El calendario indica que hoy cumpliría 63 años quien fuera presidente de la Nación, Néstor Carlos Kirchner. Seguramente el sector que supo crear desde las latitudes patagónicas lo recordará especialmente, aunque también desde la oposición, aun sin nombrarlo, surgirá alguna imagen de su paso por la política.
Que se hable de Kirchner, a más de dos años de su muerte -el 27 de octubre de 2010- es el resultado de lo que fue este hombre para el país. Amado u odiado, claramente no pasó desapercibido y produjo hechos de trascendencia para los argentinos.
Su repentina aparición en el firmamento político nacional, a decir verdad, fue una gran incógnita. Había asumido con un magro 22% de los votos, pero desde su primer discurso realizó anuncios que iban a marcar su impronta de verdadero guerrero de la política.
“No pienso dejar mis convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno”, dijo en su asunción y en verdad, con errores y virtudes, se dio a la tarea de gobernar un país con moldes diferentes a los empleados por sus predecesores.
Su política de derechos humanos, poniendo fin a las leyes de impunidad que habían favorecido a los autores de la más sangrienta dictadura del siglo XX, mereció los más cálidos elogios dentro y fuera del país. De alguna manera, con aquella decisión histórica, comenzó a cerrar las heridas, todavía sangrantes, de un pasado de oprobio.
Haber recuperado la Argentina en ruinas del 2001, igualmente forma parte de los hechos trascedentes que hay que reconocerle a Kirchner, lo mismo que haber formado una Suprema Corte de Justicia con hombres y mujeres de probada independencia del poder político.
Un resultado que no podrá ver, también lo ubica como un revolucionario. Activó el tratamiento de una ley de medios que, definitivamente, va a modificar el rumbo del país. Nunca más, al menos en las formas que se conoce, existirá un monopolio de la información que pueda ser más que el propio poder que, a través del voto, otorgan los ciudadanos.
Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos y gobernador de Santa Cruz, pero solamente como presidente llegó a la consideración pública del conjunto de los argentinos. Fueron apenas siete años de actuación. Le bastaron para asegurarse un lugar en la historia de la Patria, al cual solo acceden quienes hicieron cosas que perduran en el tiempo.
De hecho, aún hoy sigue influyendo en el presente de Argentina. Por ello lo recordamos desde este espacio editorial.