Del análisis del presupuesto 2013 para salud, en función de la atención del servicio, surgen conclusiones poco halagüeñas. La falta de planificación, que proviene de irresponsabilidades del pasado, salta a la vista. De los casi 1.400 millones de pesos que se destinarán al sector, aproximadamente el 73% estará destinado a salarios, lo que representa una relación directamente enfrentada con la calidad de la prestación. La situación se torna más grave en el Hospital de Niños, donde el porcentaje de los sueldos trepa al 86%, o en las áreas programáticas, donde se llega al récord del 92%. ¿Qué dinero queda entonces para aplicar en la atención de la salud? Poco, muy poco, casi nada. De allí es que se puedan comprender situaciones (hasta la falta de insumos básicos) que son objeto de severas críticas de la gente.

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La compleja situación, como lo explicamos, proviene del pasado y la nueva gestión, por su lado, no ha conseguido avances significativos. El Frente Cívico, que invariablemente justificó sus políticas de gobierno en función del electoralismo, convirtió a la salud en una bolsa de trabajo y, de esa forma, llegó a absurdos como habilitar una Maternidad con sólo dos anestesistas, mientras en otros lados del mismo ministerio sobraban empleados, muchos de los cuales no cumplían funciones o lo que hacían no tenía nada que ver con lo específico. El colmo se dio hacia finales del 2011, cuando miles de contratados pasaron a planta permanente y algunos que, supuestamente, pertenecían a Obras Públicas, fueron destinados al Hospital de Niños.

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El cuadro de situación que surge del presupuesto de la Salud y su funcionamiento en Capital e interior, implica que las correcciones demandarán años y, si se pretende conseguir avances, hay que preocuparse desde ya. En este sentido, se impone mejorar los equipos de planificación y hacer una mejor distribución y aplicación del dinero que se invierte, situaciones que lamentablemente hasta aquí no se aprecian.