Los reclamos de Justicia, como apuntamos al terminar la feria de enero, se iban a multiplicar. Así nomás fue. Hoy vemos que el conflicto santamariano toma otras dimensiones y se ha llegado al extremo de un allanamiento a medios de comunicación para determinar la presencia de activistas, cuando lo que corresponde hacer es pedir los informes o los videos. También en Andalgalá o Recreo no hay miradas complacientes para la Justicia y la gente tiene el peor de los conceptos sobre la Corte, conformada por jubilados y exmilitantes políticos. A esto hay que sumar los hechos de todos los días que no hacen más que agregar evidencias a la falta de credibilidad que impera en el concierto ciudadano.

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Uno de los casos que, por estos días, más ruido hace tiene relación con la muerte de una mujer que ejercía la prostitución y a la que “cortaron en pedacitos” en El Jumeal. Si es cierto que la víctima o sus allegados realizaron denuncia contra quien terminó siendo el victimario, estaríamos frente a un hecho de extraordinaria gravedad. Es que el acusado no era un vecino contra otro, lo que puede ocurrir muchas veces sin que consumen los hechos, sino un personaje como Andrés “Negro la Carpa” Quiroga, exconvicto al que no se puede descuidar ni siquiera por segundo cuando suenan las alarmas. Por supuesto, no nosotros, sino la ciudadanía espera buenas explicaciones de la Justicia.

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Hablando de la ciudadanía. Existe la opinión generalizada de que, con esta Justicia, únicamente tienen que temblar los ladrones de gallinas, de motos o cualquier ratero; los violadores desconocidos o los homicidas del anonimato. Para ellos sí hay castigos severos, con lo cual el Servicio Penitenciario está desbordado de internos que son virtuales “nn”. Las personas públicas, de apellidos ilustres o provenientes de la política nunca tienen castigo y cuando alguna vez llega es, por supuesto, muy leve. Cualquier encuesta sobre este tema arroja resultados unánimes: hay justicia “para unos y otros”.