Apuntes del secretario

sábado, 30 de marzo de 2013 00:00
sábado, 30 de marzo de 2013 00:00

Una de las mayores preocupaciones dentro del oficialismo pamperonista y la oposición radical, huelga decirlo, es que algunas escisiones o desprendimientos internos puedan presentarse en las elecciones y sacar cierta cantidad de votos como para colocar uno o dos legisladores en la Cámara de Diputados. Es que la actual relación de fuerzas es tan apretada que cualquier sorpresa puede condicionar al gobierno de Lucía Corpacci en sus dos años finales de mandato (10 de diciembre de 2013-10 de diciembre de 2015). No hay que olvidar que el Frente para la Victoria, al asumir a fines de 2011, logró mayoría gracias al aporte de diputados que en realidad habían sido electos por las listas radicales (o del Frente Cívico), como Raúl Guzmán, Jorge Bonaterra, Cecilia Porta de Salas y, en alguna medida, Alfredo Gómez. Ello determina que la alianza FPV-PJ debe ganar bien -léase buena diferencia- en octubre para lograr un número que, por lo menos, le permita mantener esa ligera mayoría a que hacemos referencia. Si la cosa es voto a voto, aun con el triunfo podría perder fuerza en los dominios que hoy comanda Néstor “Chicho” Tomassi. Las amenazas para la hegemonía peronista provienen del barrionuevismo y el saadismo, aunque hay que ver si pueden armar un esquema que le birle votos al peronismo oficial.

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Este panorama de incertidumbre no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo y sus aliados. También en el radicalismo hay temores. Si el partido va totalmente unido, por cuenta propia o dentro del Frente Cívico, alienta posibilidades de llevarse para sí todos los legisladores que logre por el recuento de los votos. Pero como esa unidad, por la negativa de dar internas, hoy no es más que una ficción, a nadie extrañaría que alguien salga por afuera y logre arrebatarle una banca. Alguna vez lo hizo Renato Gigantino y hoy podrían intentar hacerlo otros, entre los que se anotan hombres importantes como José “Chichí” Sosa, Álvarez Morales o el representante del MIRA, Alfredo Gómez, hoy agazapado esperando los embates que llegan desde el castillismo y el brizuelismo. Más allá de las dudas que existen, a escasos meses de las elecciones queda claro que si una tercera fuerza se hace sentir -algo que generalmente ocurre en contiendas como éstas de renovación legislativa, en las cuales no se juega el poder- puede pasar a ser árbitro en la estratégica Cámara baja. Por ello, precisamente, surgió la especulación de que hasta postulantes de la talla de Ramón Saadi, José Luis Barrionuevo o Brizuela del Moral pudieran anotarse para el pleito provincial.

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Aunque parezca mentira, la Cámara de Diputados -reducto donde tiene esa leve mayoría que apuntamos en el primer bloque- puede desvelar más al oficialismo que la Cámara de Senadores, donde paradójicamente es minoría y los radicales le ponen freno a numerosas de sus iniciativas. Es que las cuentas allí son más sencillas. La UCR tiene 9 senadores y el FPV-PJ 7, pero la primera pone en juego 6 de las 8 bancas que se dirimen en octubre (El Alto, Antofagasta de la Sierra, Paclín, Ancasti, La Paz y Tinogasta), con lo cual el kirchnerismo equipararía fuerzas con sólo retener las que le toca arriesgar (Capayán y Santa María) y ganar una más o pasar al frente al imponerse en por lo menos cuatro de los feudos radicales. ¿Es difícil conquistar cuatro departamentos de los ocho en que se votará la categoría senador? Los antecedentes electorales le abren paso a esa posibilidad. Y hablando de senadores, quien no para de hacer campaña opinando por los medios sobre todos los temas es Jorge “Yayo” Agüero, quien iría por un quinto mandato (fue electo en 1997, 2001, 2005 y 2009) como representante de Paclín. Por supuesto que tiene chances, por méritos propios o porque el peronismo paclinense no consigue armonía. Si lo hace, en verdad, correría peligro la banca de uno de los dinosaurios de la Cámara alta.

