La larga historia del conflicto con Gran Bretaña por la soberanía sobre las islas Malvinas está cargada de datos, argumentos, presentaciones ante organismos internacionales, todo lo cual es prácticamente imposible de resumir en unas pocas líneas.
Por esa razón, al cumplirse hoy el 31º aniversario del desembarco argentino en esas islas del Atlántico Sur -que por este motivo el 2 de abril fue instituido el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas-, nos remitimos a afirmar que el reclamo de nuestro país tiene fundamento.
Desde 1833, el archipiélago está ocupado por Gran Bretaña. Si esa ocupación fuese legítima a la luz del Derecho Internacional, las peticiones argentinas no habrían tenido cabida ante ninguna organización regida por esas normas.
Pero el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas considera anualmente la Cuestión de las islas Malvinas y entre otras declaraciones expresó que “la manera de poner fin a la especial y particular situación colonial en la cuestión de las islas Malvinas es la solución pacífica y negociada de la controversia sobre soberanía entre los Gobiernos de la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña”. Es decir que el máximo órgano mundial reconoce que hay una situación colonial y que debe finalizar, aunque para no tomar parte en la solución del problema encuadra a estas islas en lo que técnicamente denomina “territorio en litigio”.
A esto se suma que el Mercosur, la ALADI, el Grupo Río, la UNASUR, entre otras organizaciones de países latinoamericanos, han reiterado en incontables oportunidades su respaldo a la posición argentina. Y en julio de 2010, la República Popular China declaró su firme respaldo al reclamo de soberanía de la República Argentina.
Con estos y otros antecedentes, es deber de los gobernantes de nuestro país insistir en recuperar este estratégico territorio hasta conseguir recuperarlo definitivamente. En este sentido, es fundamental sumar apoyos de países de todo el mundo.