Ser solidarios

domingo, 10 de febrero de 2013 00:00
domingo, 10 de febrero de 2013 00:00

Una vez, un reconocido dirigente social fue preso por orden judicial y permaneció un buen tiempo tras las rejas, mientras se investigaba el grado de responsabilidad que podía caberle por un supuesto mal manejo de fondos de una entidad que conducía. Cuando entró un sacerdote al lugar de detención a visitar a los presos, al acercarse al dirigente éste le dijo dolido: “Padre, usted sabe que salvo mi familia, no vino nadie a verme”. El cura le preguntó entonces: “Antes de que te suceda esto, ¿cuántas veces viniste aquí a visitar a algún detenido?” La respuesta fue el silencio con la cabeza gacha.
Suele suceder que esperamos de los demás lo que no somos capaces de hacer por ellos. Y sólo cuando atravesamos malos momentos comprendemos qué importante es la compañía, el auxilio de otras personas.
Hoy se celebra la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por el papa Juan Pablo II en 1992. En esa oportunidad, el pontífice dijo: «...He decidido instituir la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes (…) La celebración anual tiene como objetivo manifiesto sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos...».
La palabra enfermo viene del latín infirmus, compuesta del prefijo de negación (in-) y la palabra firmus (firme), o sea, “el que no está firme”. Esa persona, que necesita el sostén de los demás, es la que apela a la solidaridad de cuantos le rodean.
La jornada es propicia, entonces, para que pensemos en cuánto tiempo, afecto y ayuda brindamos a los enfermos que suelen estar muy cerca de nosotros, y actuemos en consecuencia no sólo hoy sino con la mayor frecuencia posible. Y otro tanto con quienes están presos esperando nuestra visita.

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