán como una aspirina para el cáncer. Hace falta una firme decisión política con la implementación de un proyecto integérrimo.

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