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En una entrega anterior de los “Apuntes” referimos que la declamada precandidatura a diputado nacional de Luis Barrionuevo interesaba mucho y abría el interrogante de saber si se presentaba en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Especulábamos que no era lo mismo que enfrente a los candidatos del gobierno en una interna, en la cual puede quedar descartado, a que se presente directamente en las generales en representación de otro partido que no sea el PJ. El tema es que para participar en octubre tiene necesariamente que pasar por la primaria del 11 de agosto, cuyas listas cierran el 22 de junio. Debe hacerlo compitiendo con sus “compañeros” pejotistas o sacando el piso del 3% de los votos con otra agrupación y ese piso, considerando un padrón general de 300.000 electores, se eleva a 9.000 adhesiones aproximadamente. ¿Qué tal Luisito? Sin el PJ, para llegar a la carrera final, necesita una muy buena performance en la primaria. No hablemos de si es fácil o difícil conseguir esta marca sin la sigla que supo manejar: simplemente apuntemos que es un número importante y no accesible para cualquiera. Además, si no enfrenta a los candidatos kirchneristas en las PASO, estaría ingresando en una peligrosa contradicción: si fue quien pedía internas no le puede escapar a esta con un argumento baladí, como sería vociferar que pretende esa interna para todos los cargos, provinciales incluidos.

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Aunque los diarios nacionales hayan omitido el nombre de Catamarca al anunciar varias alianzas del macrismo con dirigentes de distintas provincias, el tema está cerrado con el radicalismo local y quedó patentizado con la presencia del doctor Ricardo Guzmán en el cónclave macrista realizado hace dos semanas en la capital tucumana, cuando le tocó inclusive disertar. El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, además del acuerdo con el radical Posse (San Isidro) o el senador nacional José Cano (Tucumán), también tiene atado todo con Castillo y Brizuela del Moral y vendría al menos una vez en los próximos meses. Es más, el día del cierre de las alianzas para las primarias, que será el 12 de junio, se anunciará el acuerdo con el expresidente de Boca, quien tiene como objetivo final ser candidato a presidente de la Nación en 2015. El otro dirigente que se ha puesto definitivamente la camiseta radical es Hugo Mott, el gobernador peronista de los años ‘70.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como siempre, los “Apuntes…” del memorioso secretario nos remiten a hechos políticos que sucedieron un cuarto de siglo atrás. Veamos uno muy parecido a algo que ocurre en nuestros días.
El partido Movilización, a fines de marzo de 1988, a través de un comunicado que suscribía su entonces secretario General, Juan Filippín, expresaba que “ante la grave situación de emergencia financiera que atraviesan varias provincias argentinas, colocadas en virtual quebranto económico con las consecuencias de deterioro social, creemos oportuno que el gobierno provincial (que estaba a cargo de Ramón Saadi) informe debidamente a la población sobre la real situación para que el pueblo sepa a qué atenerse”. Aquel pronunciamiento de Filippín se parece demasiado al documento que diera a conocer la semana pasada el mismo partido, Movilización. Como en 1988, ahora critica sin piedad al Frente para la Victoria y le pide explicaciones, al mismo tiempo de instar al Frente Cívico a rearmarse y que se delimiten responsabilidades y espacios dentro de la coalición. Más allá de los pedidos, como lectura política, hay que decir que no le fue nada mal a la agrupación con raíces peronistas que, tras perder la interna del ‘82 con el saadismo, se lanzó a territorios antiperonistas. Por cierto que hubo más méritos en el pasado que en el presente. En la elección del 14 de mayo de 1989, con lista propia, Movilización colocó a Simón Hernández, Víctor Bollada y Raúl Da Prá como diputados provinciales, apenas dos menos que la UCR que sacó cinco. En 1991, después de la intervención federal, ya unido con el radicalismo, impuso como diputados provinciales a Hernán Colombo y Oscar Guzmán, reeligió a Víctor Bollada y consagró concejal capitalino a Daniel Barrionuevo. Años más tarde el firmante del ‘88, Juan Filippín, resultó legislador. Hoy, detrás de un documento y de pintadas callejeras, buscaría Movilización que los radicales le cedan por lo menos dos casilleros, antes de aventurarse a participar por cuenta propia. El principal interesado es Simón Hernández, hijo del diputado del mismo nombre del ‘89, más tarde vicegobernador, legislador nacional y fiscal de Estado.

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